José Antonio Primo de Rivera (4 de Marzo de 1934).
"Pero porque resulta que nosotros hemos venido a salir al mundo en ocasión en que en el mundo prevalece el fascismo -y esto le aseguro al señor Prieto que más nos perjudica que nos favorece-;porque resulta que el fascismo tiene una serie de accidentes externos intercambiables, que no queremos para nada asumir; la gente, poco propicia a hacer distinciones delicadas, nos echa encima todos los atributos del fascismo".
Ramiro Ledesma Ramos (Roberto Lanzas): Fascismo en España (sus orígenes, su desarrollo, sus hombres) 1935.
El lector juzgará si a la vista de este texto completo de Benito Mussolini se ha enterado de lo que es el Fascismo: "Todo es el Estado y el Estado soy Yo" Compare el lector con los textos de José Antonio, autor del prólogo del librito de Benito Mussolini en la edición española (1934) en el que narra su visita personal a Mussolini y como éste le recordaba a su padre el dictador Primo de Rivera, y se dará cuenta de que dichos textos doctrinales no se parecen en nada a los fascistas.
¡La Espiritualidad Fascista es el Estado Fascista!
1º El Fascismo impulsado por Mussolini fue construido por los mismos miembros del Gran Consejo Fascista que después le derrocaron. El Fascismo se definió así mismo como una ideología adaptable a los tiempos.
¡Vaya usted a saber como sería ahora!
"Ahora, el fascismo italiano, so pena de muerte o, lo que es peor, de suicidio, debe darse un cuerpo de doctrina. No será, no debe ser la túnica de Nesso que nos vincule para la eternidad, porque el mañana es misterioso e invaticinable, sino que ha de constituir una norma orientadora de nuestra actividad cotidiana política e individual".
"Yo mismo, que lo he dictado, soy el primero en reconocer que nuestro modesto cuadro programático, las orientaciones teóricas y prácticas del fascismo, deben revisarse, corregirse, ampliarse, corroborarse, porque ya han sufrido las injurias del tiempo"
"Quisiera , aunque la palabra sea un poco fuerte, que en los dos meses que nos separan de la Asamblea nacional, se crease la filosofía del fascismo italiano. Milán, con su primera escuela de propaganda y cultura, colabora en esta obra.
Carta de Benito Mussolini a M. Bianchi en 27-08-1921
2º El Fascismo no fue Racista desde 1915 hasta 1938. Año en que se crea el Consejo Superior de la Demografía y de la Raza (para discriminar a los judíos) por imposición alemana.
Ley que no pudo llevarse a cabo de manera eficaz, al chocar con la cultura y la forma de ser de los italianos, hasta la entrada de las tropas alemanas en Italia.
Para entonces habían pasado ya más de dos años desde el asesinato de los fundadores del Nacional-Sindicalismo: José Antonio Primo de Rivera, Onésimo Redondo Ortega, Ramiro Ledesma Ramos, Julio Ruiz de Alda etc...
Los doctrinarios del fascismo como los del nazismo eran plenamente conscientes de sus diferencias. El General Eugenio Coselchi, presidente del Comité de Acción para la Universalidad de Roma, durante la reunión de Amsterdam en 1935 dijo:
"Tenemos con el nacional-socialismo profundas divergencias que han sido fijadas durante el Congreso de Montreux en 1934, por ejemplo, no tenemos una concepción tan intransigente de la raza, no luchamos contra la religión. Hemos definido en Montreux nuestra posición sobre el antisemitismo. Para nosotros, no es una cuestión de raza. En mi opinión, la Universalidad de Roma y la concepción intransigente de la raza no son compatibles".
Al parecer el fascismo, que desde un principio se enfrentó al poder y los intereses bancarios judíos, se hizo oficialmente racista por exigencia de los acuerdos de Mussolinni con Hitler y como consecuencia de la inferioridad militar italiana.
Ningún texto joseantoniano es racista. Ni la ideología nacional-sindicalista se fundamenta en el racismo.
"Falange no es ni puede ser racista".
José Antonio: Entrevista a Ramón Blardony.
"Después fuimos a pasear, y en el transcurso de la conversación peripatética dije algo más o menos racista. Me extrañó muchísimo la repulsa joseantoniana que me valió, y recuerdo que, con este motivo, expuso su radical oposición doctrinal al nazismo por motivos religiosos".
José María Fontana: Los catalanes en la guerra de España 1956.
Ramiro Ledesma Ramos admiraba a filósofos y científicos judíos, motivo por el que solía guardar silencio cuando alguien les juzgaba negativamente exclusivamente por su raza (salvo que el judío en cuestión fuera además marxista).
La rivalidad de Onésimo Redondo Ortega respecto a los judíos pertenece al orden religioso y económico generalizado en su época entre los católicos. Puesto que él mismo tenía dos apellidos de posible origen judío y siempre permaneció fiel al Papa y a los postulados de la Iglesia Católica. Pero quizás lo que más le influyó fue el estudio de Los Protocolos de los Sabios de Sión (tan copiados en otras obras) y su particular investigación sobre la autenticidad de esta obra que parecía demostrar su procedencia de logias masónicas (Onésimo cuando se ponía con un tema solía ser de lo más riguroso).
Gimenez Caballero, amigo y discípulo de Mussolini, expone de forma sistemática la idea de un fascismo inicialmente no racista:
"Lo
que distingue al "fascismo alemán" del "fascismo italiano" es,
simplemente, la forma de la cruz que defienden ambos; la cruz católica y
la cruz esvástica. La cruz mediterránea o latina y la cruz aria o
germánica. Una, la romana, cuya esencia está basada en la fraternidad
racial; otra, la prusiana, cuya esencia está basada en el orgullo de la
raza. La diferencia de ambos fascismos está, pues, en que el alemán es
un fascismo pagano, y el de Italia cristiano, Para el jerarca católico,
la gradación humana es independiente de la sangre. Para el jerarca ario,
la gradación humana está condicionada por la raza. Lo uno es
catolicismo. Lo otro, racismo".
Las obras de Gimenez Caballero eran las únicas que figuraban el la biblioteca de Hitler junto a su propia obra. Sin embargo Giménez Caballero mantenía positivas relaciones amistosas personales y, sobre todo, culturales con la comunidad judía dedicándoles un apartado en su revista literaria.
Sin embargo los enfrentamientos entre el Fascismo italiano y la Iglesia Católica fueron graves y constantes desde 1931 cuando la encíclica Non abbiamo bisogno condenó expresamente la ideología fascista tras producirse la clausura de todos los locales de Acción Católica en Italia. Mussolini pretendía integrar todas las asociaciones juveniles en su "Obra Nacional Balilla". También rechazó el Papa Pío XI la propuesta de limitar la acción pastoral de la Iglesia a una labor de asesoría religiosa o de apostolado dentro de las propias organizaciones del Estado. Con razón la encíclica fue una descalificación en toda regla de la doctrina fascista. Esta actitud "religiosa" del fascismo es impensable en la doctrina falangista.
Giménez Caballero en una cita añadida en 1939, ridiculizando la súbita preocupación racista y antisemita italiana, influenciada por el acercamiento germano-italiano escribe:
"España,
en el problema racista, deberá tener en cuenta estas dos advertencias
fundamentales:
Primera, que nosotros somos un pueblo integrador de
razas, jamás racista. No somos de esa gente que tiene miedo del al amor y
a los lunares de la cara. España es la catolicidad. Moros, luteranos,
judíos y cuáqueros. España los acogió y los acogerá bajo su signo
fundidor y antirracista.
La segunda advertencia que España
deberá tener en cuenta en el problema de la raza es la siguiente: la
raza es sólo un concepto relativo para nosotros y únicamente aceptable
en su categoría más espiritual y mística".
José Antonio va más lejos aún en cuanto a la distinción estre fascismo y nacionalsocialismo al afirmar:
"El hitlerismo no es fascismo. Es antifascismo, la contrafigura del fascismo.
El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia, una expresión
turbulenta del romanticismo alemán. En cambio Mussolini es el
clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la
razón"
José Antonio. Luz de Madrid 1934.
3º El Fascismo fué Monárquico durante mucho tiempo.
Cosa que Falange no ha sido en la mayor parte de su existencia. Falange no rechaza a la monarquía por serlo, sino por haber dejado de serlo y considerarla sencillamente una institución caducada.
"La monarquía como base es una idea fundamental, tanto en España como en Italia. En lo que se refiere a su país me he quedado convencido leyendo el libro de Madariaga. En cuanto a la dinastía siempre hay tiempo para decidir. Monarquía significa idea y dinastía simplemente hombres."
Benito Mussolini. Acta de la reunión 31-03-1934
4º El Fascismo fué el sistema social más avanzado de su tiempo
En algunos casos concretos se adelantó a su tiempo en avances sociales. Eso es así y en este caso no hay motivo para ofendernos de que nos llamen fascistas.
Ejemplo de ello son:
- La gran obra del Corporativismo,
- La obra social Dopo Laboro con actividades gratuitas para sus 2.377.538 trabajadores voluntariamente inscritos (solo se pedía ser trabajador e italiano), para lo que contaba con 20.000 centros,
- El saneamiento integral de la lagunas insalubres que infectaron de mosquitos, parásitos y enfermedades a la población durante siglos sin que ningún gobierno hiciera nada,
- Las ciudades nuevas de colonización (como por ejemplo: Mussolinia) para el desarrollo de la agricultura, el vehículo asequible para el pueblo y los seguros y previsión social conseguidos para los trabajadores.
- Las "Guerras Agrarias" para aumentar la producción de Cereales y otros cultivos en los que la producción era insuficiente (Con la participación simbólica y publicitaria del propio Benito Mussolini).
- El Instituto Nacional Fascista para la Previsión Social se ocupa de los seguros obligatorios contra el paro forzoso, invalidez, vejez y tuberculosis que cubrían a unos ocho millones de personas. El tradicional problema de la tuberculosis fue completamente erradicado. Así mismo el INF para Accidentes de Trabajo para la asistencia sanitaria en las industrias y la creación de clínicas y hospitales.
- El Patronato Nacional para la Asistencia Social tutelaba a los trabajadores accidentados o inválidos.
- La Obra Social para la protección de la Maternidad y la Infancia proporcionaba toda la asistencia posible a las trabajadoras ya que en Italia anualmente 40.000 niños nacían muertos y 3.000 mujeres morían de parto. Durante el año 1934, asistió a 119.993 embarazadas y a 199.911 madres. Además asistía a los adolescentes en juicios penales.
- Los sindicatos de cada categoría iniciaron una intensa actividad para la constitución de Cajas Mutuas con la contribución de los patronos para cubrir el seguro contra enfermedades (inexistente en la mayoría de los países).
- La existencia de las Magistraturas de Trabajo llevadas por jueces independientes y especializados que se ocupaban de las relaciones colectivas, cuando fracasaban todos los intentos conciliadores de las corporaciones, justificaban (supuestamente) la prohibición de las huelgas.
- Un Comité Ministerial sometía a la Banca a un severo control. Su función consistía, consultando para ello al Comité Corporativo Central, en adaptar y armonizar las necesidades de la economía con las posibilidades de crédito del País. Para ello contaba con un Inspectorado que ejercía su vigilancia sobre casi todas las instituciones de crédito, Cajas de Ahorro, Motes de Piedad y hasta en las sucursales de los Bancos extranjeros.
- Igualmente fueron reglamentados los grandes Consorcios de empresas.
Todo esto significaba el fin de los intereses particulares y de toda posibilidad de acumular enormes cantidades de riqueza nacional en pocas manos. Así como la paradoja de los países capitalistas, con Bancos Nacionales ricos en oro, que deben recurrir a préstamos extranjeros y pagar los intereses.
Aunque los propios fascistas reconocían que el Corporativismo no había conseguido todos sus fines eso no impedía que, mediante un contínuo perfeccionamiento, hubiese sido capaz de alcanzar sus metas en un futuro.
Los anti-fascistas más fanáticos desmienten los avances sociales fascistas escudándose en los bajos salarios de los trabajadores italianos, de los más bajos de Europa, ocultando el hecho de que el coste de la vida en Italia era aún más bajo que los salarios. El Estado cubría gratuitamente un 50% de las necesidades vitales del trabajador. En consecuencia el poder adquisitivo así como la calidad de vida del trabajador era tan superior en la Italia fascista que incluso permitía a muchos trabajadores, además de las vacaciones, actividades deportivas y culturales (como ópera y conciertos) gratuitas, ser propietarios de uno de los famosos automóbiles "Balilla".
- La Carta di Laboro
La Carta de Trabajo de 1927 fue uno de los principales textos legislativos de la Italia fascista, que Mussolini, presentó como un intento de modernizar la economía italiana y solucionar los problemas sociales y las relaciones entre clases con criterios corporativistas. Tuvo gran influencia en nuestro "Fuero del Trabajo" del Estado Nacional.
La Carta fue promulgada por el Gran Consejo Fascista y se publicó en el periódico Il Lavoro d'Italia el 23 de abril de 1927. Su redacción recayó principalmente en Giuseppe Bottai, Secretario de Estado de Empresas.
La Carta declara que la empresa privada es la institución económica más eficaz, ayudando así a Mussolini para confirmar el apoyo de los ricos industriales que fueron los primeros partidarios del fascismo. Insistió en el hecho de que la intervención del Estado sería legítima sólo cuando la empresa privada fuera deficiente.
El artículo 7, por lo tanto, declaró que:
"El Estado corporativo considera la iniciativa privada, en el campo de la producción como el instrumento mas eficaz y mas útil a los intereses nacionales".
En el artículo 9 se indica que:
"La intervención del Estado en la producción económica puede tomarse sólo cuando la iniciativa privada está ausente o es insuficiente, o cuando están en juego el interés político del Estado. Esta intervención puede adoptar la forma de control, estímulo o de gestión directa."
Se creó un Tribunal de Trabajo para la solución de cualquier controversia o conflicto dentro de las empresas (artículo 5). Este objetivo fue más concretado en 1934 la ley sobre las empresas de 1934. Los trabajadores no tenían la posibilidad de elegir a sus representantes, que eran nombrados por el Estado a diferencia de los representantes sindicales en el Falangismo y en el Estado Nacional de F. Franco. Junto a esos representantes de los trabajadores, designados por el estado en el Fascismo, las empresas designaban a sus propios representantes.
En cualquier caso, el cambio de los arreglos institucionales y la revolución en el mundo del trabajo, no perjudicó los resultados reales que el sindicalismo fascista había obtenido en los últimos años. Entre los más importantes podemos encontrar:
- Vacaciones pagadas;
- Indemnizaciones por despido;
- La conservación del empleo en caso de enfermedad;
- Prohibición de despido en caso de maternidad;
- Las asignaciones familiares;
- Difusión de los fondos de seguro de salud de la empresa;
- Bienestar de OND (ej. centros recreativos, viajes de grupo a un precio nominal, de teatro, etc.)
Es conveniente destacar que el obrero italiano, percibiendo uno de los salarios más bajos de Europa, disponía del mayor poder adquisitivo de Europa debido al bajo coste de las cosas, como por ejemplo los automóbiles Balilla, así como a las obras sociales de viajes y entretenimientos como "Dopo Laboro". Tal vez se encuentre en este malabarismo la clave del éxito económico del fascismo.
5º El sistema social del Fascismo fue una adaptación del Corporativismo Católico.
En cambio Falange se fundamenta sobre un Cooperativismo masivo apoyado por el Estado, rechazando el corporativismo católico y el fascista por no solucionar el origen de la injusticia social. Sin embargo José Antonio lo consideraba superior al liberalismo y al socialismo pero inferior a nuestra ideología.
José Antonio, que se identificaba con el Sindicalismo, renunció explícitamente al Corporativismo. Motivo por el que es imposible incluirle en el Fascismo.
Mussolini no había sido educado dentro del catolicismo pero gobernaba un país de mayoría católica y, por tanto, debía llegar a un acuerdo con la Iglesia.
Inicialmente la Iglesia agradeció al fascismo el haber sido capaz de haber hecho realidad, empleando la fuerza necesaria, aquello que no se había conseguido con buenos modales.
Además Mussolini hacía aportaciones económicas en España a la derecha conservadora de Calvo Sotelo, Gil Robles e incluso la Comunión Tradicionalista. Hitler también prefería financiar a los conservadores de derechas en lugar de a los "fascistas" locales.
Esta es otra diferencia. Falange no recibía dinero del fascismo. Algunos aducen sobre este tema la cuenta que Mussolini abrió para Falange en una sucursal bancaria de una población francesa. Pero como solo podía cobrarse en dicha sucursal resulta que el coste del viaje era superior a la pequeña donación.
"El Estado "totalitario" de José Antonio se apoyaba en el
individuo libre, y toda una dimensión de esa vida individual quedaba
fuera del Estado: la religiosa. Se daba a la familia la importancia
dbida. Lo expuesto anteriormente puede servirnos para comparar su
posición con la del ataque que el fascismo italiano dirigió a la
familia, en la educación de los hijos".
Raimundo Fernández Cuesta.
José Antonio entendía el estado totalitario en sentido de totalidad.
El 3 de abril de 1926 la ley imponía el sindicalismo fascista como única forma de asociación voluntaria para los trabajadores y en paralelo las uniones industriales para asociar a los patronos. Todos ellos por ramas de producción y en cada provincia.
Los directores de los Sindicatos son libremente elegidos mediante el voto de los trabajadores reunidos en asamblea.
Las Corporaciones son órganos del estado compuestos por los representantes del Partido Fascista, de las Administraciones Públicas y de todos los elementos de los diferentes ramos de la producción (Sindicatos de trabajadores y empresarios) y tienen la función fundamental de dirigir la producción
De ahí que los representantes de los trabajadores, participando en la vida de la Corporación en un plano de igualdad con los patronos, concurran también en dirigir la producción.
Costamagna rechaza la tesis de F. Battaglia según la cual
«el principio corporativo se propone hacer coincidir las dos esferas de lo público y de lo privado, esto es, del Estado y del individuo a través de las corporaciones». Pero como el líder es tan humano como cualquiera resulta que acierta en unas cosas y en otras en cambio arrastra a toda la nación a sus terribles errores con consecuencias mortales. Y esta es una de las causas por la que la forma conocida del Fascismo no tiene futuro.
Sobre la moralidad y la vida austera de los dirigentes fascistas:
"Estaban el Duce y su esposa, Ciano y la suya. Precisamente junto a la hija de Mussolini me tocó sentarme a mí.
La cena, seguida de una especie de baile, me hizo comprender muchas cosas. Recuerdo que la frivolidad y la corrupción moral habían hecho presa, cuando menos, en la alta cumbre del aparato del partido.
Ciano, en presencia de su propia mujer, medio desnudó a una joven,
señora o señorita, que no creo que alcanzara los veintidós años. Yo no
salía de mi asombro. En cambio, quienes veían, como yo, lo que sucedía, parecían ignorarlo.
Era una chavala de impresión, pero la condesa Ciano permanecía
inmutable. como permanecía inmutable yo, aunque no me faltaron ganas de
preguntarle al ministro de Asuntos Exteriores de Italia: "¿Me concede el
relevo?". Decididamente aquella Italia estaba lejos de aquella otra,
sencilla y unánime, con la que dialogaba el Duce en el apogeo de su
gloria. Faltaban casi cinco años para que Grandi, Federzoni, De
Bono, De Vecchi, Ciano, De Marsico, Acerbo, Parexchi, Cianetti, Balella,
Gotterdi, Bignardi, De Stefano, Rossoni, Bottai, Marianelli, Alfieri,
Albini y Bastianini abatieran con sus votos al Duce en la histórica sesión del Gran Consejo Fascista."
José Antonio Girón de Velasco: Si la memoria no me falla.
9º El origen y el final del Fascismo está en el Socialismo.
Sin embargo Falange nunca fue socialista aunque sí social. El sistema falangista es completamente original, cooperativo (que es anterior al socialismo), vertical y basado en una democracia orgánica sin partidos pero con asociaciones.
“No estamos hablando de alzar un nuevo estandarte político, sino más bien de librar la vieja bandera socialista de aquellos que se han envuelto en sus pliegues”
Benito Mussolini.
10º El fascismo justificaba la violencia y la represión como método de acción política.
Es relativo puesto que lo que hizo Mussolini es enfrentarse contra la violencia callejera de la izquierda provocada durante el Bienio Rojo. Sin embargo es una realidad que pasó a los textos fascistas.
En el periodo que precedió a su llegada al poder los fascistas italianos ocasionaron algo más de seiscientas víctimas mortales entre sus adversarios socialistas-marxistas, y estos causaron un número sensiblemente igual de muertos entre los escuadristas fascistas.
Entre 1922 y 1940, el régimen de Mussolini hizo ejecutar a nueve personas, al menos una de ellas de su propio partido y el resto terroristas eslovenos, más otros diecisiete, de su propio partido, en 1943, fecha del comienzo de la guerra civil, en la que se producirían muertes por ambos bandos.
El número de prisioneros políticos de la Italia Fascista nunca sobrepasó los dos mil.
Los represaliados por los Aliados tras la II Guerra Mundial se cuentan por decenas de miles en cada país tomado, el nazismo asesinó a millones (entre 6 y 30), el comunismo a decenas de millones (entre 30 y 120), los liberales jacobinos franceses entre 500.000 a un millón durante la Revolución y eso que la población era mucho menor en esa época.
Ahora Mussolini es acusado, incongruentemente, de crímenes de guerra muy similares a los que cometieron los aliados en la II G.M. o los que se han cometido recientemente en Irak o Afganistán por la aviación y las tropas useñas. Además recientemente se han desclasificado, confusamente ya que parece incluir a los guerrilleros muertos en combate, documentos que relatan un total de 15.000 víctimas civiles en Italia incluyendo en esa cifra a los judíos y civiles asesinados por los nazis. Cierto que Mussolini tenía gran responsabilidad en ellos al permitir la entrada de los alemanes.
Tan enorme número de crímenes coincide aproximadamente con el número de asesinatos que cometieron los Republicanos en la provincia de Madrid contando solo los civiles y prisioneros desarmados.
La represión del Fascismo hacia las demás ideologías, tras la instauración del Partido Único, es una imitación suave de lo que sucedió en el socialismo y comunismo. En consecuencia socialistas y comunistas no están en condiciones morales de acusar al fascismo ni al falangismo.
Falange solo justifica la violencia como defensa propia, del honor, de la patria y de lo sagrado.
“Yo no pensé ni por un instante que estas cosas se tuvieran que mantener por la violencia, y la prueba es que mis primeras actuaciones fueron pacíficas, se iniciaron contra nosotros agresiones cada vez más cruentas, y por manos movidas, seguramente con intención tan limpia como la de mis amigos, tal vez movidos después a represalias,. Pero estas represalias vinieron mucho después, tanto después que incluso en periódicos conservadores nos afeaban que no nos entregásemos al asesinato. Yo no me hubiese dedicado para nada, no a usar la violencia, sino ni siquiera a disculpar la violencia, si la violencia no hubiera venido a buscarnos a nosotros”
José Antonio.
Nuevamente nos encontramos con la versión de Ramiro Ledesma Ramos, quien abandonó Falange, más parecida en su justificación de la violencia al Fascismo.Ver programa político de J.O.N.S.
11º El Fascismo acabó con la mafia.
Encarcelando a todos sus capos. Totalmente de acuerdo en esto.
12º En el Fascismo del Partido Nacional Fascista la representación obrera ante la empresa solo tenía como finalidad resolver problemas laborales.
En el nacionalsindicalismo la finalidad es la gestión en propiedad cooperativa de la empresa.
“Este recurso [el corporativismo] mantiene hasta ahora intacta la relación del trabajo en los términos en que la configura la economía capitalista; subsiste la posición del que da el trabajo y la posición del que arrienda su trabajo para vivir”
José Antonio.
13º El Fascismo del Partido Fascista Republicano se "socializa" en el último año de su existencia y adquiere caracteríasticas sociales algo parecidas al Nacional-Sindicalismo.
Después de más de veinte años en el gobierno (desde 1922) Mussolini recupera el poder y la idea socialista del programa electoral de 1919 de los Fascios de Combate que sostiene "la entrega de la gran industria a las organizaciones obreras". Disuelve el Partido Nacional Fascista reconstruyéndolo como Partido Fascista Republicano, entorno a su persona, para llevar a cabo un Fascismo Revolucionario que ilusionara de nuevo al pueblo italiano y le salvara de la precaria situación en que se encontraba. ¡Y lo hubiese conseguido! plenamente si no es por el resultado de la guerra.
Pocos saben que Mussolini envió emisarios a España con el fin de estudiar los Sindicatos Verticales, las Hermandades del Trabajo, la Democracia Orgánica y otras obras diseñadas por falangistas para el Estado Nacional con el fin de adaptarlos a la República Social Italiana.
Para salvar su pellejo Mussolini también democratiza algo las instituciones y entrega a los trabajadores en 1943 todos los derechos que durante 20 años les había escamoteado por complacer a otros poderes, consiguiendo un gran respaldo popular:
- Cada 5 años el ciudadano será llamado a pronunciarse sobre la elección del Jefe de la República.
- Un indeterminado sistema mixto de elección popular de los representantes de la Cámara. Así mismo elecciones del Fascio que continúa como Partido Único.
- Aumento de las prerrogativas de las Comisiones de Fábrica.- Socialización de la Gestión de las Empresas. Sustitución de los Consejos de Administración por Consejos de Empresa con participación de los técnicos y operarios aunque con un representante del Estado.
- Para sociedades de accionistas: Jefe de empresa, asamblea, consejo de administración y colegio sindical.
- Para las empresas privadas en sociedad: Jefe de empresa y consejo de administración.
- Para empresas privadas individuales: Jefe de empresa y consejo gestor.
- Para las empresas estatales: Jefe de empresa, consejo de administración y colegio sindical.
- El Jefe de Empresa es una figura tomada del Nacional-Socialismo pero, a diferencia de éste, se corresponde con el propio empresario en lugar de un funcionario del Partido como sucedía en el sistema Socialista Alemán.
- Cooperativas parasindicales. Ya anteriormente el Partido Nacional Fascista había fomentado en gran número las cooperativas.
- Tierras incultas y mal administradas se entregarán a cooperativas y braceros en propiedad.
- Creación del Instituto Nacional de la Vivienda.
- Los sindicatos convergerán en una Confederación General del Trabajo de técnicos, profesionales y trabajadores con exclusión de los propietarios que no sean dirigentes o técnicos.
- Previsión social, salario mínimo y reparto de los beneficios que correspondan.
- En el lado más negativo y por la alianza con Hitler (y el desarrollo de la guerra) continúa manteniendo sus posiciones Racistas obligados por las circunstancias y con muy escaso entusiasmo popular.
Muchas de estas medidas tratan ahora de hacer imposible la lucha de clases y pueden ciertamente recordar al Nacional-Sindicalismo teórico de 1935. Su propio éxito en condiciones adversas inhabilita al Facismo Revolucionario como insulto salvo por el tema del racismo.
14º El Neofascismo Revolucionario se identifica con el último año y medio del Fascismo. Es decir con la República Social Italiana.
Los fascistas revolucionarios actuales se identifican con la versión del Fascismo más cercano a Falange.
Como hemos visto, en el último año, evolucionó en dirección al Nacional-sindicalismo, sin llegar todavía a él puesto que continúa enrocado en diferencias insalvables.
Puesto que a pesar de haberse limado el Cesarismo del Jefe del Estado democratizando su elección, persiste el Partido Único y el Estado aún se entromete excesivamente en la vida pública y en las empresas (recordemos que en el nacional-sindicalismo es el sindicato, como parte del Estado pero independiente de él quien estructura la economía a la manera cooperativa).
Continúa reprimiendo e imponiéndose mediante la fuerza, si bien es cierto que se encuentraba inmerso en una guerra y dependiente y sometido a Alemania por lo que otra opción resultaba imposible. Por los mismos motivos continuó persistiendo en el grave error del racismo que le apartaba de la comunión con la Iglesia Católica.
La socialización no alcanza aún la equidad de la cooperativización o sindicalización ni la participación del pueblo llega a ser una democracia orgánica.
Cabe preguntarse si, de haber durado más años, este fascismo se hubiese transformado en una versión del Nacionalsindicalismo teórico, que nació después pero con más acierto.
De hecho algunos neofascistas aseguran haber evolucionado hacia soluciones que son iguales a las de Falange. Pues bien, entonces, si fuera verdadera esta evolución, deberían definirse como falangistas, puesto que Falange tiene la suficiente solera y es bien conocida internacionalmente. Lamentablemente su evolución no suele ser profunda y de espíritu sino tan solo una mera estrategia política para sumar apoyos y alcanzar el poder.
15º El Mimetismo con Organizaciones Para-Militares no es exclusivo del Fascismo.
Antes de la llegada de Mussolini al poder ya existía en Italia al menos una organización juvenil, de origen anglosajón y masón, con esta característica: Los Boy Scouts.
16º El Imperio y el Estado Fascista de Guerra Perpetua.
José Antonio "Explica cómo nuestro imperio ha de ser
preferentemente espiritual, pues hoy todas las tierras del mundo
tienen dueño y toda conquista sería un expolio y un robo a la vez. Pero que el terreno del
espíritu no está acotado, y ahí sí que cabe llevar las conquistas
al máximo y organizarse, perfeccionarse y elevarse sobre los demás e
imperar incluso sobre ellos. Que quizá la mayor parte de las
catástrofes del mundo, y de Europa en particular, se hubieran evitado
escuchando a España en las conferencias internacionales.
Dice que al hablar de España se refiere a su sentido metafísico
profundo, a la eterna metafísica de España, a España como tarea y
como misión, como unidad y como comunidad de destino en lo universal,
que es como se encuentra escrito su nombre en lo alto. Y habla de sus
raíces más hondas, de su alma, hoy aprisionada y deformada por la
izquierda y la derecha, de su única esperanza, de su vena heroica;
habla de la gran coyuntura que servirá la Falange".
Versión de Fernando Meleiro del discurso de Villagarcía de Arosa: Anecdotario de la Falange en Orense.
El Fascismo viene a ser como la Codicia llevada a la política hasta sus últimas consecuencias físicas. Si hubiese conseguido reconstruir el Imperio Romano, lo que incluye Hispania, probablemente no hubiese parado hasta conquistar militarmente todo el mundo. Quedando claro que el Fascismo es ajeno a la Moral Cristiana y solo pacta con la Iglesia como una estrategia más de consolidación del poder.
Si bien, en su época no resultaba tan descabellado pretender para sí lo mismo que la masónica Inglaterra liberal había expoliado a medio mundo, ésta doctrina belicista está completamente desfasada y solo podría actualizarse en el sentido Joseantoniano del término Imperio, que es mucho más moderado. ¡Pero eso ya sería Falange y no Fascismo!
a) Desde el punto de vista teórico, el planteamiento que encontramos en la doctrina fascista es que no sólo no se cree en la posibilidad de una «paz perpetua»; sino que tampoco se la considera conveniente (útil). El Fascismo en su doctrina va mucho más lejos de simplemente repudiar el pacifismo (el renunciar a la lucha); es decidido partidario de la guerra: " ... Sólo la guerra es capaz de elevar al máximo la tensión de todas las energías humanas, imprimiendo un sello de nobleza ... " La doctrina fascista considera que la guerra es necesaria para el hombre, porque representa la prueba decisiva, al colocarle frente a sí mismo; «en la alternativa de la vida y la muerte». Consiguientemente toda doctrina que parta de un postulado en favor de la paz es extraña al Fascismo. A esto hemos de añadir que no se trata de un planteamiento válido únicamente a escala nacional; como estrategia o política nacional, o como línea directriz para la actitud del Fascismo como partido político, sino que expresamente indican que este espíritu bélico (belicoso) -amante de la guerra ha de trascender al individuo. La educación cívica que el Fascismo pretendía imponer; el nuevo «estilo de vida italiano» que aspiraba a implantar presuponía la formación para el combate; «con la aceptación de los riesgos que ello comporta». |
Sin apartamos del aspecto doctrinal,
podemos comprobar en otros tratadistas del Fascismo como F. Ercole que
todavía van más allá en el planteamiento al matizar que no sólo se trata
de participar en una guerra defensiva, por defender a la Patria; al
verse obligados a defenderse de un ataque exterior.
Cuando se dieron cuenta de las consecuencias de la guerra, los mismos teóricos que habían creado la ideología Fascista, como Dino Grandi y Edmondo Rossoni (Dino Grandi siempre fue un fascista pacifista), destituyeron a Mussolini como única manera de poner fin a la guerra y ésto les costó la vida.
El concepto Falangista de patriotismo nada tiene que ver con esta visión Fascista de la vida y la muerte. Por eso José Antonio gustaba de matizar que somos "nacionales y no nacionalistas".
17º El Estado Fascista no es ni se parece al Estado Sindical y Nacional que entiende el Estado como Servicio y no al revés.
1) Tal como se indica en el arto. 1 de la «Carta del Trabajo», el Estado fascista es una unidad «moral, política y económica». El Estado tiene un carácter «integral» y «totalitario» de cara al valor esquemático y restringido que tenía el Estado para la doctrina y para la conciencia individualista. |
2) Concebido en tales términos, la denominación referida al tipo de Estado no podrá por tanto ser ya la de «Estado de Derecho» en el sentido en que se quiere indicar al «Estado moderno». Y tampoco podrá ser el de_«Estado económico» en el sentido bastante inadecuado en el que se viene oponiendo a la figura jurídica del Estado -incluso dentro de la literatura jurídica italiana- bajo la etiqueta de «Estado corporativo», en el sentido «profesional» de la palabra. |
3) El principio fundamental del Fascismo que implica el reconocimiento del Estado como realidad metajurídica integral, es decir, moral, política y económica, excluye la posibilidad de identificar al Estado con el Derecho o subordinar el Estado al Derecho, según los planteamientos del «Estado de Derecho». Esta formulación -sigue diciendo Costamagna- originariamente debida a Kant que ve en el Estado el órgano del Derecho, fue elaborada por la escuela técnico-jurídica del 1 Reich (República de Weimar). Según esta escuela jurídica el Estado queda preordenado a la realización del derecho subjetivo del individuo, donde encuentra su propia justificación. Este «derecho subjetivo» es la fórmula bajo la cual el tecnicismo de esta escuela jurídica había disfrazado el antiguo concepto de «derecho natural» del hombre. |
4) Por el contrario, para la doctrina fascista el Estado tiene como fin a sí mismo, equivalente a decir la civilización, en cuanto contenido de la «ciudad», es decir del mismo Estado: y por este motivo como «potencia». Sin ello, el Estado no sería plenamente soberano, o lo que es lo mismo, no sería autárquico como lo exige la nueva conciencia. Continuaría siendo el «Estado aparato», instrumento de fines extrínsecos; de los intereses individuales.
Por lo tanto, no es admisible el significado de «Estado de Derecho» en el sentido subjetivo de la palabra, i.e. en el sentido de que la finalidad del Estado sea la realización de los derechos de los individuos integrados en dicho Estado.
5) Según los juristas del individualismo, la característica fundamental del Estado de Derecho está íntimamente ligada con estos principios y con el ejercicio de la división de poderes así como la declaración y garantía de los derechos de «libertad civil». Todas estas premisas no se dan en el Estado fascista. Esto no obstante, no se puede dudar que el Estado fascista posea un ordenamiento jurídico completo, que regula su actividad conforme a derecho, en el sentido «objetivo» de la palabra.
6) Bajo este punto de vista -y otros muchos- el ordenamiento jurídico del Estado fascista es mucho más completo que el del Estado individualista.
Frente al criterio de la «cantidad» se opone el criterio de la «calidad» del derecho. Esto está en relación cop/fl naturaleza «integral y totalitaria» del Estado fascista y también con el reconocimiento del Estado como «potencia». Vuelve el concepto expresado en el preámbulo del Digesto: «Imperatoriam majestatem non solum armis decoratum, sed etiam legibus oportet esse armatam.» Desde este enfoque, el Estado fascista podría ser denominado «Estado de Derecho», asumiendo el Derecho en la consideración de un medio y no de un fin y dándole un significado objetivo a la definición. Equivale a decir que tal Estado desarrolla y perfecciona el principio de la legalidad en la propia estructura y en el propio funcionamiento (<<Estado legal») y promueve en las relaciones humanas el sentido del deber basado en el Derecho objetivo. Esto bastaría para eliminar la tesis de que el Estado fascista sea la continuación de aquel tipo de «Estado moderno» denominado así exclusivamente en relación al ejercicio del derecho subjetivo. Y bastaría también para eliminar la posibilidad de que se atribuya al Estado fascista el concepto de una «legalidad negativa» al estilo del «anti-Estado» soviético con su «legalidad revolucionaria».
Precisamente por esta razón ... es válida la denominación de «Estado totalitario», que ha entrado ya en el uso de la terminología contemporánea y que tiene la ventaja de adecuarse al principio fundamental y al criterio de organización de la nueva sociedad, en cuanto que explica y justifica el carácter integral y unitario que en él asume el ordenamiento jurídico-político (del Gobierno). | | | | |
18º Democracia Orgánica y Democracia Integral. | | | |
Mussolini habló en alguna ocasión del Fascismo como Estado Orgánico y Democracia Integral sin concretar en qué consisten estas instituciones "Integralmente Democráticas". A diferencia de la Democracia Orgánica falangista e incluso el Estado Nacional de Francisco Franco el Fascismo no instituye métodos libres de participación y elección. El confuso término de Democracia Integral puede estar relacionado con la existencia de partidos políticos y elecciones durante la primera etapa del fascismo. Sin embargo frente a la contundente realidad de los hechos históricos está la confusión teórica de las palabras. De la continua polémica -hasta el hastío- nos dice Costamagna sobre el carácter democrático o no democrático del Estado fascista, y de otros modelos de Estado que vienen como producto de otras revoluciones nacionales y populares, no se puede salir si no es valiéndose de las oportunas matizaciones. En razón del valor trascendente con que el Fascismo considera al Estado, el Gobierno (el poder ejecutivo) puede considerarse como el objetivo de un derecho propio de los gobernantes, según la posición del gobierno de dominio. De otra parte, el conocimiento más amplio y absoluto de una función ejercida en beneficio del bien común es la que motiva la organización del Estado totalitario que justifica la validez del poder (del ejercicio de la autoridad) y determina el modelo de gobierno. En tales términos, el Estado totalitario del Fascismo se presenta como modelo perfecto de «Estado popular» en cuanto «Estado-Nación». |
Según Mussolini, «el nuevo Estado -aludiendo a los criterios de organización del Estado- no es un Estado absoluto y, menos aún, un Estado absolutista, alejado de los hombres y armado sólo de leyes inflexibles ... El nuevo Estado es un Estado orgánico, humano, que quiere atenerse a la realidad de la vida". Citando palabras textuales de Mussolini, Costamagna sigue diciendo: «El Fascismo rechaza en la democracia la absurda mentira convencional del igualitarismo político. la costumbre de la irresponsabilidad colectiva y el mito del elemento moral es lo primero que entra en consideración. y en la medida la felicidad y del progreso indefinidos. Sin embargo, si la democracia puede ser entendida de otra forma, es decir, si la democracia significa el no relegar al pueblo y marginarlo del Estado, entonces el Fascismo puede ser definido como una democracia organizada, centralizada y autorizada.» Pero sin concretar nuevos mecanismo por los que el pueblo elije a sus representantes.
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En otra ocasión, y refiriéndose al mismo tema, Mussolini añadía: «Sería hora de terminar ya con la pretendida antítesis de Fascismo y democracia ... Si algunos se decidiesen de una vez a atravesar la frontera de Italia, se convencerían de que si existe un país donde se ha realizado la verdadera democracia, ese país es la Italia fascista.» Y esto es así efectivamente, sigue diciendo Costamagna si admitimos que el hecho de poseer una estructura representativa no puede asegurar del todo a un determinado Estado el título de «gobierno democrático», siempre y cuando de la democracia se quiera presuponer un concepto orgánico y no un mero concepto formal. La cuestión no puede parecerse hoy si no es con relación al modelo concreto de democracia que se denomina «democracia representativa» o «parlamentaria», y que sería el prototipo del sistema «deliberativo», contrapuesto al sistema «autoritario».Ahora bien, el «Estado parlamentario»,
fundado sobre la pretensión y el egoísmo de una clase social, puede
estar -y lo está- tan lejos del sentido de los intereses generales del
pueblo como puede estarlo el «Estado y gobierno de dominio». Según Mussolini, «los sistemas representativos pertenecen más a la mecánica que a la moral». | | | | |
Queda claro que la Democracia Integral del Fascismo Italiano se justifica en base a la crítica que hace a las democracias liberales pero no aporta instrumentos creíbles de representación salvo la Cámara de los Fascios y las Corporaciones mediatizadas por un verdadero y omnipresente Partido Único. La Democracia Orgánica
se realizó durante el Estado Nacional a través de los Cauces. Naturales
de Convivencia votando a representantes en las Cortes de los Tercios
Sindical, Municipal y Familiar que las componen. Si bien, es cierto, que por causa de la Guerra el estamento militar condicionaba bastante la política durante el Estado Nacional.
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Por el contrario, para la nueva ciencia del Estado -opina Costamagna- de este elemento, se justifica el modelo de «popular» del Gobierno en el Estado totalitario. Ante eso, los conceptos de representación y de gobierno representativo resultan inútiles. La dignidad del Estado totalitario no puede constreñirse a las estrecheces formales del «Estado con Gobierno representativo». Esto equivale a decir que no puede quedar reducida al resultado de unsistema electoral. Correlativamente, el concepto de las libertades políticas no puede ser utilizado para explicar el modo de ser de un Estado que se propone no ya presidir las autonomías individuales sino hacer converger las energías de la comunidad en el máximo resultado de la potencia, a la vez que remediar la dispersión de las múltiples opiniones que constituyen la impotencia de la democracia individualista, restaurando el concepto del bien común y haciendo valer la necesidad de que una voluntad prevalente dirija el Estado. |
Por lo tanto, las reglas propias de la organización del Estado fascista son las de institucionalidad y jerarquía. No sólo tienen valor jurídico sino también político y moral y se integran recíprocamente hasta el punto de resultar inseparables. Están en estrecha relación con el carácter autoritario y totalitario del nuevo orden, del que se deduce el principio de la subordinación, fundado sobre la concepción absoluta del valor del Estado que se expresa en el concepto de autarquía. |
El Movimiento Nacional no funcionó como un Partido Único sino más parecido a lo que ahora es el "Constitucionalismo".
Conclusión.
Las diferencias entre la Falange de José Antonio, Ruiz de Alda y Onésimo con el Fascismo lo son en cuestiones tan Fundamentales, tan Serias, tan Numerosas y Profundas que No es posible afirmar que son similares al Fascismo sin faltar a la Verdad. Cualquier parecido es meramente superficial.
Otras desviaciones del falangismo (erróneamente identificadas con Ramiro Ledesma Ramos) han aceptado ser fascistas como estrategia política, de manera interesada para obtener apoyos financieros del extranjero, fundamentándose en los parecidos superficiales con la falange primigenia. Pero esto es una corrupta vuelta atrás en lugar de caminar mirando hacia adelante.
Sin
duda una FE-JON-S sin José Antonio se hubiese parecido más al Fascismo,
aunque sin llegar a serlo, de ahí también la importancia de ser
"Falangista y Joseantoniano".
¿Fué Falange Fascista en sus Orígenes?
"La gente, poco propicia a hacer distinciones delicadas, nos echa encima todos los atributos del fascismo, sin ver que nosotros solo hemos asumido del fascismo aquellas esencias de valor permanente que también habéis asumido vosotros, los que llaman los hombres del bienio"
José Antonio Primo de Rivera.
El posible mimetismo falangista con el fascismo se produjo en una época en la que éste último todavía no era responsable de crímenes ni de discriminaciones racistas, o no se conocían. Sin embargo sí que se conocía el genocidio llevado a cabo por el comunismo soviético.
El supuesto mimetismo inicial con el fascismo lo explica muy bien Ramiro Ledesma en otro apartado de ésta misma entrada.
El problema es también que en aquella época las noticias llegaban tarde y mal y se desconocía las intenciones ocultas (o más bien las imposiciones racistas del nacional-socialismo alemán) de la ideología fundada por Benito Mussolini.
Muchos pensaban que consistía en unificar todos los recursos de una nación para poder erradicar marcialmente, uno por uno, todos los problemas que afectaban a esa nación a través de la unificación del mando y los recursos. Como de hecho así fué al principio. Así como en hacer frente, dando la cara, a la violencia callejera que normalmente era ejercida por la izquierda política. Y es esta idealización del Fascismo la que atrajo a muchos en esa dirección. Siendo la base, débil pero cierta, en que se fundamenta dicha "acusación".
"El fascismo, para el director general de Seguridad, es una especie de institución secreta que la Dirección muy de cerca vigila, hasta el punto de que, según el director de Seguridad, es la pesadilla del fascismo. Pues bien: esta idea del fascismo –y perdóneme el señor director general de Seguridad– es una idea perfectamente zafia. El fascismo podrá concebirlo asi, como una partida de la porra, tal vez un concejal de un lugar de España alejado de todas las comunicaciones; pero el fascismo es una inquietud europea, una manera nueva de concebir todo: la Historia, el Estado, la llegada del proletariado a la vida pública; una manera nueva de concebir todos los fenómenos de nuestra época e interpretarlos con sentido propio. El fascismo triunfó ya en varios países, y ha triunfado en algunos, como en Alemania, por la vía democrática más irreprochable".
José Antonio: Discurso pronunciado en el Parlamento el 1 de febrero de 1934.
¿Se distanció progresivamente Falange del Fascismo?
José Antonio Primo de Rivera viajó por Italia y Alemania y siguió la evolución del Fascismo alejándose progresivamente de dicha evolución, construyendo una personalidad ideológica propia para Falange y lo hizo con anterioridad a la conversión del fascismo en movimiento racista. Aunque siempre conservó el patriotismo y espíritu militar recibido de su educación y no del Fascismo.
"la Falange Española de las J.0.N.S. no es un movimiento fascista, tiene con el fascismo algunas coincidencias en puntos esenciales de valor universal; pero va perfilándose cada día con caracteres peculiares y está segura de encontrar precisamente por ese camino sus posibilidades más fecundas"
Nota publicada en la prensa el 19-12-1934 redactada por José Antonio.
"Dice que nuestro fascismo no tiene de italiano sino el nombre. Y, cabalmente, el nombre es lo que no tiene ni ha tenido nunca: jamás se ha llamado fascismo en el olvidado párrafo del menos importante documento oficial ni en la más humilde hoja de propaganda".
José Antonio Primo de Rivera La censura republicana prohibió en abril de 1936 la publicación de este artículo en Informaciones, que apareció en Baleares el 6 de enero de 1940.
Los enfrentamientos contínuos del Fascismo italiano contra la Iglesia que desembocaron en la condena de la Iglesia al Fascismo son hechos que influyeron decisivamente en el posicionamiento ideológico de la casi totalidad de fundadores de Falange como José Antonio u Onésimo Redondo.
Ramiro Ledesma Ramos y otros pocos considerados más "filofascistas", por decirlo de algún modo, debido a su corporativismo y su actitud puramente teórica ante la violencia, se revelaron contra José Antonio, fracasaron y se marcharon acusando a Falange precisamente de "Fascista". Lo cierto es que ambos intentaron crear algo genuinamente español y diferenciado pero solo José Antonio Primo de Rivera lo consiguió. (Ver programa político de J.O.N.S. )
Tras su marcha intentó refundar las JONS renunciando completamente a todo fascismo y nacionalsocialismo en una contradictoria actitud. Y es que las personas y los pensamientos evolucionan en sus formas. Hay que reiterar que las ideas de Ramiro no fueron iguales a las del fascismo conocido.
Se da la paradoja de que después de que Falange se distanciaba del Fascismo Corporativista, el Fascismo Revolucionario evolucionaría aproximándose a la Falange teórica en algunos aspectos.
¿Falange es actualmente Fascista?
NO debería, aunque existió y existe un grupo que fundamenta su ideología en la primitiva versión corporativista (que no desmantela el capitalismo) del nacionalsindicalismo de Ramiro Ledesma Ramos que, todo hay que decirlo, tampoco es igual al Fascismo, y otro grupo de ideología confusa con elementos extraños.
Solamente el blog F.E.D. da a conocer las ideas del falangismo de forma clara y contundente.
"Hay también los intentos del Estado totalitario; pero no me refiero al fascismo, que es una experiencia que no ha llegado a cuajar".
José Antonio: Conferencia en Zaragoza 17-02-1935
¿Existe un componente Fascista en Falange?
Como ha existido en todas las ideologías incluyendo a socialistas, comunistas y democratacristianos. Sin embargo Falange es la única que lo ha mantenido como parte de su estética y de su mística si es que llamamos fascismo al hecho de entender la política como servicio y milicia.
"Aun concediendo que Falange, como organización española, tenga estilo netamente español, etc., ¿a qué fascismo se aproxima más, al italiano o al alemán? :
Coincide con la preocupación esencial a uno y otro: la quiebra del régimen liberal capitalista y la urgencia de evitar que esta quiebra conduzca irremediablemente a la catástrofe comunista, de signo antioccidental y anticristiano. En la busca del medio para evitar esa catástrofe, Falange ha llegado a posiciones, doctrinales de viva originalidad; así, en lo nacional, concibe a España como unidad de destino, compatible con las variedades regionales, pero determinante de una política que, al tener por primer deber la conservación de esa unidad, se sobrepone a las opiniones de partidos y clases. En lo económico, Falange tiende al sindicalismo total; esto es, a que la plus valía de la producción quede enteramente en poder del Sindicato orgánico, vertical, de productores, al que su propia fuerza económica procuraría el crédito necesario para producir, sin necesidad de alquilarlo –caro– a la Banca. Quizá estas líneas económicas tengan más parecido con el programa alemán que con el italiano. Pero, en cambio, Falange no es ni puede ser racista".
José Antonio Primo de Rivera.
Además José Antonio nos legó una bastante completa crítica del sistema alemán nacional-socialista que podrá leerse en la entrada dedicada al Socialismo.
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¡No es por la Ideología! La estética, el ambiente marcial y los símbolos son el motivo por el que siempre nos llamarán Fascistas. ¿Y a quien le importa? Así tendremos un aliciente más para explicar nuestra historia y nuestras ideas. (Foto de la otra Falange en un acto que fue prohibido por el PSOE y el sistema).
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"También se nos critica y se nos acusa de emplear procedimientos y doctrinas de otros países, tachándonos de imitadores y se nos tilda de fascistas.
A los que tal dicen hemos de contestar que si por fascistas se entiende aquellos hombres que tienen una fe y una creencia en sí mismos y una fe y una creencia en su Patria, como algo superior a la suma de individuos, como una entidad con vida propia, independiente, y con una empresa universal que cumplir, efectivamente, lo somos.
Pero rechazamos tal calificativo si se cree que para ser fascista basta la parte externa, los desfiles, los uniformes, los actos espectaculares más o menos decorativos.
Por eso la salvación de España está en nosotros mismos directamente, sin mediaciones de los partidos políticos, ni de los diputados, ni de nadie más que nuestro esfuerzo y voluntad.
Se tacha de asesinos a unos hombres que no hacen otra cosa que predicar su amor a España; lo que sucede es que predicamos y encendemos ese amor, no de una manera blanda, suave, sino resuelta, enérgica y viril, estando dispuestos por ese amor a ofrecer el sacrificio de nuestra sangre."
José Antonio: Discurso en Callosa del Segura 23-07-1934.
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Aparentemente parecidos pero con diferencias importantes. Estos sí que eran los nuestros en el mismo año y lugar en un acto similar hoy prohibido por el gobierno del PP. Lo más absurdo de estas y otras prohibiciones es que se trata de actos internos en lugares remotos y a horas intempestivas que no ve casi nadie.
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Una anécdota muy conocida de José Antonio.
"...uno de nuestros muchachos cometió el error de gritar cerca de él algo que siempre le sacaba de quicio (puesto que le recordaba sus inicios en la vida pública):
¡Viva el Fascio! y esto con el deje extremeño característico.
José Antonio le reprendió airado. Le habría pulverizado con la mirada.
Discúlpale dije a su lado en voz baja. es un campesino entusiasta.
Lo único que nosotros gritamos es ¡Arriba España! y ¡Viva la Falange! gritó José Antonio al buen camarada. ¡Que no os vuelva yo a oír semejantes cosas!"
José Antonio Primo de Rivera.
Onésimo Redondo contra el Mimetismo Fascista.
"Protestamos de los llamados "fascistas españoles" que quieren adoptar el fascismo como una "fórmula" nueva.
Cuando
se habla de crear "un movimiento fascista, un partido fascista, un
Estado fascista", se confunde lo accidental con lo sustancial; se toma
la manga por el brazo.
Cada política tiene sus momentos, cada pueblo,
sus problemas, y cada nación engendra espontáneamente a sus salvadores auténticos.
Es
estéril o contraproducente dogmatizar sobre el apoderamiento del
Estado, recordando el caso concreto de Italia, como es equivocado y
servil atenerse a las palabras y leyes del fascismo, para reproducirlas
hasta con sus nombres en otros pueblos, por la razón principal de que a
los italianos les va muy bien con ellas. No somos fascistas porque el
fascismo es también una fórmula extranjera. Su triunfo en un pueblo
extraño puede enseñarnos y alentarnos para lograr una vigorización de la unidad nacional y una redención
de las masas como las que en dos pueblos de Europa se realiza: pero
tendremos buen cuidado de no guiarnos por el mimetismo, vicio cuyo
aborrecimiento es la razón específica de nuestro partido.
Pensar en una adaptación a España de lo que Mussolini y Hitler han concebido
para sus respectivos países es incurrir en el mismo vicio que
denunciamos en nuestros enemigos, los extranjerizados de toda laya
autores ya seculares de la degeneración y ruina de nuestro imperio y
nuestro pueblo.
Nada de introducir ni copiar. Lo que ocurre fuera es bueno para aprender y malo para importarlo. El que introduce especula con la presunta
inferioridad de su raza e incapacidad de la cultura de su patria para
alumbrar soluciones a los males nacionales; ello es injurioso y nocivo.
Tan
lejos debemos estar de un tradicionalismo demasiado rural y romántico, a
lo Donoso Cortés, confiado en hallar la solución de todo con solo dar
media vuelta hacia el pasado, como de adoptar porque sí, lo que fuera de
España se lleva en el día, llámese comunismo o Fascismo.
Estará bien, amigos, que estudiemos (¡y mejor a fondo que por encima!) el fascismo y el hitlerismo. Pero no para concluir con lógica aldeana y perezosa: "así debería de hacerse en España!"
He aquí
las voces de nuestra revolución. Por el fascismo formulista no debe
morir un sólo joven español; por la resurrección de las Españas debemos
aprestarnos a morir todos.
Ni nos subimos al platillo de la dictadura como único contrario en la balanza política al de la democracia, ni nos apuntamos en una imaginaria internacional de doctrinas que se ha convenido en llamar fascistas.
Nosotros, a lo nuestro y en lo nuestro
Onésimo Redondo Ortega.
"Nosotros, a lo nuestro y en lo nuestro" es la consigna que mejor define Falange Española Digital y su Asociación Democracia Orgánica Digital.
Ramiro Ledesma Ramos o la asimilación del Fascismo como una realidad Identitaria y Distinta.
"No somos fascistas. Esta fácil etiqueta con que se nos quiere presentar en la vía pública es totalmente arbitraria. Si los elementos pseudoliberales quieren combatirnos, y bien justificado está que lo hagan, tengan primero con nosotros la bondad elemental de enterarse de cuales son nuestros propósitos y qué cosas queremos y propugnamos.
Vamos contra la vieja españa con propósitos superadores. Nuestra posición teórica véase y estúdiese en los libros del maestro José Ortega y Gasset, donde se hallará casi íntegra.
En todo caso, nuestra actitud no consiste sino en el lanzamiento de una idea nacional, a la que hemos de adherirnos con todo tesón. Esa idea nacional será por nosotros elaborada, justificándose en motivaciones que creemos indubitables. Resulta grotesco, por tanto, que por el solo hecho de poner ante la enseña liberal, a la que creemos envejecida y caduca, un signo de indiferencia y de desdén se nos crea en relación con ideologías reaccionarias"
Ramiro Ledesma Ramos: Un pleito entre escritores... 1930.
"Fácilmente se comprenderá que cuantas veces utilicemos aquí la palabra "Fascismo" lo hacemos como una concesión al vocabulario polémico mundial, pero sin gran fe en la exactitud expresiva, ya que, por nuestra parte, nos inclinamos a negar al fascismo propiamente dicho características universales".
[...] Podemos, en efecto, poner en fila una serie de características, de perfiles, de propósitos y de sueños, que nos entrega con claridad perfecta la figura exacta del fascismo, como fenómeno mundial. En el sentido de ese concepto, y solo en él, cabe hablar de fascismo fuera de Italia, es decir adquiere esa palabra capacidad universalista.
[...] El fascismo , como fenómeno mundial, no es hijo de una fe ecuménica, irradiada proféticamente por nadie. Es más bien un concepto que recoge una actitud mundial, que señala una coincidencia amplísima en la manera de acercarse el hombre de nuestra época a las cuestiones políticas, sociales y económicas más altas. Pero hay en esa actitud mundial zonas irreductibles, que son las primeras en denunciar la no universalidad originaria del fascismo. Pues su dimensión más profunda es "lo nacional". De ahí que el fascismo no tenga otra universalidad que la que le preste el soporte "nacional" en que nace.
[...] Esos son los rasgos fisionómicos de la actitud fascista mundial. Con mayor o menor fidelidad a algunos de ellos, así piensan los individuos y los grupos a quienes se dirigen las invectivas del antifascismo mundial.
Idea nacional profunda. Oposición a las instituciones demoburguesas, al Estado liberal-parlamentario. Desenmascaramiento de los verdaderos poderes feudalistas de la actual sociedad. incompatibilidad con el marxismo. Economía nacional y economía del pueblo frente al gran capitalismo financiero y monopolista. Sentido de la autoridad, de la disciplina y de la violencia".
"Si, en efecto, no hay otras posibles rutas que las del fascismo o el bolchevismo, nosotros aceptamos y hasta requerimos que se nos incluya en el primero".
"En última instancia a la interpelación del dicterio no le queda al paciente fascista sino responder diciendo: ¿Bueno y qué?"
Ramiro Ledesma Ramos.
Por lo tanto, Ledesma Ramos entenderá por revolución fascista aquella de carácter nacional y antimarxista como la que él mismo propugnará, que recibe tal calificativo no tanto por su inspiración en el caso italiano como por ser italiana la primera en el tiempo. Y ello es así porque
"la revolución nacional, es decir la que de un modo sincero, hondo y entrañable hace un pueblo [...] no puede ser nunca un plagio, una copia de lo que ya había hecho otro pueblo".
Ramiro Ledesma Ramos
Pese a lo confuso de las manifestaciones de algunos de sus correligionarios, sólo en este sentido aceptará para las JONS la calificación de fascistas - a lo que se resistió durante su actuación política y publicística en torno al semanario La Conquista del Estado-, empeñándose no obstante en marcar las distancias del movimiento italiano, al que no querían imitar.
"Es digno de mención el hecho de que las JONS no quieran ser llamadas "fascistas", porque, aún reconociendo la transcendencia mundial del Fascismo, quieren crear una fórmula política que no sea copia de un movimiento que, aunque admirable, es extranjero, sino que surja espontáneo y genuino de las tradiciones del pueblo español".
Informe remitido a Roma en 1933 por un enviado italiano.
Ledesma intentó recrear las JONS, mas nunca logró tener un número suficiente de miembros para hacerlas viables, mientras que por su parte la Falange aumentaba progresivamente sus filas. La nueva agrupación saca un nuevo semanario, «La Patria libre», que polemizará agriamente con Falange. En el mes de mayo publicó su libro Discurso a las juventudes de España y en noviembre del mismo año su obra Fascismo en España (sus orígenes, su desarrollo, sus hombres) (Ramiro Ledesma firmó este libro bajo el seudónimo de Roberto Lanza) en el que señala que
«para ellos su escisión y rompimiento con Falange equivale, de hecho, a la liquidación definitiva de una concepción que les era preciso superar»
y el libro termina con estas palabras:
«A Ramiro Ledesma y a sus camaradas les viene mejor la camisa roja de Garibaldi que la camisa negra de Mussolini.»
Solo cuando abandonó las filas de FE-JON-S en 1935 hizo Ledesma Ramos renuncia expresa de cuanto había de fascista en el jonsismo (así como del nacional-socialismo), lo que no le impediría solicitar el reconocimiento por la Entente du Fascisme Universel de la organización que pretendía recuperar (Y es que fundar un partido nuevo cuesta mucho esfuerzo y dinero).
En mayo de 1936 visitó a José Antonio
en la cárcel Modelo de Madrid y se ofreció a Falange para todo. En el
mes de julio editó el primer y único número de la revista «Nuestra Revolución»
y pocos días después del Alzamiento del 18 de julio, es detenido e
ingresado en la prisión de Ventas, de donde fue sacado, junto con Ramiro de Maeztu, para ser fusilado en Aravaca el 29 de octubre de 1936. Le fue otorgado a título póstumo la Palma de Plata del Movimiento.
Consideraciones sobre el Fascismo.
José Luis de Arrese pronosticó la Guerra Fría y realizó una serie de valoraciones, muchas de ellas muy acertadas y otras no tanto, que resultan siempre interesantes:
Sindicalismo y
corporativismo.
Hemos dicho que el
nacional-síndícalismo no es el corporativismo, y como estos dos
conceptos los confunde mucha gente, vamos a dejar bien marcadas las
diferencias que entre uno y otro existen:
1º. En lo político.
El nacional-sindicalismo
es una solución total del Estado.
El corporativismo es una
solución parcial, ya que sólo alcanza al problema económico.
¿Qué
solución da, por ejemplo, a los problemas internacionales? Hasta
ahora, el mejor ensayo se ha hecho en Italia, y allí no es más
que una pieza adjunta a una perfecta maquinaria política.
Decir Estado corporativo
es como si nosotros dijéramos Estado sindicalista. Seríamos poco;
nos encontraríamos con una infinidad de problemas sin poder
resolver: con todos aquellos de índole extraeconómica y
extrasocial, cuya solución se encuentra en la palabra "nacional"
que anteponemos a la palabra "sindicalista" .
"Los sistemas
corporativos que hoy existen no han resuelto con arreglo al espíritu
de la doctrina el gran problema del origen del poder público. Las
corporaciones no son todavía ni el origen ni la base de la
soberanía.
En los Estados corporativos el poder público sigue
radicando en fuerzas u organizaciones extracorporativas, capaces de
vencer el particularismo organizado de las distintas funciones
sociales. Lo que en la ciencia política se denomina corporativismo
puro aún no ha logrado en país alguno una plena realización".
"Hoy día, el Estado
corporativo ni existe ni se sabe si es bueno".
El Barón Volgelsang,
artífice del corporativismo austríaco, decía: "Las
corporaciones estarán protegidas por el Estado"; y Hitze: "Las
corporaciones ... no deben ser oficiales".
Es decir, concebían las
corporaciones como organismos económicos adheridos al organismo
político: el Estado protector.
Nosotros no concebimos al
nacional-sindicalismo protegido por el Estado porque no reconocemos
esa dualidad, como no concebimos al ejército y a la marina adheridos
al Estado, porque forman parte del Estado mismo.
Sin que esto quiera decir
que el ejército y la marina tengan por ejemplo, atribuciones
religiosas o económicas.
2.° En lo económico.
El corporativismo no es
una solución perfecta del problema.
social porque:
a) El corporativismo no
renuncia a que haya clases, ya que al hacer gremios de patronos y
sindicatos de obreros reconoce que representan distintos
intereses.
El nacional-sindicalismo,
por el contrario, cree que tanto los patronos, como los técnicos,
como los obreros representan un solo interés: la producción, Que
cada grupo son piezas necesarias, aunque no suficientes, en el
engranaje productivo, que ni el capital, ni la técnica, ni la mano
de obra son capaces de producir por separado y que, por tanto, todos,
absolutamente todos, son una misma clase, y que todos, en sus
respectivas jerarquías profesionales, son igualmente
productores.
Por eso, no descansan
nuestros Sindicatos en Sindicatos separados de patronos y de obreros,
como hemos dicho al hablar de las C. E. N. S. y de las C. O. N. S.,
sino en un solo y común Sindicato.
b) El corporativismo no
elimina totalmente la lucha de clases, porque reconoce las clases, y
aunque los grupos están unidos por arriba en la Cámara corporativa
nacional, esta unión está demasiado arriba, demasiado distante, y
no evitará nunca que por abajo el patrono y el obrero, puestos
frente a frente, dejen, cuando menos, de mirarse con recelo.
El nacional-sindicalismo,
al no reconocer las clases, imposibílita la lucha.
"Queremos que no haya
clases, porque es la manera de que no haya luchas".
"Nuestro régimen
hará radicalmente imposible la lucha de clases, por cuanto que todos
los que cooperan a la producción constituyen en él una
totalidad orgánica".
En cambio, nuestros
Sindicatos "no necesitarán ni de Comités paritarios ni de
piezas de enlace, porque funcionarán orgánicamente como funciona el
ejército, por ejemplo, sin que a nadie se le haya ocurrido formar un
Comité paritario de soldados y Jefes".
En resumen: el
corporativismo necesitará enlaces y tribunales mixtos porque tendrá lucha, y tendrá lucha porque reconoce las clases, y reconoce las
clases porque parte del error de considerar a los hombres divididos
en vendedores de trabajo (obreros) y compradores de trabajo
(patronos).
"El Estado
corporativo no está implantado ni siquiera en Italia; porque lo que
en este país se llama corporación, en realidad no es otra cosa que
un inmenso Jurado mixto o Comité paritario. De un lado, la
confederación obrera; de otro, la patronal, y arriba, coronando el
edificio, la corporación.
"Es decir, que en
Italia, actualmente, se parte de la idea de que el capital y el
trabajo son términos forzosamente opuestos y que hay que armonizar
en bien de la producción. Cuando, en realidad, lo que debe hacerse
es fundir a los dos en una síntesis suprema; esto es: formar un
concepto unitario y superior, integrado por el capital y el
trabajo, y que utilice a ambos como a elementos necesarios del
proceso económico.
"Cuando esa síntesis
se haya conseguido, podrá decirse que existe la
corporación".
El nacional-sindicalismo,
en cambio, concibe la empresa como una sociedad de productores en la
que todos ponen algo, unos en forma de capital y dirección, otros
técnica y otros de mano de obra, y en cuyas ganancias, por tanto,
todos participan de dos maneras: con una parte fija (salario al
obrero, sueldo al técnico e interés o salario del capital al
empresario) y otra variable, formada con el resto de los
beneficios y proporcionalmente repartida según las participaciones y
jerarquías.
3º. En lo moral.
El corporativismo es un
producto de importación, mientras que el nacional-sindicalismo nace
de España y para España, exprimiendo del alma popular el jugo
nacional de sus vicios y sus virtudes características. Un
ejemplo que se ha repetido mil veces y ahora lo veo publicado nos lo
hará ver más claramente:
"En mi casa vivía en
el principal el casero ; en el primero, un potentado; en el segundo,
un aristócrata; en el tercero, un comerciante; en el cuarto, yo, y
en la buhardilla, el señor Cruz, el hojalatero.
"Cada vez que la
mujer del menestral daba a luz, lo que hacía con la mínima
frecuencia biológica, nos apresurábamos todos los inquilinos a
mandar una gallina o una canastilla de ropa o una tarta para festejar
el bautizo.
"En compensación, el
señor Cruz nos arreglaba un grifo, soldaba un chirimbolo roto o
desmontaba y limpiaba el caño del lavabo. Cuando coincidíamos
en el portal charlábamos un rato, nos dábamos un pitillo y
hablábamos mal del Gobierno.
"Pero un día los del
"ramo" le destinaron un piso en una barriada obrera; se
trasladó a ella, y se terminó para siempre la amistad y la
relación. Su mujer seguirá dando a luz sin que nadie, etc., etc., y
si nosotros llamamos a un señor Cruz para que nos arregle un
grifo, ya no será el señor Cruz, sino un obrero, uno que mirará
constantemente el reloj, etc., etc.
"Es natural! Ya no
seremos amigos: yo seré un patrono y él será un obrero".
Pues bien; el
corporativismo quiere llevar también al obrero español (al señor
Cruz) a su barriada correspondiente, a su Sindicato obrero y
dejar la casa de la ciudad para el rico, para el gremio de
patronos.
En la barriada, el señor
Cruz estará mejor que en su buhardilla; tendrá más aire, tendrá
más habitaciones, tendrá un jardín para él solo. Pero corno el
señor Cruz no es materialista, porque es español, y como español,
familiar, altivo, independiente, orgulloso, será menos feliz, porque
sentirá en el rostro la humillación de verse separado de la
sociedad como un apestado; echará de menos aquel ambiente patriarcal
de la casa de la ciudad, aquellos pitillos que se cambiaba con el
señor, aquellas charlas de igual a igual y aquellas chapuzas en las
que se permitía el orgullo de no cobrar.
Vivía peor, pero con más
dignidad; subía hasta la buhardilla, pero por el mismo portal que el
aristócrata y el potentado, y entre saludos y afectos de unos y
otros. Era el hojalatero, pero era el señor Cruz y ¡Tenía
personalidad propia! y una de dos: o el señor Cruz se resignaba al
nuevo ambiente atraído por el bienestar de su barriada y olvidaba
con rencor a sus antiguos vecinos y a su antigua buhardilla; es
decir, o triunfaba en él el materialismo soez de ver que su nueva
casa tenía más aire, más habitaciones y más luz, aunque menos
dignidad, menos cariño y menos calor patriarcal, o triunfaba el
espiritualismo del carácter español (que no sólo de pan vive el
hombre) y el señor Cruz renunciaba a su barriada y se volvía a su
buhardilla a reanudar sus pitillos, sus charlas y sus cambios de
favores.
El nacional-sindicalismo
no quiere que el señor Cruz forme un grupo aparte; quiere, sí, que
la buhardilla sea más amplia, más confortable, más alegre, pero
que vuelva a ella, que no se lleve al señor Cruz en busca del
bienestar, sino que se traiga el bienestar en busca del señor
Cruz: que lo accesorio debe ir en busca de lo principal, y no lo
principal en busca de lo accesorio.
Por eso, el
nacional-sindicalismo no hace Sindicatos aparte para obreros y
patronos, sino que a todos agrupa en una misma casa, alojando, eso
sí, en diferentes pisos a las diferentes jerarquías
profesionales, pero todos bajo el mismo techo, ¡como hermanos!
Y esos Sindicatos, que se
agrupan con otros Sindicatos, pero sin perder su característica
familiar (como las casas se agrupan en calles sin dejar por eso de
ser casas), formarán otros Sindicatos mayores, y éstos, a su
vez, otros mayores, y todos juntos, el Estado
Nacional-sindicalista, como las calles forman los barrios, y los
barrios, la ciudad. y así como la ciudad podría existir sin barrios
ni calles, pero no sin ese núcleo sustancial que es la casa, así el
núcleo sustancial del Estado Nacional-sindicalista será también el Sindicato, a diferencia del corporativismo, que toma como punto de
partida algo tan amorfo y tan confuso como la barriada.
José Luis de Arrese: La Revolución Social del Nacional-Sindicalismo (1935-1940)
La Solución Revolucionaria de los Fascismos.
"La tercera solución al problema social es la solución espiritual. Fijarse bien que no decimos fascista, aunque la gente lo dice. El fascismo ha sido la solución espiritualista de una nación, la primera si se quiere; pero el fascismo no es una solución universal, sino la adaptación. italiana de esa solución.
Nosotros, que somos españoles, no podemos ser fascistas, y no lo podemos ser precisamente por su misma esencia. ¿Podríamos ser al mismo tiempo nacionales y fascistas? ¿Españoles e italianos? Tendremos, sí, puntos de contacto; pero el saludo a la romana, la camisa, etc., son simplemente tributos de simpatía a un hermano mayor, pero son forma, no esencia, del movimiento, y las personas que por ver en nosotros camisas y ricino creen que somos fascistas, ni saben lo que es fascismo ni conocen el nacional-sindicalismo. Es como si creyeran que porque dos ciudades tuvieran calles que se llamaran igual habían de ser la misma ciudad. "
"Solución revolucionaria de los fascismos
La segunda solución al momento crítico que el mundo atraviesa es la solución revolucionaria de los fascismos cuya principal actitud consiste en empezar reconociendo que cuando se produce un hecho de tal naturaleza como la comunista no suele ser por vegetación espontánea ni porque un cerebro particularmente siniestro se empeñe en inventar espectros para tortura y miedo de las gentes apacibles, sino porque obedece a, unas causas reales que es preciso investigar si de veras se quiere llegar a la ocasión de resolver el problema en toda su trascendencia; por lo cual piensan, que la mejor manera de combatirlo (y este es el eje de la técnica fascista) es combatir al mismo tiempo las causas que produjeron tales efectos.
1) Propensión de las gentes a llamar fascista a todo lo que sea anticapitalismo y anticomunismo,
Por este modo de pensar que en realidad no es más original que el modo de mirar las cosas con los dos ojos en lugar de empeñarse en mantener sistemáticamente cerrado uno de ellos, el mundo, poco animado a sacudir la pereza mental que le lleva a confundir las cosas, ha dado en aplicar el nombre genérico de fascista a una serie de países que no tienen entre sí más parecido que ese denominador común de representar todos ellos una reacción no solo contra el comunismo sino también contra el capitalismo que preparó su advenimiento.
Así, estas gentes confunden con lamentable ligereza la fórmula ítaliana con la alemana y lo que es más triste engloban también en la equivocación a la fórmula española a pesar del empeño que han puesto sus fundadores y dirigentes desde el primer momento en establecer las profundas diferencias que los separan.
Sin embargo, no nos vamos a cansar en repetir una vez más esta serie de diferencias por dos razones:
Primera, porque tendríamos que recurrir para ello a una crítica a fondo y alguien pudiera confundir nuestro propósito limpio, con la no limpia costumbre, tan arraigada hoy, de cebarse en el caído. Por eso el que quiera conocerlas que se tome la molestia de leer los viejos textos falangistas, cuando aún Alemania estaba en el apogeo de su poder y era de bravos meterse con ella; pero no espere que lo repitamos ahora, porque España ha hecho de la generosidad y de la hidalguía norma permanente de su vida y no ha de caer en el papel de cuervo (ni siquiera en apariencia) aunque se trate como en este caso de algo que conviene a su propia defensa.
Segunda, porque ya va siendo cada vez más claro que este afán de confundir las cosas no se debe a un desconocimiento involuntario, sino a un propósito que encierra intenciones diversas en el fondo de las cuales se percibe la que da origen a todas ellas: la intención comunista. El comunismo, que ha hecho la guerra no solo para ganarla sino para utilizarla como medio de implantar en el mundo entero la revolución proletaria, necesita irse preparando el camino que aún le toca recorrer y, hoy por hoy, ningún procedimiento existe, ni más cómodo ni más sencillo, que este de llamar fascista a todo aquel que pueda ser un obstáculo a su expansión.
En efecto; las masas que han nutrido las filas de los ejércitos democráticos han combatido hasta hace muy poco tiempo contra los Estados del Eje y, naturalmente, tienen todavía una abierta prevención contra todo lo que sea fascista o se asemeje a él; por lo tanto, basta con invocar este solo apelativo para lograr con ello la más ciega colaboración de unos países que de otro modo no prestarían su apoyo a este juego comunista.
Así, el comunismo sigue su plan y el capitalismo se lo secunda por partida doble; porque afanándose en combatir a los enemigos de Rusia, se afana también en quedarse solo para la lucha que invariablemente le ha de tocar. sostener el día de mañana contra ese mismo peligro comunista que hoy tanto favorece.
Esto no es una apreciación despechada del apoyo que los capitalismos prestan a nuestro enemigo; la verdad es que se necesita poco para adivinar que una cosa hay segura en esta carrera de complacencias que tan inconscientemente ha emprendido el mundo capitalista; y es que al aceptar (según quiere la consigna roja) que todo lo que no sea comunismo debe ser conocido con el nombre de fascismo, están labrando su propia acusación, porque cuando haga falta, un día cualquiera que no tardará en llegar, ellos mismos se verán a su vez motejados de fascistas y tendrán que aceptarlo luego de haberse extenuado en la lucha contra el fascismo. Por de pronto ya están ahí calificadas así muchas personas que habiendo combatido a los regímenes totalitarios en la pasada guerra, se preocupan ahora de postular soluciones políticas para sus países, en desacuerdo con la inspiración roja.
Por todo esto, y porque nuestro propósito no es corregir toda clase de ignorancias, sino aquellas que prevalecen, a pesar del estudio o de la buena voluntad, dejemos a estas gentes jugando a cortinas de humo y entremos en el estudio de la fórmula fascista.
Hemos dicho que lo haremos levemente, pero no se vea en ello habilidad ninguna; cuando el liberalismo caiga, sobre todo si cae heroícamente como su enemigo, tenga por seguro que no seremos nosotros los que manchen de baba su nicho. Sobre las tragedias de los pueblos, sean quienes sean, hay que caminar en silencio, sombrero en mano y cuidando de mirar las cosas con respeto. ¡Ay del que pasa diciendo chistes o maldades o simplemente comentarios de rutina, como los cicerones; porque nada hay más despreciable que acercarse vestido de turista a la solemne grandeza del doIer ajeno!
2) El fascismo, primer intento de resolver en toda su amplitud el problema politicosocial.
El fascismo es el primer intento serio de enfrentarse por entero con el problema político social del mundo. No es que vayamos a negar que anteriormente a la aparición de los fascismos hubiera intentos, y algunos bastante bien intencionados, para la resolución del problema social; pero el fascismo fué el primero que señaló al sistema capitalista como el origen de todos los males que estamos padeciendo, y ésta fué su mayor novedad.
Hasta entonces, las fórmulas nadan en un mundo que se creía al sí mismo dividido en dos únicas posturas, y no concebía que pudiera haber otra solución que no fuera la capitalista o la comunista.
Lenin decía (según lo recuerda M. Tasin en su "Ideario bolchevique", pagina 26) que no hay más que estas dos fórmulas de gobierno: la dictadura de la burguesía o la dictadura del proletariado, y añadía indignado, aludiendo a los mencheviques: "Todo sueño de una tercera solución intermedia es una lamentable reacción de la pequeña burguesía".
Lo mismo se decía desde el campo opuesto, y no porque fuera imposible otra tercera fórmula, sino porque, efectivamente, dentro de aquella división no cabía más orilla que alguna de las dos.
Efectivamente, todo lo que no sea salirenérgicamente del dilema planteado, es busca-r timidamente un procedimiento de armonía con el otro, pero sin abandonar la postura de uno mismo.
y así sucedió con aquellos intentos; desde los intransigentes hasta los amigables componedores; desde los que, convencidos de las excelencias capitalistas, se revolvían furiosos contra el comunismo, sin dedicar un instante a la meditación, hasta los que, siempre propicios a la componenda, querían buscar fórmulas de aproximación, todos, se, empeñaron en mirar aJl comunismo, no como el efecto de una c,aUl.sa que convenía investigar, sino como una fórmula surgida del averno, como una postura satánica germinada en el cerebro de un genio del mal y que había que m~ar con el horror que merecen las cosas diabólicas.
Fué preciso que viniera el fascismo, y ésta fué la razón de su mayor éxito, para que el problema se centrara de una manera objetiva y se empezara a tener en cuenta no sólo la injusticia comunista, sino también, y como principio de todo, la tremenda
injusticia del capitalismo.
El fascismo, por lo tanto, se levantó casi de la misma manera contra el comunismo que contra el capitalismo, y, sin duda, hubiera podido representar una aportación seria a la lucha social de nuestro malhadado siglo si no hubiera sido ahogado casi en flor por la fuerza de Ias armas, porque ésta es otra de las cosas que hay que dejar sentada para entender la historia de estos últimos años. El fascismo no es una experiencia agotada, ni menos aun fracasada; el fascismo no ha sido derrotado; lo que ha sido derrotado es el poder del fascismo, y esta derrota ha venido a hacer que su doctrina quedara reducida al silencio. Pero el fascismo (y ahora tampoco me refiero a lo que tiene de alemán o de italiano, sino a lo que tiene de universal; es decir, al fascismo considerado no como conjunto de vocablos propuestos a estos países, porque ello es producto de la realidad política de cada uno, sino en lo que tiene de definición de unos males contemporáneos y de capacidad ofensiva contra la mundial desazón que a todos nos angustia); el fascismo -digo- vive incluso dentro de los pueblos vencedores.
Más aún, en el instante histórico en que escribimos estas líneas, y ciertos de que el problema comunista no se resuelve por el procedimiento del capital, el individualismo democrático si quiere evitar la catástrofe que se avecina, tendrá que evolucionar enérgicamente, y esta evolución le llevará a fórmulas que sin duda alguna serán más parecidas a los jóvenes fascismos recién derrotados que a los decrépitos e inservibles modelos utilizados hasta aquí.
3) El fascismo no es una fórmula completa.
Sin embargo, a nosotros no nos gusta el fascismo; creemos, sí, que es infinitamente mejor que cualquiera de las posiciones de defensa adoptadas por el mundo capitalista; pero no es una fórmula completa.
Acierta en cuanto que busca una salida al dilema capitalismo-comunismo; pero se equivoca en cuanto que no se decide a abandonar del todo la postura materialista, único modo de lograr la evasión apetecida; más aun, si el fascismo no hubiera sido acallado por el estruendo de los cañones hubiera llegado a fracasar; mejor dicho, hubiera llegado a fracasar en su misión final de alumbrar una nueva era; porque, en cambio, hubiera triunfado en el propósito de libertar al mundo del peligro comunista.
Porque no conviene olvidar que las dos cosas más urgentemente necesitadas por el mundo actual son estas: una reacción violenta, capaz por sí sola de detener el continuado avance del comunismo, y una fórmula salvadora que nos permita volver a ordenar la vida, para alcanzar las olvidadas horas de una nueva edad clásica.
Aquel primer objetivo estaba logrado, y serán muy pocos los que cegados por la pasión se atrevan a regatear al fascismo este éxito inicial de su postura; si el fascismo ha servido para algo en los pueblos que han adoptado su doctrina ha sido, desde luego, para alejar de ellos casi instantáneamente el peligro de caer en la aventura soviética.
Sin embargo, su doctrina no es la fórmula llamada a cubrir el segundo de los objetivos, y no lo es, porque, en el fondo, el fascismo no renuncia a servirse de los viejos principios capitalistas y comunistas; hasta se podría decir que toma, del uno y del otro sistema, aquello que más necesita para su propia existencia.
Ya hemos visto cómo la teoría totalitaria del Estado, al menos en su interpretación modernizada es una aportación del socialismo al mundo actual de las ideas, incluso a las ideas de la doctrina fascista; veamos también cómo sucede en loa cuestión social algo parecido, aunque esta vez el antecedente hay que buscarlo en el propio sistema capitalista.
La fórmula que el fascismo ha llevado al mundo del trabajo es la corporativa.
Pues bien, el corporativismo, que, dicho sea en su honor, supone un avance para el obrero si se le compara con cualquier otra solución anterior, no llega, sin embargo, a resolver el problema social, porque "no abdica del error capitalista de las clases.
Piensa el corporativismo que como la complicada estructura moderna de Ia industria exige una aportación financiera y una intervención obrera, no es posible eliminar la existencia de estos dos mundos; y por eso cuando, por otra parte, se encuentra con la necesidad de lograr una buena inteligencia entre ellos, se conforma con establecer una serie de consideraciones superiores a las cuales someter las disputas laborales, "difundiendo el concepto de que, además de una clase, existen una Patria y una sociedad". (Congreso de Bolonia en 192'2.)
A!sÍ, cuando los obreros de Dalmine se negaron a ir a la huelga, alegando que había que velar por la industria nacional y sobre todo "por el bien de todo el pueblo de Italia", Mussolini les decía, satisfecho: "Os habéis colocado en el terreno de las clases; pero no habéis olvidado la Nación. Habéis hablado del pueblo italiano, y no solamente de vuestra categoría social".
Hasta 1923, el corporativismo italiano era, además, una organización exclusivamente de obreros, pero no cambia de concepción cuando agrupa también a los patronos. "Hasta aquel momento (dice Giuseppe Bottai en su libro "La Ordenación Corporativa "), la organización sindical fascista había superado conceptualrnente el principio de clase, y reconocido el valor del trabajo en todas sus manifestaciones; pero no agrupaba las fuerzas representadas por los creadores del trabajo (patronos). En primer paso en este sentido está representado en el pacto del palacio Chigi (diciembre 1923), con el cual la Confederación General de la Industria Italiana y la Confederación Nacional de las Corporaciones Sindicalistas Fascistas, elementos típicamente de la lucha de clases en cuanto representaban en el terreno social la parte más activa del binomio capitalista-proletario y en el terreno económico el binomio creadores de trabajo-trabajadores, declararon querer armonizar la propia acción con las directrices del gobierno nacional".
Esto de volver a una jerarquía de valores y de buscar el lugar preciso que corresponde a la Patria, a la economía, a la clase ya era un avance importante sobre el sistema liberal, que estimaba todas las cosas con una misma medida, pero no bastaba para resolver el problema planteado. Hay que reoonocer que, bien sea porque el corporativismo supo descubrir la fibra patriótica para invocar la concordia, o porque acertó a establecer una forma ordenada y eficaz de gobierno, o, sobre todo, porque era un intento serio de rescatarse de aquellas fórmulas inservibles que se reducían a hacer un llamamiento a la armonía en nombre únicamente de los beneficios económicos o en nombre de la paz, lo cierto es que fué una indudable ventaja sobre el caos liberal para el desarrollo de la economía y la armonía de lo social.
El corporativismo, al menos, no es como esas damas piadosas que no pudiendo ver las peleas callejeras de los chicos, intentan separarlos por el procedimiento de repetirles pacientemente la misma invocación a la amistad: "Vamos, vamos, no seais malos; ¿no veis que os vais a hacer daño?".
Pero el corporativismo mantiene las clases y se conforma con "armonizar la propia acción con las directrices del gobierno nacional", o sea, someter las propias querellas a una síntesis superior que se llama Estado. Pero como esta solución no elimina el germen del mal, sino que se reduce a recordarle que sobre la lucha de clases existe la categoría permanente de la Patria, a cuyo interés se debe someter sin discusión, el éxito del sistema no está en sí mismo, sino en la existencia de un gobierno lo suficientemente fuerte para imponer este sometimiento por la fuerza en caso de que una de las dos partes en litigio lo llegue a olvidar.
Con lo cual no se ha inventado ningún sistema social nuevo, sino que se ha llegado a sumar una razón más a las que ya tenia para implantar el Estada totalitario,
Pero dejando a un lado el análisis menudo de la doctrina fascista, ya que no trato de escribir un libro sobre programas politicos, sino de extraer enseñanzas que nos aleccionen para situarnos conscientemente en el momento actual, vamos a re ferirnos ahora a esos dos sucesos que aguardan a todo proceso nacional, y que, en el caso presente, por tener ya perspectiva de cosa pasada, resulta más que nunca interesante su consideración.
Me refiero a las causas que motivaron el nacimiento y a las que trajeron la muerte de los fascismos europeos.
4) Razones que determinaron su advenimiento.
¿Por qué nació el fascismo? Importa mucho lograr para esta interrogante una respuesta acertada, ya que de ello dependerá la posibilidad de entender rectamente el sentido general de la época bajo cuyo signo vino al mundo el fascismo.
Dos soluciones son las que se ofrecen más corrientemente.
Para la primera, el fascismo aparece como la concreción de una serie de ideas filosóficas determinadas, las cuales, en el momento histórico en que el fascismo aparece en Europa, han logrado una madurez y una penetración en la masa que las hace aptas para convertirse en verdaderas ideologías de partido. Sin entrar ahora a indagar hasta qué punto tales ideas hayan podido realmente penetrar en el espíritu del fascismo e informarle, es evidente que este punto de vista ha de resultamos, cuando menos, insuficiente.
Tales ideas filosóficas podrán ser, si se quiere, el contenido ideológico del fascismo; pero no son el fascismo. Decir que el fascismo es, por ejemplo, la fiiosofia de Hegel, es amputarle lo más característico que hay en él, a saber: su carácter de hecho político, su dimensión política; sin embargo, los movimientos de este tipo no pueden ser definidos prescindiendo de su politicidad, porque ésta es, precisamente, la última diferencia que los caracteriza.
Hay aquí un poco de idealismo trasnochado que la masa, sin saber lo que hace, mantiene rutinariamente. "Fulano es de éstas o de las otras ideas", dice la gente, sin darse cuenta de lo que está diciendo, y de aquí se sigue una lamentable equiparación de realidades diferentes. Se identifica el "tener unas ideas" con el estar adscrito a un movimiento político determinado.
En realidad, no hay que esforzarse mucho en demostrar que se trata de cosas muy diferentes. Es corrientisimo que quien tiene ideas concretas y determinadas sobre política no esté adscrito abiertamente a ningún partido oficial e, inversamente, los grandes partidos suelen operar a base de grandes masas humanas que lo que menos tienen son ideas.
Esta o la otra filosofía habrá servido más o menos al fascismo para hacer su programa; pero inferir de ahí que el nacimiento del fascismo se debe a la madurez de tales ideas es desconocer que la política tiene una sustantividad propia, más o menos relacionada con la dialéctica, pero propia e independientemente. El idealismo de quienes opinan así no es ni más ni menos equivocado que el materialismo de Carlos Marx.
La segunda solución es menos pretenciosa, Según ella, el fascismo vino al mundo gracias a que para ello nació un hombre extraordinario, llamado Benito Mussolini. En realidad, más que el nacimiento, lo que esta interpretación trata de explicar es el vigor, la difusión y la significación histórica que el fascismo alcanzó, en contraste al conseguido por otros movimientos coetáneos.
Según ella, por tanto, el fascismo es un movimiento similar, en lo esencial, a otro cualquiera, y si ha llegado a lo que ha llegado ello es debido a la genialidad de Mussolini. La interpretación no puede ser más superficial. El fascismo no es un movimiento extraordinario porque Mussolini lohaya inventado, sino, al revés, fué genial Mussolini por inventar el fascismo. Lo contrario equivale a suponer que la importancia de la ley de la gravitación universal se debe al hecho de haber sido propuesta por Newton, que era un hombre portentoso. La genialidad de un hombre político se mide por su capacidad para. captar el sentido de la realidad política que tiene delante; pero esta realidad política es, naturalmente, exterior a él.
Estas dos soluciones o interpretaciones del nacimiento y desarrollo del fascismo, muy generalizadas, impiden ver claramente la realidad. Y la realidad es que el fascismo nació cuando un grupo de hombres, lo suficientemente numeroso para tener una significación política, se dió cuenta de dos cosas: Primera, que era preciso salvarse de la amenaza comunista; segunda, que tal salvación había de ser conseguida necesariamente a través de una ruptura radical con el orden social y político establecido.
5) El fascismo nace como fórmula que rompe en absoluto con el orden establecido.
Lo primero, aunque evidentemente caracteriza al fascismo, es lo que lo caracteriza menos. Movimientos o partidos creados con la esperanza de eludir a través de ellos la amenaza comunista han existido muchísimos, y si el fascismo no fuera más que un partido anticomunista no merecería la pena hablar de él, como no la merece hablar, por ejemplo, del partido de Don Sturzo, Si el fascismo ha logrado el perfil y el vigor que le caracteriza ha sido gracias a lo segundo, es decir, al hecho de haber adoptado como clave de su posición el principio esencial de que para combatir ventajosamente al comunismo en la hora presente hay, necesariamente, que romper en absoluto con eil orden establecido. Ya hemos visto que, en realidad, no logra esta ruptura absoluta; pero como, al menos, este es el intento fascista, en él nos tenemos que situar para enjuiciarlo,
Los partidos y movimientos anticomunistas existentes al tiempo de aparecer el fascismo eran partidos de orden, en el sentido de que todo cuanto postulaban podía y debía ser logrado, según ellos, dentro del orden vigente. Ahora bien; este orden era el liberal-capitalista, o, para decirlo con una sola palabra, el liberal.
Lo esencial en estos partidos es, por tanto, que trataban de lograr una serie de cosas desde el liberalismo. Se ha intentado poner de manifiesto en este libro cómo las premisas sobre las que el liberalismo se asienta conducen necesariamente al comunismo. Oponerse al comunismo desde el liberalismo es oponerse a las consecuencias manteniendo las premisas. Este era el fundamental defiemo de los partidos de orden, y de ahí esa falta de vigor y de contornos que los caracteriza. No por falta de dotes proselitistas en sus dirigentes, sino por falta de esencial verdad lograr.on estos movimientos arraigo tan poco firme.
La genialidad del fascismo, lo que le separa de todos los otros movimientos anticomunistas, es haber acertado en el diagnóstico de la realidad política. La verdad era hace treinta años (y lo es ahora de modo mucho más patente) que no es posible zafarse del comunismo sin repudiar previamente el sistema que le ha dado origen, El haber presentado claramente esta verdad es lo que suscitó en favor del fascismo el fervor y las adhesiones sin número con que contó desde el primer momento, porque la verdad, cuando es tal y se presenta de modo suficiente, atrae siempre con fuerza irresistible. Esta es la realidad, y lo demás es conformarse con la sombra de las cosas. ¿Cómo puede pensarse que fué el contenido ideológico concreto del fascismo lo que levantó en un momento masas de hombres a su favor? ¿Es que, milagrosamente, los componentes de estas masas humanas se convirtieron en profundos pensadores?
Pero antes nos preguntábamos concretamente por el nacimiento del fascismo. ¿ Por qué nació éste? Ya se ha dioho; porque unos hombres acertaron a diagnosticar adecuadamente la realidad política en que vivían. Pero, ¿por qué nació cuando nació? Porque, evidentemente, si el liberalismo contiene, según hemos dicho, al comunismo, desde que aquél existió sobre la tierra pudo un hombre cualquiera percatarse del riesgo que suponía (a lo menos cuando el comunismo apartado públicamente) e inventar el fascismo. ¿Por qué, entonces, nació el fascismo hace veintitantos años y no antes? ¿Fué por casualidad? La realidad política es algo en la que no tiene verdadero sentido hablar de casualidades, ¿Fué porque Mussolini era un hombre más perspicaz que el resto de los mortales? Basta pensar un poco para darse cuenta de gue no. Hombres geniales los ha habido antes que Mussolini, y ninguno inventó el fascismo. Cuarenta años antes tampoco lo hubiera inventado Mussolini. Recuérdese lo dicho antes. El fascismo, como movimiento político que es, no puede ser definido diciendo que es "las ideas de Mussolini". Aunque Mussolini hubiera pensado en 1880 lo mismo que pensaba en 1923, no hubiera inventado el fascismo, por la razón sencilla de que no había entonces una masa de hombres predispuesta a acoger sus ideas. Hubiera inventado una filosofia, pero nada más; luego, evidentemente, si el nacimiento del fascismo aconteció en 1920 fué debido, exclusivamente, a que en esa epoca había ya una masa de hombres capaz de darse cuenta plenamente, una vez les hubiese sido sugerido en debida forma, de que el peligro comunista sólo podía ser conjurado a base de una total sustitución del orden que venia imperando.
Ahora bien: ¿Qué es lo que hace falta para que una masa, no unos cuantos individuos, se percate de una verdad de este tipo? Sencillamente, hace falta que la realidad política haya llegado a ser tal, que resulte patente para el hombre normal lo que años antes estaba latente y apto sólo para ser descubierto por la mirada sagaz del investigador, El fascismo sólo pudo nacer cuando la realidad histórico-politica llegó a tal punto, que se hizo clara para todo el mundo la imposibilidad de defenderse del comunismo manteniendo el sistema liberal. Véase de qué manera el hecho del nacimiento histórico del fascismo viene a abonar, como una razón más, la tesis que venimos manteniendo en este libro.
6) Causas que determinaron su muerte:
Para analizar las causas que fueron determinantes de la muerte física de los fascismos podríamos seguir análogamente el mismo itinerario deductivo. Un propósito cualquiera finaliza porque no sirve para lograr el fin que se propone, o porque una vez logrado pierde su razón de ser, o porque una causa exterior y ajena, trunca su natural desenvolvimiento y acaba con él antes de sazón.
Evidentemente, la desaparición del fascismo no se debe a ninguna de las dos primeras causas; ni el fascismo dejó de ser en ningún momento una valla eficaz al peligro comunista, ni este peligro se había hecho tan remoto que hubiera dejado de existir la necesidad de preocuparse de él. El fascismo murió, y esto ya lo hemos apuntado antes, por la fuerza de las armas.
No vamos a precisar ahora los motivos que empujaron a los paises capitalistas a mirar con recelo el crecimiento de los nacientes Estados italiano y alemán; las razones son obvias, y no es cosa de empezar ahora a sentar plaza de pensadores; pero, ¿cómo no se dieron cuenta esos países de que el verdadero peligro de la cristiandad se alzaba más allá de estas fronteras? ¿Cómo no pensaron que el peligro comunista exigia una tónica combativa que a ellos les faltaba? ¿Cómo no intentaron utilizar el fascismo como fuerza de choque para eliminar ese peligro? ¿Es que pensaron que había de ser más peligroso un fascismo victorioso que un comunismo triunfador?
No, la verdad es (y esto se encargará de aclararlo la historia) que los países capitalistas no pensaron nunca en estas cosas; más aun, si Mussolini no hubiera cometido el error de entrar en la guerra, a buen seguro que a ningún prohombre capitalista se le hubiera ocurrido pensar que la lucha contra Alemania era para derrotar a los fascismos.
La razón es más prosaica; la razón está en la propia miopía política de los países afectados. Los paises capitalistas han sido muy dados siempre, como hemos dicho el otro capítulo, a no ver las cosas más que desde el punto de vista financiero, y en el caso que nos ocupa, el gran pecado del capitalismo ha sido esa obstinada propensión a considerar la vieja Europa como un inmenso campo de negocios, sin darse cuenta que esta visión le está llevando a la más colosal de las tragedias sufridas por el mundo desde la anterior invasión de los bárbaros.
Si los países capitalistas hubieran sido capaces de ver en la vida de los pueblos algo más que una razón económica, hubieran caído en la cuenta de que en esta guerra se ventilaba el ser o no ser de lla oivilización cnistiana, y no la hubieran planteado como una prolongación de la anterior guerra europea; porque, digámoslo de una vez, el error táctico que nos ha conducido a la angustia presente se debe a esta. equivocación de haber querido interpretar la pugna con Alemania en 1939 como una continuación de la pugna del 14. Alguien ha llamado "tregua" al período transcurrido entre el año 18 y el 40. N o sé quién ha sido el autor de tan desdichado vocablo; pero sea quien fuere, el éxito que tuvo demuestra que se había convertido en altavoz de un sentir equivocado, pero general.
Sin embargo, la diferencia no puede ser más esencial: Del 14 al 18 no se pusieron en pugnas doctrinas diferentes; aproximadamente pensaban de la misma manera los Imperios centrales y los países aliados. Lo que a unos y a otros empujó a la contienda fue sólo una lucha por la hegemonía comercial del mundo. En la guerra del 40 sucedía todo lo contrario; durante esa mal IIamada tregua había ocurrido un fenómeno filosófico, que sólo por esta incapacidad mental que el capitalismo ha tenido siempre para ver las cosas, pudo ser ignorado. Lo que durante el período del 18 al 40 había sucedido era la quiebra absoluta de todo el sistema capitalista y el resurgir de un anhelo revolucionario de salvación: Un anhelo, que frente al capitalismo decadente llevó a unos pueblos, como los del Eje, a refugiarse en posturas más o menos fascistas; y a otros, como Rusia, a levantar la teoría comunista como único procedimiento de rescate.
7) Con el fascismo ha sido destruida la muralla anticomunista.
También es posible que en el mal planteamiento de esta guerra haya influido bastante otro de los errores característicos del sistema liberal: A lo largo de este libra veremos que los pueblos son producto de la historia más que de la geografía: sin embargo, los países liberales han mirado siempre las cosas a través de la geografía, y no seria extraño que esta mera coincidencia territorial fuera la que les hubiera llevado a proyectar las cosas
como hace veinte años sin detenerse a ver la profunda conmoción filosófica que diferencia al mundo del 40 con el mundo del 14.
Claro está que los fascismos no trataron en ningún momento de defender el sistema capitalista, claro está también que su doctrina dista de ser la revolución completa que el mundo de hoy necesita; pero, al menos, hubiera sido una muralla más que se añadía a la muralla sanitaria de los países situados en la marca de Europa, y si los capitalismos no hubieran cometido el tremendo error de destruir esta muralla, la pugna de hoy no estaría planteada entre dos culturas diferentes, sino entre pueblos que en el fondo tenían una cornunidad histórica que hubiera heho de puente en la inevitable transición.
Los países liberales, cuyo substancial e irreconciliable enemigo es el comunismo, juzgaron más peligroso el impulso industrial de los países centrales que la nueva industria comunista. Si hubieran visto la realidad política del mundo en el momento del iniciar la contienda, a buen seguro que entre el enemigo fascista, que era solamente enemigo del capitalismo, y el enemigo comunista, que, además, lo era de otras muchas más cosas, hubiera preferido mil veces derribar a éste y no a aquél.
La Historia será implacable con esta ceguera, que ha puesto a la cultura occidental en trance de perecer a manos del empuje asiático, y quién sabe si muy pronto, quizás antes del tiempo que los pueblos necesitan para cicatrizar sus heridas, los paises capitalistas hayan de caer en la cuenta de la tremenda equivocación que padecieron, y sean ellos mismos los que hagan esfuerzos más inauditos por levantar otra nueva muralla que sustituya a la que destruyeron; aunque quién sabe también si entonces ya será tarde, y su esfuerzo sirva únicamente para quedar en la Historia como quedó el esfuerzo de San León.
Pudiera argüirse que el capitalismo guarda todavía inéditos resortes para detener al ángel desolador en su fiero galopar sobre las campiñas góticas, no; en las guerras ideológicas no basta con oponer otro ejército, a otro ejército, es preciso oponer también una mística a otra mística. ¡Y ay del pueblo que al encendido fanatismo de unos hombres que se sienten protagonistas de una causa digna de la muerte no sabe oponer otra cosa que el frío cerebralismo de un código democráticamente establecido, porque ese pueblo, tarde o temprano, sucumbirá sin gloria y, lo que es peor, sin que en la tumba de sus soldados florezca la rosa del agradecimiento futuro!
Precisamente la secreta fuerza que los fascismos supieron oponer al comunismo desde sus luchas primeras fué ésta de la mistica. Frente a la lucha de clases, y la dictadura del proletariado, y la revolución universal, construyó el fascismo su ambición más alta y más humana; el hombre ruso sabe que vive mal, peor que cualquier otro hombre del mundo civilizado, pero sabe que con su esfuerzo está levantando un mundo nuevo, y vive alegre sacrificándose por la causa; el hombre fascista lucha también por otro orden nuevo; no digo aquí si acertada o equivocadamente, pero le hastía el mundo de la injusticia y combate denodadamente contra él levantando también a su paso oleadas de entusiasmo.
El hombre capitalista, en cambio, lucha por mantener unos privilegios que ni su ayuda de cámara se los reconoce ya.
8) Necesidad de levantar una mística cristiana.
Ni su ayuda de cámara. He aqui la explicación desnuda de todo lo que pasa hoy en el mundo: A la mística erguida y vibrante del comunismo, él hombre capitalista quiere oponer la frívola razón económica de su bienestar privado y naturalmente esta razón no interesa a nadie; en último término ni siquiera interesa al propio capitalista que sería el primero en arrojar por la borda toda su fortuna ante el dilema crudo de la bolsa o la vida que le viniera a plantear cualquier aventurero desaprensivo.
Se dirá que el liberalismo es la causa de la libertad y no la del dinero, ¿pero es que ha habido esclavitud mayor para el hombre desheredado de la fortuna como esa que le ha tocado padecer durante los últimos ciento cincuenta años? ¿Es que después de la experiencia capitalista se puede honradamente convencer a un obrero de que la libertad, su libertad, está simbolizada por el régimen capitalista? No, un obrero no puede seguir creyendo en las propagandas al cabo de siglo y medio de experiencia, y si urgentemente, inmediatamente, el mundo no sabe descubrirle otra ilusión que las desacreditadas fórmulas liberales, nadie podrá evitar que se lance lleno de ilusión o de desesperación en brazos de lo único que hoy se le ofrece como una promesa: el comunismo.
He aquí el propósito que en adelante ha de llenar los capítulos: que siguen: buscar esa nueva fórmula, en la seguridad de que buscarla es hoy la tarea más urgente que tiene sobre sus espaldas el hombre cristiano, y de que al hacerla alejamos, ciertamente, de la sociedad el privilegio capitalista; pero alejamos más ciertamente todavía de ella el peligro de acabar desapareciendo en la horrible matanza del comunismo,
No se trata de resucitar el fascismo. Ya hemos dicho que el fascismo ni nos gusta ni puede llenar la inmensa ambición de un propósito cristiano; se trata de devolver al mundo la mística precisa para oponersen con éxito al avance bárbaro y, sobre
todo, se trata de hacer esto de aquella forma, que para ser completa y definitiva ha de buscarse en el campo de la justicia y del amor, tal como una noche dos veces milenaria nos fué mostrada en la fría soledad de un Diciembre eterno."
José Luis de Arrese: Capitalismo, Comunismo, Cristianismo 1947.
Es interesante resaltar el curioso hecho de que años después de terminada la 2ª Guerra Mundial, los tratadistas norteamericanos empezasen a «descubrir» la existencia de dictaduras, incluso fascistas, en Hispanoamérica (América Latina, como dicen ellos). Sin embargo, en 1945 cuando se fundan las Naciones Unidas no hicieron ningún «examen de ingreso» a las Repúblicas hispanoamericanas. Todas ellas eran perfectamente democráticas y pertenecían al mundo libre. España, sin embargo, fue expresamente excluida. También Alemania, por supuesto, después de la rendición incondicional (lo cual demuestra, una vez más, que el pueblo alemán no fue «liberado», sino derrotado, aplastado). En aquellas fechas, a EE.UU., Gran Bretaña y la Unión Soviética, les interesaba hacer creer que todo «el mundo libre» había luchado contra las potencias del Eje, y que una vez derrotado -principalmente Alemania y Japón- las naciones democráticas fundaban esta «Organización de Naciones Unidas» (ONU). |