La Falange en Femenino.
F.E.D. en una Sociedad Cambiante (no necesariamente a mejor).
Posiblemente sorprenda al lector esta entrada dedicada a la mujer en la Falange acostumbrados como estamos a la propaganda del Sistema actual, que presenta a las mujeres falangistas como predicadoras de la sumisión al hombre en las familias y poco más. La realidad es muy distinta.
La falacia no está en la acusación que en todas partes lanzan contra la Sección Femenina y el Régimen de Franco culpándoles de haber ayudado a más de un millón de hogares y de haber aumentado la natalidad y disminuido notablemente la mortalidad infantil, sino en ocultar la labor realizada en el trabajo rural, los sindicatos y el mundo laboral.
Crítica incongruente durante los años de la transición y posteriores
cuando provenía de numerosas indivíduas con cátedras, doctorados y
carreras obtenidas en alguna de las numerosas Universidades durante el Régimen
de Franco. Gracias al cual infinidad de mujeres accedieron a estudios
universitarios y se incorporaron al mundo del trabajo de manera
progresiva.
Falangistas como Mercedes Formica, Mónica Plaza, Parusa Nieto, Pilar Primo de Rivera, Mercedes Sanz Bachiller, y miles y miles de mujeres, que incluyeron a 22.695 mujeres enlaces sindicales elegidas por sus compañeros productores, lucharon por los derechos de la mujer consiguiendo resultados con sentido, sensibilidad y ausencia total del odio irracional que vomitan como posesas muchas de las actuales "feministas" con total carencia de feminidad al haber renunciado a las virtudes propias de la mujer o, incluso, del ser humano.
Lo que vivimos hoy es un intento, por parte de la izquierda, de trasladar la lucha de clases a la lucha de géneros. Con la finalidad satánica de provocar un enfrentamiento múltiple de "todos contra todos" que aniquile España
Esta entrada es de los pocos lugares de internet donde encontrarás recopilada algo de información sobre el tema.
Causas del Feminismo Actual.:
- Algunas injusticias sociales aún sin solucionar.
- Por verse obligada por la crisis a trabajar en el hogar sin poder ejercer sus títulos y adoptando el rol tradicional contra su voluntad.
- Por haber sufrido abusos al relacionarse con individuos marginales o violentos que abusan física, emocional y sexualmente de ellas o que padecen aerofagia, sin ser capaces de romper con ese tipo de relaciones.
- Por la indiferencia del hombre: por que sus maridos dan otras prioridades a sus vidas que la familia y sus parejas. La mujer siente que no es valorada o que se la trata como un objeto y hace que quiera satisfacer esa necesidades con logros.
- Por no saber escoger bien a la pareja. Hay mujeres que idealizan a los hombres hasta encontrales supuestos parecidos con artistas famosos.
- Por problemas económicos: muchas veces los problemas económicos hacen que el hombre y la mujer confundan sus roles, lo cual hace que la mujer se vuelva proveedora y quizá mezclado con otros factores, influyen en que la mujer sienta que ya no necesite del hombre.
- Por un ego exagerado: los logros, los éxitos y los triunfos pueden hacer que el ego de una mujer (obvio también del hombre) se infle y que pierda de vista lo esencial.
- Por una lucha social: a veces la mujer quiere luchar por sus derechos, pero influenciada por compañeras amargadas, pierde la visión del derecho y se vuelve en extremo radical.
- Por traumas de la infancia: quizá si creció en un hogar donde hubo abuso, ausencia o violencia familiar, no hubo una figura de identidad masculina con la cual pueda verse reflejada o considerar admirable, por lo tanto el mensaje que envía a los demás es de rechazo al hombre.
- Por miedo a ser dominada: por la "memoria histórica" en la que se enseña que el papel de la mujer en el hogar solo ha sido sufrir, tener falta de derechos y ser dominada, cierto en muchos casos pero no en la mayoría, teme caer en el mismo lugar y rechaza al hombre en general. Lo cierto es que en el pasado la figura de la mujer dominante en el hogar estaba muy generalizada.
- Por una carencia: a falta de necesidades básicas como el afecto, la mujer puede desarrollar conductas extrañas en las que pretenden sustituir una necesidad elemental con otras cosas. En este caso podrían ser logros, una actitud arrogante, tener el control o una actitud de auto suficiencia, estas capas de protección son cosas brindan una satisfacción y una sensación de alivio temporal pero no cubren la necesidad básica.
- Por miedo a quedar embarazada. Al valorar su libertad por encima de todo.
El feminismo como Histeria Misógina.
Creado el 18 mayo, 2017 por Pío MoaCon deplorable desconsideración hacia los prejuicios feministas, la Naturaleza ha tenido a bien imponer una profunda diferenciación entre los sexos, un dimorfismo sexual más acentuado en los humanos que en los demás mamíferos. El dimorfismo no atañe solo al aspecto físico sino, y en no menor medida, a la psique, como puede observar cualquiera que tenga ojos en la cara. Abordé el tema en un artículo anterior (http://gaceta.es/pio-moa/dimorfismo-sexual-pensamiento-histerico-02042017-2116).
¿Qué caracteriza a la mujer con respecto al hombre? La maternidad. Esta no se refiere solo a los nueve meses de gestación, sino que abarca la cría y educación de la prole de modo más profundo e íntimo que la paternidad. Y moldea tanto el cuerpo femenino como su psique. En fin, la maternidad es la garantía de la conservación de la especie en la cual el papel de la mujer es más decisivo que el del varón.
Lo anterior es una evidencia que no requiere más explicación, aunque, claro está, no todas las mujeres llegan a ser madres, pro problemas físicos o sociales o personales. Y así como lo normal es que el instinto maternal sea muy fuerte, en algunas mujeres es débil o inexistente. Un estudio en Usa mostraba que el maltrato infantil era más frecuente por parte de mujeres que de hombres, lo que se explica probablemente por las tensiones sociales y profesionales que soportan muchas madres.
Pues bien, el feminismo, obsesionado con una igualdad que a la naturaleza no le ha parecido oportuna, y enemigo de la complementariedad de los sexos, detesta de modo principal la maternidad, pues pocas cosas hay más desigualadoras. Y al odiar la maternidad, odian inevitablemente a la mujer, a la mujer real, de modo semejante a como los comunistas odiaban y trataban de someter al obrero real, que rara vez seguían sus consignas y doctrinas. El feminismo es en ese sentido misógino; e histérico en cuanto que se opone a la naturaleza (que según él no existe: la polaridad sexual sería un asunto “cultural”, un simple capricho de sociedades opresivas). Por ello genera histeria tanto en mujeres como en hombres, y degrada la necesaria conservación de la especie. Se ha hecho notar que los principales líderes de la UE (Alemania, Francia, Italia, Holanda o Suecia, además de Inglaterra) no tienen hijos biológicos. El dato tiene significado porque, consciente o inconscientemente, los líderes sirven de ejemplo a la sociedad.
El aborto, por tanto aparece como un “derecho de la mujer”. El aborto es simplemente la liquidación de vidas humanas, pues no otra cosa es lo que conciben las mujeres. Observemos dos consignas típicas del feminismo y muy prodigadas (entre otras):
“Si los obispos pariesen, el aborto sería un sacramento”.
Es decir, que, de modo inconfesado, ellas reconocen el aborto una especie de sacramento, algo deseable y casi obligado (ellas o ellos, porque probablemente hay más feministas hombres que mujeres, y son precisamente ellos los que imponen leyes y medidas feministas). Por cierto que no es novedad en la historia. Ha habido sectas, como la de los cátaros o albigenses, que ya promovían el aborto, buscando el suicidio social deliberadamente.
Otra consigna no menos reveladora:
“Nosotras parimos, nosotras decidimos”.
Deciden liquidar una vida humana que, además, no procede solo de la madre, sino, en un 50%, del padre, cuyos derechos son literalmente pisoteados. De hecho, asistimos actualmente a campañas de denigración de la maternidad, la cual supone, según se dice, enormes sacrificios y costes indeseables para la mujer. El NYT lamentaba recientemente que los ingresos de las mujeres eran inferiores a los de los hombres debido a la maternidad. La idea es muy significativa: en una sociedad en la que ganar dinero es la tarea que da sentido a la vida y mide el “éxito” en ella, las mujeres quedarían en desventaja a causa de la maldita maternidad.
La consigna citada expone implícitamente otro aspecto del feminismo: el odio al padre, y al varón en general.
Ello se debe, posiblemente, a una reacción enfermiza que se da en algunas mujeres y que Freud achacaba, de modo absurdo, a todas: la “envidia del pene”. Las feministas quieren igualar al varón en todo, eliminar la complementariedad, y como ello resulta imposible, y en el fondo suicida, cobran un odio profundo a su modelo inalcanzable, entendiendo como una injusticia social lo que es simplemente una necesidad biológica para mantener en la tierra al ser humano. Una necesidad que, casualmente, otras ideologías emparentadas con el feminismo, como ciertos ecologismos y homosexismos, miran con escepticismo o aversión, estimando la posible extinción de la especie como algo indiferente o incluso deseable. Ya hay ideólogos al respecto. El feminismo es tan misógino como misándrico.
El odio a la función paterna ha llevado también a negar a los hijos el más elemental derecho a un padre y una madre reales, sustituidos por la burla patética de dos papás y dos mamás y equiparando a los hijos con las mascotas. Ningún homosexual que realmente ame a los niños pretenderá privar a estos de aquel derecho básico.
El tema puede dar mucho más de sí.
Durante largos años el feminismo, como otras ideologías, ha explotado un victimismo igualmente histérico, ante el que era difícil la defensa, porque criticarlo sonaba a injusticia y defensa de opresiones reales o inventadas. Pero una cosa es la igualdad de hombres y mujeres ante la ley, conseguida hace mucho, y otra estas oleadas de chifladura que están envenenando la relación entre hombres y mujeres, y que tan estrecha relación tienen con el deterioro de la salud social: aborto masivo, fracaso conyugal y familiar igualmente masivo, con repercusión sobre los niños y adolescentes sobre todo, expuesta en la expansión de la droga, de los suicidios o el alcoholismo juvenil y en otros fenómenos por el estilo.
Pío Moa.
Pilar Primo de Rivera y la Labor Social de la Sección Femenina de Falange.
"Mujeres Españolas:
Nace en el 37, en plena guerra, lo que llamamos entonces "la Hermandad de la Ciudad y el Campo", por exigencias del momento, debido a la necesidad de una mayor colaboración con la mujer del medio rural, donde, por el desplazamiento de los hombres al campo de batalla, ella tenía que ocupar los sitios que quedaban por atender en las tierras de cultivo.
Este servicio fue regido, sucesivamente, por Ana María Hurtado de Mendoza, Pilar Ontiveros y Mónica Plaza, procurador en Cortes por Palencia y estupenda camarada, con verdadera inquietud social, que ha prestado y sigue prestando muy buenos servicios a la Sección Femenina.
Como regidora de Trabajo, en una denominación ya más amplia, se ocuparía, además:
a) De la formación fundamental social y profesional de la mujer trabajadora.
b) De una colaboración regulada con los sindicatos para el estudio y la promoción de medidas de carácter social y legal sobre el trabajo femenino.
c) Colaboración con los Ministerios de Agricultura, Industria y Trabajo.
Es decir, a esta regiduría correspondía la ordenación y ejecución de la política social de la Sección Femenina en relación con el trabajo de la mujer.
El medio rural era quizás aquel en que la mujer estaba más desatendida en cuanto a preparación, y, por ello, ya en el 41 creamos la primera Granja-Escuela "Hermanos Chabás", para formación de la campesina en el pueblo de Llanos de Cuart (Valencia), y para paliar la necesidad de formar profesorado, en el año 1950 nace la escuela nacional de orientación rural para la mujer "Onésimo Redondo", en Aranjuez, de acuerdo con el Ministerio de Agricultura. Allí se dieron los primeros cursos de formación de profesorado, dirigidos por ingenieros agrónomos, veterinarios y demás personal especializado nombrado por el Ministerio, que reconocía oficialmente los títulos.
Poco a poco fuimos abriendo otras granjas-escuelas en Las Rozas (Madrid), Amorebieta (Vizcaya), Alcañiz (Teruel), Nules (Castellón), Polanco (Santander), Seseña (Toledo), Belchite (Zaragoza)... Se abrió así una nueva profesión para la mujer, la de Instructoras Rurales, Maestras Rurales y Auxiliares de Granja.
En 1952, y siempre en el deseo de ser útiles a todas estas mujeres campesinas, la Sección Femenina pasa a formar parte de las Cámaras Agrarias y Hermandades de Labradores y Ganaderos.
En cuanto al servicio doméstico, también fuimos nosotras las que conseguimos, porque era justo, algo importantísimo.
Aquí colaboró mucho Parusa Nieto por su formación jurídica y sus inquietudes sociales.
Por medio de las visitadoras sociales y las escuelas de empleadas del hogar (llegamos a tener 71 escuelas) hemos ayudado mucho a superar la situación de desventaja en que muchas chicas de servicio se encontraban, por carecer de una adecuada instrucción elemental.
En cuanto a la artesanía, se ha hecho una labor verdaderamente importante. Era preciso encontrar una solución a la falta de puestos de trabajo en el campo y ocupar muchos momentos prácticamente vacíos para la mujer, ya que las tareas agrícolas son siempre en estaciones determinadas.
La artesanía es la herencia viva de un glorioso pasado gremial; nosotras quisimos salvarlo, como quisimos salvar nuestro folklore; para eso, aunque desde el primer momento habíamos empezado a actuar, nació en 1953 la Obra Nacional de Artesanía "Ayuda al Hogar".
Este ensayo pretendía:
- Crear puestos de trabajo femeninos.
- Ofrecer a la mujer campesina una manera de aumentar sus ingresos.
- Potenciar una fuente de riqueza.
- Rescatar nuestra bellísima artesanía.
- Ofrecer puestos centralizados de recibo de los trabajos.
En el año 1963 la Regiduría Central de Trabajo elevó a la Comisaría del Plan de Desarrollo un detallado informe de la experiencia realizada, y, gracias a esto y al apoyo directo del Caudillo, el 11 de mayo de 1968 se crea la Empresa Nacional de Artesanía, que, siempre contando con la colaboración de la Sección Femenina y, además, con varios organismos del Gobierno, se ocuparon de llevar adelante la obra que se empezó en 1939.
Referente a los Sindicatos, se ha hecho una gestión permanente para impulsar la participación sindical de la mujer.
En la década de los cuarenta se inician cientos y cientos de reuniones, y su influencia se refleja en la línea ascendente de participación de las mujeres en la vida sindical.
Teníamos enlaces sindicales en todos los gremios, hasta alcanzar el número de 22.695.
Por distintas leyes, decretos y órdenes, consiguió la Sección Femenina:
No se pudo conseguir aún la igualdad de hombre y mujer trabajador o funcionario, respecto a causar iguales derechos pasivos, a pesar del empeño que en ello puso Mónica Plaza, última regidora de Trabajo, a quien se debe la mayoría de los logros de carácter social, por su eficacia y tenacidad para defende en todo momento lo que creía justo.
Pero no cayó en baldío tanto esfuerzo y caminos, trillados entonces, tienen hoy su respuesta, al encontrarnos ya regulada y puesta en marcha esa disposición que iguala al hombre y a la mujer en cuanto a los derechos pasivos, que planteó y defendió Mónica Plaza en las Cortes, como defendía la Sección Femenina cuanto era justo y lógico en el tereno de la igualdad.
Pilar Primo de Rivera.
Mercedes Sanz Bachiller y el Auxilio Social.(ver texto completo)
Mercedes Sanz Bachiller (1911-2007) fundadora del Auxilio Social incorporó a la mujer a la reconstrucción de España ocupando cargos de gran transcendencia dentro del Estado Nacional.
En 1931 se casó con uno de los fundadores de Falange, el abogado Onésimo Redondo. En 1936 tenía tres hijos y estaba embarazada del cuarto cuando su marido fue asesinado a la semana de comenzar la guerra; por dicho motivo perdió al bebé que esperaba. Se quedó viuda con 25 años.
Fundó el Auxilio Social, una organización para prestar ayuda a niños y mujeres de ambos bandos víctimas de la guerra.
Transcribo sus propias palabras:
Una cosa verdaderamente tremenda fue encontrarme con muchas niñas y jóvenes que se habían quedado embarazadas de los soldados. Unos serían de la parte nacional y otros de la parte roja, daba lo mismo. Entonces hicimos una maternidad."
Busto de Mercedes Formica.
Una Voz en el Silencio. Mercedes Formica-Corsi Hezode.
"Toda su vida luchó por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres en los casos de separación, ya que en aquella época el hombre se quedaba de forma automática con la custodia de los hijos y los bienes del matrimonio.
Consiguió cambiar 66 leyes del Código Civil a favor de la mujer, por lo que no tendría que abandonar el domicilio conyugal ni perder la custodia de los hijos.
Colaboraba en ABC habitualmente y su artículo más famoso “El Domicilio Conyugal” escrito el 7 de noviembre de 1953 tuvo repercusión internacional, haciéndose eco The Times en EE.UU.
Escribió varios libros históricos, consiguiendo premios nacionales y su famosa trilogía sobre su vida compuesta por: Visto y Vivido, Escucho el Silencio y acabando con Espejo rotos y espejuelos.
La editorial Renacimiento los editó hace un par de años y la Asociación Cultural Ademán le hizo un reconocimiento en octubre de 2013, además de múltiples conferencias por gran parte de la geografía española y escribiendo el libro “Un grito en el silencio” de Ediciones Barbarroja, reivindicando la figura de esta gran mujer.
En Cádiz (su ciudad natal) le hicieron un homenaje, con un busto de su cara en su honor y le pusieron una calle, que el consistorio municipal actual ha retirado, por el único hecho de ser falangista, sin importar los beneficios que consiguió para la mujer, a la vez que ensalzan a la socialista Victoria Kent, que dicho sea de paso se opuso al voto femenino.
En palabras del historiador José María García de Tuñón Aza: Esta mujer perteneció a una generación que tanto de un lado como de otro, así decía ella, fue la más idealista de todas porque dio todo, hasta la vida, por sus ideas. Muchas veces recordó su paso por la Universidad donde había estudiantes de todas las ideologías, y muchos murieron en aquella guerra convencidos de lo que cada uno defendía. Los admiró y respetó a todos por ello. En el fondo, y desde sus respectivas posiciones, respondían a aquello que dijo José Antonio y que tanto le gustaba a Mercedes: «Queremos a España porque no nos gusta…». "
escribía hace años el brillante jurista Antonio Garrigues.
Sin embargo, a pesar de estas palabras elogiosas de lo había hecho por la mujer Mercedes Fórmica, mucho tiempo después, en abril de 1997, Natalia Figueroa la entrevistaba y lamentaba que las feministas de aquella época jamás se referían a ella cuando había sido una reformista del Código Civil, y una buena escritora. Por eso solía decir:
«Me silenciaron. ¿De buena o de mala fe? No lo sé. Lo cierto es que desde que murió Franco hasta hoy, las personas que han tratado el Derecho privado no han nombrado aquella reforma. Como si no hubiese existido».
Cinco años más tarde, con motivo de su fallecimiento, Natalia Figueroa, que nunca se refiere al pasado falangista de Mercedes Fórmica, volvió a escribir:
«Olvidada incomprensiblemente por el movimiento feminista, las mujeres españolas le deben muchos de sus derechos».
Efectivamente, en aquellos días casi ningún periódico recordó la reforma que logró de muchos artículos del Código Civil, del Código Penal, del Código de Comercio y de la Ley de Enjuiciamiento; incluso la mayoría llegaron a silenciar su muerte.
El ABC, por ejemplo, de la que fue colaboradora durante muchos años, da la noticia dedicándole media página, pero ninguno de sus columnistas, ni colaboradores más habituales, le dedica una sola línea. Posiblemente esta falta de interés por su labor en el campo del Derecho y de escritora, se debe, como escribió Enrique de Aguinaga en una carta que se publicó más tarde, a que
«Mercedes Fórmica fue joseantoniana, desde el mitin fundacional (29 de octubre de 1933) que oyó por radio. Estuvo en la primera afiliación del SEU, participó en el Primer Consejo Nacional, fue elegida delegada de Derecho y, luego, designada por José Antonio delegada nacional del SEU femenino y, como tal, miembro de la Junta Política de la Falange. Y de ahí para adelante...».
Esta joven que despertó el interés de los hombres y las mujeres, como decía Antonio Garrigues, aunque después fuera olvidada, nació en Cádiz en 1916 sin que ninguno de sus biógrafos nos señale el día ni el mes.
Su madre hace que estudie el bachillerato en el colegio de Santa Victoria de Córdoba, regido por escolapias, y más tarde en el Valle de Sevilla.
El 14 de abril, fecha de la proclamación de la II República, toda la familia se encontraba en Sevilla donde su padre dirigía la compañía de Gas y Electricidad. Era el año también en que Mercedes se preparaba para ir a la universidad. Cuando su madre confió a una amiga que quería que sus hijas estudiasen una carrera, ésta quedó perpleja e intentó disuadirla, «asegurándole que, si pisábamos la universidad nunca nos casaríamos en Sevilla». Las chicas estudiantes ocupaban entonces, frente a la sociedad, una situación ambigua, «mezcla de prostitutas y cómicas».
La llegada de la República coincidió asimismo con que las ideas políticas para Mercedes eran algo así como un poco rudimentarias; aunque su familia era toda monárquica sin que llegara nunca a ser importante ni palaciega.
El tiempo pasaba y llegó la hora de ingresar en la Universidad. En ese momento se da cuenta de que su vida sufre un cambio profundo. En el momento de pisar el alma máter comprendió su falta de preparación para pasar de repente de un colegio de monjas y una academia, al mundo de la pura ciencia. Las artes plásticas, la música y otras materias le resultaban extrañas, en contraste con la formación humanista que traía del bachiller. Su falta de base literaria también le resultaba notable. Ignoraba la obra y hasta la existencia de Juan Ramón Jiménez y los hermanos Machado.
Algunos catedráticos pertenecían a la nueva hornada republicana y procedían de la Institución Libre de Enseñanza. Un día es testigo del desorden y de la agitación profesional promovida por una huelga organizada por la Federación Universitaria de Estudiantes (FUE), vinculada a grupos de la izquierda española, para decretar la desaparición del Centro Católico ya que consideraban a los estudiantes relacionados con él como «elementos desestabilizadores del régimen». A raíz de este acontecimiento le proponen el ingreso en el grupo católico que no vacila en aceptar; sin embargo muy poco a poco se apagó ese entusiasmo.
El presidente de los Estudiantes Católicos, Pedro Gamero del Castillo, dispuso no tomar represalias; sólo una protesta simbólica, absteniéndose de entrar en clase. La FUE esta actitud terminó tomándola a pitorreo quemando a continuación el Centro Católico.
«Como lo de ofrecer la mejilla derecha –dice Mercedes Fórmica– si te golpean la izquierda no era lo mío, decidí quedarme fuera de cualquier asociación».
En 1933 se producía la separación de sus padres. Su madre no consintió el divorcio «amistoso», aquella ley contraria a los débiles, y por eso se vio obligada a vivir en Madrid con sus hijas, hecho vital para entender su posterior interés por la suerte de las mujeres separadas. También su madre tuvo que marchar con el dolor de la separación de su hijo al que sólo podría ver en el periodo vacacional.
Llegada la primera vacación de verano, no se cumplió lo pactado porque por el bien del menor se aplazaba la visita por haber sido enviado por su padre a Munich a perfeccionar el alemán. Hecho éste que influiría mucho en el ánimo de Mercedes y su opinión más tarde a un cambio legislativo de algo que ella interpretaba como una gran injusticia.
Mientras tanto su vida transcurría en Madrid con sus estudios y de vez en cuando alguna visita a casa de alguna amiga. En una de ellas, un día del mes de octubre, conoció a José Antonio cuya existencia ignoraba. Pocos días después pudo escuchar las palabras que pronunció en el teatro de la Comedia. Desde ese momento –dice Mercedes Fórmica–, la aparición de José Antonio en la vida política,
«produjo el acuerdo tácito entre izquierdas y derechas para declararle una guerra a muerte. Con esta particularidad: en los ataques de las primeras latió un cierto respeto, no así en las segundas, que dieron suelta a su mal humor con fáciles ironías».
El fundador de Falange era para ella un hombre joven,
«inteligente, valeroso, fue temido, rechazado y ridiculizado por su propia clase social, que nunca le perdonó sus constantes referencias a la injusticia, el analfabetismo, la falta de cultura, las viviendas miserables, el hambre endémico de las zonas rurales, sin mas recurso que el trabajo «de temporada». La urgencia y necesidad de la reforma agraria. Confundir el pensamiento de José Antonio con los intereses de la extrema derecha es algo que llega a pudrir la sangre. Fue la extrema derecha quien le condenó a muerte civil, en espera de la muerte física, que a su juicio merecía.»
Una mañana decide rellenar la ficha para afiliarse al Sindicato Español Universitario. Desde entonces su vida se limitó, junto con sus estudios universitarios, a participar en actividades de Falange siendo nombrada al poco tiempo delegada del SEU de la Facultad de Derecho, por el propio José Antonio.
Este gesto del líder falangista cambiaba lo que de él decían sus adversarios políticos cuando se referían a su antifeminismo, y que aún hoy dicen algunos historiadores.
Por eso es interesante reproducir lo que sobre el particular escribió Mercedes Fórmica:
"Sobre el supuesto antifeminismo de José Antonio y la tesis, tan difundida, de querer a la mujer en casa, poco menos que con la «pata quebrada», debo decir que no es cierto. Forma parte del proceso de «interpretación» a que fue sometido su pensamiento. Como buen español, sentía recelo hacia la mujer pedante, agresiva, desaforada, llena de odio hacia el varón. Desde el primer momento contó con las universitarias y las nombró para cargos de responsabilidad. En lo que a mí respecta, no vio a la sufragista encolerizada, sino a una joven preocupada por los problemas de España, que amaba su cultura e intentaba abrirse camino, con una carrera, en el mundo del trabajo."
El primer Consejo Nacional del SEU tuvo lugar el 11 de abril de 1935, durante las vacaciones de primavera. Fue en un piso destartalado de la Cuesta de Santo Domingo bajo la presidencia de José Antonio quien pidió que los afiliados al Sindicato fueran, profesionalmente, los mejores. Los congregados, que debatieron varias ponencias, estuvieron reunidos durante cinco días sin que llegara a faltar la policía de Gil Robles que irrumpió en el local y después de cachear a todos los presentes se llevó detenidos a varios.
Al final del Consejo se formó la Junta Consultiva presidida por José Manuel Fanjul, del SEU madrileño, y en la que también estaba Mercedes Fórmica, que aportó su "feminismo" al Consejo con una ponencia sobre la urgencia de crear la «Bolsa de libro de texto» proponiendo que los estudiantes que hubiesen terminado el curso, donasen los libros utilizados a un fondo común, lo que permitiría conceder préstamos a los estudiantes sin recursos. Propició también el aumento del número de becas y las instalaciones de comedores y residencias, ideas que más tarde llevó a la práctica el SEU.
Fue asimismo elegida para representar a la Facultad de Derecho y una vez terminado el Consejo se fotografiaron todos junto a José Antonio. Foto que publicamos en este trabajo y que según Mercedes «durante cuarenta años, la identidad de la muchacha que aparece a la izquierda del jefe de Falange fue silenciada. Fallecido el general Franco, la fotografía resurgió, esta vez con mi nombre y apellidos».
Una gripe mal curada trajo como consecuencia que no pudiera soportar un invierno más el clima frío de Madrid. Le convenía uno más suave, pero antes tuvo que convencer a su padre para que aceptase que, junto a su madre y hermanas, pudiera residir en Málaga temporalmente hasta que recobrase del todo la salud.
Ya instalada en esta ciudad, José Antonio la nombró en febrero de 1936, delegada nacional del SEU femenino, y, como tal, miembro de la Junta Política del partido, si bien nunca llegaron a reunirse por la pronta detención del líder falangista en el mes de marzo siguiente.
El comienzo de la guerra cogió a Mercedes en Málaga que se mantendría fiel a la República. A través de Tánger, después de embarcar en aquella ciudad a últimos de septiembre gracias al consulado uruguayo que les facilitó la salida, consigue, con su familia, llegar a Sevilla después de haber pasado una semana en la hoy ciudad marroquí que en entonces se encontraba bajo la protección de varios países.
Paseando un día por una de las calles sevillanas, se encontró vestido de falangista con quien antes había injuriado a José Antonio. Sin ninguna mala intención le dice:
«–¿Tú con camisa azul?–
El interesado palideció.
–Ahora tenemos que ser todos falangistas.»
Poco después, Mercedes se lo comenta a un amigo quien le contestó que su reacción era del todo lógica porque lo había pasado muy mal y si alguien descubre que injurió a José Antonio, puede pasarlo peor. Llamó al interesado y le dijo que quedara tranquilo que jamás mencionaría el incidente.
«Así sucedió, y todavía vive, en excelente salud y fortuna. Cumpliendo mi promesa no escribo su nombre».
La delación no entraba en la cabeza de los auténticos joseantonianos,
«y menos todavía –dice Mercedes– en los que habíamos sufrido la experiencia de la zona republicana, ávidos de paz, de convivencia, de diálogo».
A los pocos días se dirigió al cuartel de Queipo de Llano porque estaba interesada por la suerte de un antiguo profesor llamado Luis Rufilanchas. Al entrar su sorpresa no tuvo límites cuando la recibió el pasante del abogado que había intervenido en la separación de sus padres. Fingió no conocerla cuando le preguntó por el profesor, llegando a contestarle:
«—¿Cómo se atreve a pedir la vida de un «rojo», vistiendo esa camisa?–me increpó.
—El señor Rufilanchas no es un asesino, y si hay que avalarlo, yo misma lo haré. En cuanto a este uniforme, no se preocupe. No seré yo quien lo deshonre.
Quedó lívido y entró en un despacho, tal vez a consultar alguna ficha. Volvió para decirme:
—Lo fusilamos en La Coruña, hace un mes.
—Lo habrá fusilado usted. En esa fecha yo me encontraba en Málaga.»
Después de leer lo que acaba de contarnos Mercedes Fórmica no queda más remedio que pensar que había llegado la hora de los «conversos» que tanto habrían de perjudicar a Falange. Por esta razón cuando comenzó a circular la noticia del fusilamiento de José Antonio se planteó en ella una seria duda, llegando, incluso, a pensar que Falange debía disolverse. Nadie, pensaba, debía aprovechar unas ideas, en trance de formación, para desvirtuarlas luego ya que estaba segura de que los que detentaban el poder no creían en ellas, sobre todo detrás de la unificación que para ella significó la puntilla.
Por eso los
«recién llegados y conversos se erigieron en representantes de algo que no sentían, siendo la intolerancia su nota distintiva".
La comprensión fue practicada, desde el principio, por los escasos supervivientes, hombres y mujeres de la Falange original. Ellos dieron cobijo a los vencidos en las redacciones de Arriba, Escorial, Medina, Clavileño, o centros coomo el Instituto de Estudios Políticos.
El diálogo que parece descubierto tras la muerte de Franco, lo intentó José Antonio en 1936, cuando se ofreció a negociar un gobierno de de coalición que evitara la guerra civil.
La película Morir en Madrid, que vi por vez primera en Zurich, en 1966, silencia a los grupos minoritarios y desinteresados de la primera época, identificándolos con la masa amorfa, surgida cuando el asesinato de José Antonio se había consumado. Treinta años después, Pedro González Bueno, ministro del primer gobierno de Franco y permanente «camisa azul», se jactaba, en un hotel de Santander, de haber ideado el exterminio de la Falange joseantoniana, con la fórmula de la unificación.
Frente a estas afirmaciones de Jose Mª Gª de Tuñón Aza, autor de este artículo, se encuentran las declaraciones de González Bueno hijo que reproducimos aquí:
"Mi padre a parte de ser una de las personas más fieles a Francisco Franco, fue un gran admirador de José Antonio Primo de Rivera, buena prueba de ello es la creación y posterior plasmación del Fuero del Trabajo, ley que revolucionó al estado del momento en la vertiente político – social. Más concretamente contestando a la pregunta referida, yo no me puedo sentir más josé antoniano y franquista que fue mi padre.
P: Sin lugar a dudas, su padre apostó por la unificación de las diferentes tendencias ideológicas del Alzamiento Nacional en un partido único, FET-JONS, con la perspectiva de los años que han pasado, ¿Cómo lo valora? ¿fue beneficioso para el sistema de Franco?
P.G.B: El decreto de Unificación cristalizo la idea del español genuino, lo que yo me atrevo a definir como “la España eterna”. Realmente en aquel tiempo fue complicado lograrlo ya que las diferentes familias nacionales se encontraban en varias vertientes.
Al ser alertado Francisco Franco por Serrano Suñer de cómo veía González Bueno los problemas en la retaguadia, Franco encomendó la unificación a Serrano Suñer y a mi padre, el primero manteniendo reuniones con los tradicionalistas, mientras mi padre hizo lo propio con Falange. Llegados a este punto he de decir que mi padre no conocía a Franco aún en persona, todavía no había tenido ninguna reunión con el caudillo.
¡Claro que resultó beneficiosa la unificación para el devenir del sistema instaurado por el Caudillo! Tenemos que tener claro que sin la unión en una comunión en defensa de España, Franco no habría ganado la guerra, ni lo que es más importante España tampoco hubiera logrado las metas que alcanzó".
Se salvó también la Sección Femenina, gracias a la presencia en ella, de Pilar Primo de Rivera.
"Sus cualidades –tenacidad, sentido del deber, sacrificio y total desprendimiento económico–, reflejadas en las afiliadas, hicieron del grupo algo ejemplar que, un día, será estudiado con justicia."
En unas declaraciones que años más tarde hace a la escritora Rosario Ruiz Franco, le dice:
«Franco no era falangista y entonces comprendí que aquello iba a ser lo que fue, un albondigón en el que hubo muchos conversos que para salvarse hicieron méritos muy crueles. Antes de la contienda los seguidores de José Antonio éramos poquísimos, quizás unos dos mil en toda España, y tal vez no siquiera llegaron a ese número, y en la zona franquista sólo había quedado una minoría, quizá cien o doscientos. Los que estaban en Madrid y Barcelona, murieron fusilados.»
(En realidad la cifra que barajan los historiadores para toda España en 1936 es de 30.000, pasando a 300.000 al poco tiempo)
Durante la guerra colabora estrechamente con la Sección Femenina. Se abren los primeros hogares para ayudar a los más necesitados. En la admisión de niños tuvieron preferencia los hijos de los vencidos –el hogar que digirió la falangista Carmen Werner recibió a los hijos de los asesinos de su familia–.
Por otro lado, mientras Málaga conseguía logros muy positivos, gracias a la labor de la Sección Femenina dirigida por verdaderas joseantonianas –Mercedes cita los nombres de Nena Hurtado, Carmen Werner, Teresa Loring, Syra Manteola, María Amalia Bolín, Maruja y Coral Parga–, «la burguesía sevillana contemplaba con prevención la reforma agraria del programa de FE».
Aunque sus biógrafos dicen que contrae matrimonio con Eduardo Llosent en el año 1939, esta fecha no es la correcta ya que el enlace tuvo lugar el 20 de diciembre de 1937 en la capilla de Nuestra Señora de la Antigua, de la Santa Iglesia Catedral de Sevilla, bendiciendo la unión el párroco de San Vicente Mártir, José Rodríguez Sayago.
En Sevilla sigue el nuevo matrimonio hasta finalizar la guerra cuando se trasladan a Madrid donde Eugenio d’Ors, director general de Bellas Artes, nombra a Eduardo Llosent director del Museo de Arte Moderno.
La capital de España no era en aquellos años el desierto intelectual que todavía algunos nos pintan: Dámaso Alonso, d’Ors, Cela, Torrente Ballester Pedro Laín, Antonio Tovar, Alfaro, García Nieto, etc, no faltaban a las tertulias que tenían lugar en los cafés y casas particulares.
En lo que respecta a Mercedes y su marido, frecuentaban otras tertulias donde acudían Sánchez Mazas, Eugenio Montes, González Ruano, Edgar Neville, Sebastián Miranda, Pilar Regoyos, Natividad Zaro, Mary Navascues, Conchita Montes, &c.
Otras veces salían con Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales y Leopoldo Panero.
En el verano de 1939, se representó, en el paseo de las Estatuas del Retiro, La cena del rey Baltasar, de Calderón de la Barca. Por otro lado, la extraordinaria labor desarrollada en el teatro por María Guerrero trajo como consecuencia la reposición de obras de autores como Benavente, Marquina, José María Pemán, Agustín de Foxá, Buero Vallejo, Joaquín Calvo-Sotelo, &c.
En 1940 se publica la revista de cultura y letras Escorial que dirigía Dionisio Ridruejo y en cuyo primer número aparecen las firmas de Eugenio Montes, Ramón Menéndez Pidal, Adriano del Valle, Juan Panero, José María Alfaro, Luis Felipe Vivanco, Pedro Lain Entralgo, &c.
En esta misma revista publicaría Mercedes, años después, la novela titulada Bodoque, donde narraba las reacciones de un niño frente a un acontecimiento superior a sus fuerzas y que años más tarde, en 1958, no entró en la votación del Premio Café Gijón, por estar publicada al menos parcialmente.
A principios de 1944, Pilar Primo de Rivera le propuso la dirección del semanario Medina donde colaboraron personas procedentes de campos políticos opuestos a Falange. Algo que también sucedió en otros medios como el diario Arriba, con Echarri, Cebrián, Azcoaga, &c.
Estando de embajador en Argentina José María de Areilza, decidió llevar a aquel país muestras de la cultura española, tanto en el terreno de las artes plásticas, como de la literatura, la música y el teatro. Eduardo Llosent, como director del Museo de Arte Moderno, se responsabilizó de las artes plásticas y con él embarcó Mercedes en Cádiz, en agosto de 1947, rumbo a Argentina siendo entonces presidente Juan Domingo Perón.
Después de pasar algo más de tres meses en aquellas tierras, con enorme éxito de toda la representación española, de nuevo pusieron rumbo a España a últimos de diciembre.
Ya en Madrid, Mercedes se dispuso a poner en práctica el proyecto que le había rondado a lo largo de la travesía. Las finanzas de su marido no iban muy bien y decidió examinarse de las pocas asignaturas que le faltaban para terminar la carrera y así poder ayudar con su trabajo. La guerra y después su colaboración en la Sección Femenina, hizo que perdiera muchos años de estudios.
En 1948 termina la carrera de Derecho con el propósito de ingresar en el Cuerpo Diplomático, pero descartó estas oposiciones porque la obligarían a residir lejos de su marido. Optó más tarde por las oposiciones de Abogado de Estado o Notarías, pero se encontró que en todas, incluida la del Cuerpo Diplomático, uno de los requisitos que se pedían para opositar era «ser varón». Tal estado de cosas sublevó a Mercedes que recordaba cómo «José Antonio, cuyo nombre tanto se aireaba, nunca fue contraria a las universitarias».
Pidió entonces el alta en el Colegio de Abogados e intentó entrar en algún bufete de abogados sin conseguirlo, pero su vocación por la carrera la impulsaron a seguir adelante hasta conseguir que la realidad por la que pasaba la mujer, en muchos casos, pudiera cambiarse porque no estaba dispuesta que le vedasen el camino que había elegido.
Necesitaba ganar algún dinero y por esta razón aceptó la dirección de la revista Feria donde llegaron a colaborar, entre otros, Leopoldo Panero y Luis Rosales. Sin embargo, esta nueva aventura no duró mucho tiempo porque privada la revista de medios económicos desapareció con sus valiosos colaboradores.
A través de algunos amigos consiguió la asesoría de una empresa y un trabajo en el Instituto de Estudios Políticos.
Coincidiendo con todo esto, recibió una carta de Pilar Primo de Rivera donde le pedía redactase una ponencia para el Congreso Hispano-Americano-Filipino que tendría lugar en 1951. Aceptó la invitación y como Delegada Nacional del SEU que había sido, sintió la responsabilidad de resolver la injusticia laboral de la mujer. Buscó colaboradoras, todas ellas universitarias, que habían obtenido el título antes de la guerra: María de la Mora y Sofía Morales, Periodistas; Carmen Llorca, Josefina Aráez y Pilar Villar, Filosofía y Letras; Carmen Segura, Ingeniero Industrial; Matilde Ucelay –que pertenecía al grupo de los vencidos– y María Ontañón, Arquitectos; Mercedes Maza, Médico; y Carmen Werner, Licenciada en Pedagogía.
El trabajo de la ponencia avanzaba y consumía buena parte de su tiempo; Mercedes Fórmica sabía que los beneficios que se lograsen nunca los disfrutaría. Serían las jóvenes universitarias las que los aprovecharan.
A pesar de tanto trabajo todavía encontró tiempo para escribir la novela Monte de Sancha, finalista del Premio Ciudad de Barcelona, publicándose más tarde la crítica que le hace el académico Fernández Almagro:
«Con Monte de Sancha hace Mercedes Fórmica, acto de gentil presencia en el campo de nuestra novela. Bien señala el título la localización de este relato que nos sitúa en tierra malagueña, concretamente en la florida altura que domina la muelle fronda de la Caleta y el popular hervor del Perchel. Ese contraste entra por mucho, real y simbólicamente en la novela: de un fondo social y político que, en principio: de un fondo social y político que, en principio significó, sin duda, la principal dificultad que la autora se propuso con el deportivo propósito de vencerla. Es Málaga, en la época roja, la ciudad que presta todo su ambiente, en cruzadas ráfagas de cosmopolitismo y casticismo, con luces de sacrificio y sombras, de crimen, a la novela de Mercedes Fórmica. La autora hace ver lo que aquella angustiosa realidad representaba, y, en función de la verdad vivida, se mueven los personajes, sin que en momento alguno la libre ficción novelesca parezca alegato en pro de determinada tesis…» (ABC, Madrid, 4 marzo 1951, pág. 15.)
Algunos años después, el escritor catalán Sebastián Juan Arbó escribe un artículo en la prensa sobre la producción literaria a la que, según él, «se ha aludido muy raramente». En este artículo, que tituló Reflexiones al margen de los premios, hace una crítica breve a varias novelas y en lo que a la de Suárez Carreño, Premio Nadal 1949, respecta, le acusa que la suya, Las últimas horas, parece que tiene prisa en terminarla.
«Es una novela –dice Arbó– de la que puede decirse que acaba en punta, en una punta alargada y un tanto monstruosa con relación al resto del libro».
Idéntica acusación hace a nuestra autora, de la que dice:
«En el mismo defecto, aunque agravado, incurre, a mi entender, Mercedes Fórmica en su Monte de Sancha, espléndida novela al principio, que acaba en pura zarzuela con los amores del escultor y la dama. Ana Matute fue testigo de mi entusiasmo en la primera parte de esta obra y mi decepción después».
Por otro lado, cuando un año antes en una entrevista la preguntaron a Ana Matute, Premio Planeta 1954, a cuál novelista prefería, no dudó en contestar: «A Mercedes Fórmica».
Publicó también la novela La ciudad perdida que fue seleccionada para el Premio Nadal y que más tarde una productora hispano-italiana llevó al cine: Era la aventura de un terrorista que entra en España clandestinamente y ha de cumplir en Madrid una siniestra misión. Asimismo hicieron un adaptación para el teatro. También, en esta ocasión, Fernández Almagro hace una crítica a esta novela que da comienza con estas palabras:
«Un poco después de salir a luz Monte de Sancha, aparece otra novela de Mercedes Fórmica, La ciudad perdida, y quien conozca estas dos obras atestiguará, de seguro, la ampliación de horizonte que significa la segunda respecto a la primera, y no precisamente por el asunto, sino por el modo de desarrollarlo, con técnica tan exigente y comprometida que la autora se crea sus propias dificultades por el gusto de vencerlas. Después de todo, el espíritu deportivo tan característico, en su línea, de este tiempo, es una manifestación más del eterno anhelo de superación sin el cual la obra artística perdería todo aliento.» (ABC, Madrid, 5 de agosto de 1951, pág. 15.)
El alta en el Colegio de Abogados, como era su caso, obligaba a realizar el «turno de oficio» cuando las circunstancias lo demandaran.
La vigencia de la pena de muerte le atormentaba cuando tenía que afrontar algún caso castigado con ella.
Un día la prensa publicó la agresión de una mujer a manos de su marido que le había asestado varias puñaladas. Un joven periodista quiso averiguar más detalles del suceso y se entrevistó con la mujer que le confesó que no era la primera vez que recibía malos tratos. Cuando el periodista le preguntó que cómo lo consentía, la mujer le respondió:
«Intenté separarme, pero el abogado a quien consulté me dijo que lo perdía todo. Hijos, casa, mis pocos bienes».
Aunque hoy parezca mentira, la mujer decía verdad.
Esta injusticia le hizo pensar a Mercedes que algo había que hacer para reparar uno de los mayores atropellos que en aquellos años sufría la mujer casada.
Fue entonces cuando se le ocurrió denunciar aquella absurda ley, que dejaba indefensa a la mujer ante la separación, con la publicación de un artículo que, previamente, estuvo tres meses congelado por la censura; lo tituló El domicilio conyugal, alcanzando enorme éxito, incluso fuera de España, y que por su interés reproducimos en su totalidad:
«En un hospital madrileño agoniza una mujer, víctima de doce cuchilladas. La noticia, extraída de entre los que pregonan el discutido Premio Nóbel, el nuevo estatuto de Trieste, el repugnante asesinato de Bobby Greenlease, o la catástrofe de Cestona, pasa inadvertida, cuando no por vulgar, deja de ser aleccionadora, ya que al ahondarse en las razones que llevaron a este final sangriento se pone en claro que la muerte de la desgraciada mujer la provocó la convivencia, una convivencia, que por humanidad, debió de ser evitada. La historia es realista, amarga. Un marido que se niega a entregar a su esposa el producto de su trabajo para mantener a la familia, compuesta por los padres y tres hijos; una esposa, que, a fin de sacar adelante a esa misma familia, se afana en tareas agotadoras, de la mañana a la noche. A menudo, ruega al marido que cumpla con su obligación de jefe de la casa. El marido se limita a golpearla, límite bastante suave en un hombre que llegará hasta el parricidio. De estos golpes existe constancia abundante en la Comisaría del distrito. Se me dirá, por el público ingenuo, que antes de dejarse matar, esta mujer pudo separarse legalmente de su marido, invocando la causa segunda del artículo 105 del Código Civil. Un grave obstáculo, sin embargo, se lo impedía: la escasez de vivienda.
Nuestro Código Civil, tan injusto con la mujer en la mayoría de las instituciones, no podía hacer una excepción con la esposa, y la casada que se ve en el trance de pedir la separación; aun en aquellos supuestos en que su inocencia está comprobada, ha de pasar por el previo depósito, que en este caso habrá de ser realizado fuera del domicilio conyugal, y ya el proceso de separación en marcha, el juez le entregará, o no le entregará, los hijos, los bienes muebles, fijará una pensión alimenticia, pero lo que ningún magistrado sentenciará –entre otras razones porque carece de facultades para ello– es que sea la esposa la que permanezca en el domicilio común y sea el marido culpable el que lo abandone. En otra época, la medida, aunque injusta, planteaba problemas secundarios; hoy esta parcialidad lleva a las doce cuchilladas. Qué duda cabe que en estos tiempos, en que el desequilibrio entre habitantes y habitación ha planteado un problema de gobierno y ha dado vida a una ley tan revolucionaria como la de los Arrendamientos Urbanos, pocas mujeres se arriesgarán a dejar su casa para lanzarse a la aventura de vivir debajo de un puente, o en un cuarto de renta nueva e inaccesible. La mujer que se encuentra en esta situación se resigna, y aguanta hasta el límite, que, como en el supuesto que nos ocupa, es la propia vida.
La defensa de la familia cristiana, imprescindible para el logro de una paz duradera, se consigue con la convivencia pacífica, equitativa, en la que cada cónyuge lleve su carga y cumpla con su deber. Es contraproducente para este logro el ejemplo a los hijos de la repetida mala conducta del más fuerte, que lo es sólo porque le mantiene una ley arbitraria. Los señores jueces deberían tener facultades para otorgar la titularidad del domicilio conyugal al cónyuge inocente, en este caso a la esposa, ya que, en definitiva, el domicilio conyugal es la casa de la familia y no «la casa del marido», como dice la ley. La familia ganaría en moralidad y buenos ejemplos, y los hijos varones conocerían a tiempo que su mala que su mala conducta futura no se verá salvaguardada por el Código Civil, aliado a circunstancias de momento, escasez de vivienda en este caso. Los buenos padres, que por lo general son también los buenos maridos, adquirirían la certeza de que sus hijas quedaban liberadas de una surte dura. Esa mujer, que a la publicación de esas líneas quizá ya no sea, representa algo más que la protagonista de un suceso de sangre, representa un símbolo: el de la buena esposa, excelente madre de familia, a la que una injusticia de la ley llevó al inútil sacrificio de su vida. No permitamos que su caso se repita. Hora es ya de prevenir, en lugar de lamentarse, de escoger el camino del diálogo y no de la violencia, cuando se pretende implantar una reforma justa. En apoyo de mi teoría diré que en el Congreso de Abogados celebrado en Madrid el pasado año se puso de manifiesto la necesidad de reformar la ley en este sentido, y como detalle digno de tenerse en cuenta, señalaré que fueron los abogados sacerdotes, a los que sus circunstancias hacía imparciales, los que se pronunciaron a favor de esta reforma.»
El artículo tuvo enorme éxito no sólo en España sino fuera de nuestras fronteras. Un amigo suyo le remitió un recorte del periódico The New York Times quien a través de su corresponsal en Madrid publicó una larga referencia del escrito.
Por otro lado, en un trabajo dedicado al mundo femenino, la revista Holiday hizo un reportaje fotográfico de aquellas mujeres que más habían destacado en sus respectivos países. Robert Capa, director de la misma, pidió a la fotógrafa Inge Morath que en España fotografiara a Mercedes Fórmica:
«Tú irás a España. Tienes que ver a una mujer extraordinaria. Se llama Mercedes Fórmica, es abogado, y defiende a las mujeres que no se pueden separar de sus maridos».
Igualmente «recogieron la noticia el Daily Telegraph y la importante revista gráfica Time, que le dedicó una página el 7 de diciembre rematada con esta frase escuchada a un madrileño: Creo que empieza un gran torbellino. Gracias a Dios mi mujer no lee los periódicos».
Otra prensa europea comentó también la noticia; incluso el semanario de la CNT dedicó palabras de elogio al artículo lo mismo que la que fue militante del PSUC, Lidia Falcón, quien escribió que
«los artículos de Mercedes Fórmica recorrieron todo el país en pro de los derechos de la mujer. Se celebran inmediatamente cursillos y congresos convocados por la Academia de Jurisprudencia sobre el tema La mujer ante la ley. Durante cinco largos años se debate y se debate entre las irónicas respuestas de los que ven en la campaña un resurgimiento del loco y apolillado feminismo. Pero las cuchilladas no cuajan con el nuevo feminismo norteamericano, y a pesar de la resistencia de los tradicionalistas, el 24 de abril de 1958 se promulga una ley por la que se varían sesenta y seis artículos del Código Civil».
El ABC se benefició del éxito alcanzado por la abogada.
Días después el periódico abrió una encuesta en torno a la reforma de la legislación denunciada dando también cabida en sus columnas a expertos juristas a la vez que a su redacción llegaban a diario cartas adhiriéndose a las reivindicaciones femeninas propuestas por Mercedes Fórmica. Al mismo tiempo publicó un editorial destacando el eco que tuvo el artículo y el planteamiento del problema de la capacidad legal de la mujer española añadiendo que la situación concreta que denunciaba su colaboradora «no es sino una de tantas manifestaciones de una característica de nuestro Derecho Civil que fue objeto de estudio en el primer Congreso Nacional de Justicia y Derecho…» (ABC, 22-XI-1953, pág. 48).
A la encuesta realizada por el periódico se sumaron prestigiosos hombres de leyes como el catedrático Ursicino Alvarez para quien
«la situación de la mujer es un problema que ha preocupado en todos los tiempos y en todos los pueblos».
El que fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Central, Eloy Montero, siempre estimó
«duro en demasía lo que dispone la Ley de enjuiciamiento Civil en su artículo 1887, o sea, que los hijos mayores de tres años pasen automáticamente al padre cuando se decreta la separación provisional de los cónyuges, a tenor del artículo 68 del Código Civil».
El profesor de Derecho Civil, Antonio Hernández Gil, ha dicho que
«es posible introducir en nuestro sistema legal algunos importantes perfeccionamientos en lo relativo a la condición jurídica de la mujer y especialmente de la mujer casada».
Para Jaime Guasp, decano de la Facultad de Derecho de Madrid,
«el problema de la condición jurídica de la mujer, que Mercedes Fórmica ha aireado tan oportunamente, haciendo brillante honor a la doble calidad de su profesión y de su sexo, merece, desde luego, una atención pública superior hasta la que ahora ha disfrutado».
José Valenzuela, catedrático de Derecho Administrativo, aunque el tema no era de su especialidad, no dejó de dar su opinión:
«Es de extrañar que siendo la familia para el Derecho Civil una sociedad y para la Iglesia una relación de compañerismo («Compañera te doy y no sierva»), el Código Civil se aleje de la característica de voluntariedad que suponen estas relaciones, puesto que después de constituido el matrimonio establece un sistema rígido con prerrogativas de poder a favor del marido».
En la encuesta también intervinieron otros ilustres letrados como Joaquín Garrigues, José María Ruiz Gallardón, Ramón Serrano Suñer, Juan Vallet de Goytesolo… y Antonio Garrigues que cerró la encuesta añadiendo para terminar
«que lo que todas las opiniones han coincidido es que si al argumento de la capacidad de la mujer hubiera que darle un nombre propio, este nombre bien podría ser el de Mercedes Fórmica».
Después del estudio tuvo lugar un caso de separación matrimonial cuya vista de apelación recogió en Abc Josefina Carabias. A la misma, la periodista acudió en compañía de Mercedes y al salir de la Audiencia se dirigieron directamente a casa de la abogada para seguir charlando. Cuando la empleada del hogar les abre la puerta, al parecer con cara de susto, Josefina Carabias recogió ese momento, escribiendo el siguiente relato:
«—Señora –dijo–, ahí en el despacho, , esta la mujer de las doce puñaladas. Acaba de salir del hospital.
Allí estaba, en efecto, la víctima cuyo caso sangriento determinó toda esta polémica alrededor del domicilio conyugal. ¡Daba pena verla!
—Vengo a ver qué me aconseja usted que haga, señorita. Mi marido está en la calle. Le han puesto en libertad. Si se le ocurre ir a casa entrará aunque yo no le abra. Tiene derecho, la casa sigue siendo suya…
Nos quedamos de piedra. A pesar de los ríos de tinta que se han vertido, a pesar de lo todo que se ha hablado…¡el hombre de las doce puñaladas sigue siendo el dueño del domicilio conyugal! La mujer no tiene más remedio que vivir a su lado o irse, con sus hijos, debajo de un puente.»
(ABC, 12 enero 1954, pág. 15.)
Alguna prensa española entra en la polémica que destapó el artículo y también sus comentarios posteriores por parte de muchos profesionales del Derecho.
Ciertos artículos publicados en esa prensa llevaban la firma de su autor, pero otros se publicaron de manera anónima sacando la cuestión de quicio y llegando, incluso, a la peregrina conclusión de que la encuesta referente a la situación de la mujer en el Derecho positivo español había sido inspirada por un ánimo antifamiliar y anticristiano. Ante estos comentarios para abordar el problema de la capacidad de la mujer casada, Mercedes escribe un largo artículo respondiendo a semejantes formas de ver las cosas. Ella, que nadie puede tachar de anticatólica, termina su colaboración con estas palabras:
«Los profesionales del derecho estarán de acuerdo conmigo en que presentada una demanda de separación por la esposa inocente, el primer acto del esposo culpable consiste en la ocultación de los bienes, en el alzamiento o enajenación de los gananciales, en disfrazar o menos preciar sus ingresos por trabajo o rentas, todo ello con la consiguiente disminución de la pensión alimenticia. Estas medidas, dictadas por el rencor a la mujer, recaen, en definitiva, sobre los hijos –lo que queda de la Institución Familiar–, que sufren en carne propia las consecuencias de una situación que no crearon.
Que duda cabe que no existe nada más hermoso que los matrimonios en armonía, los hijos felices en la compañía de sus padres. Pero no añadamos más miseria a la desgracia de los que no pudieron conseguir tales bienes y tendámosles la mano, haciéndolo con generosidad y con verdadero espíritu cristiano. Que mucho se esgrimió el cristianismo en estos días, pero pocos recuerdan que fue Jesús el que elevó la categoría de la mujer, y que, en definitiva, el Derecho romano que nos rige contiene muchos excesos inspirados por el paganismo.» (ABC, 14 enero 1954, pág. 26.)
Pero la actividad de Mercedes no para ahí. Se dedica a dar charlas.
El 10 de de febrero de 1954, en el Circulo Medina de la Sección Femenina pronuncia una conferencia bajo el título La situación jurídica de la mujer española, que tiene un enorme éxito.
Con el mismo título da otra en Barcelona donde, además, en La Vanguardia Española le hacen una entrevista que comienza con esta entradilla:
«Mercedes Fórmica, abogada en ejercicio, del Colegio de Madrid, escritora, novelista, autora de Bodoque, Monte de Sancha, La ciudad perdida, El miedo (Inédita esta última), defensora de los derechos de la mujer, disertará hoy en Conferencia Club, sobre este tema».
Al día siguiente el mismo periódico le dedicada una reseña elogiosa, destacando las felicitaciones que había recibido del numeroso público que había acudido a escucharla.
Al mes siguiente, el mismo periódico recoge la estancia en Barcelona de la escritora Simson, colaboradora del Herald Tribune, que manifestó que iba a enviar a ese periódico la entrevista mantenida con Mercedes Fórmica sobre los derechos de la mujer porque
«esto interesa mucho en Norteamérica» (La Vanguardia, 9 junio 1954, pág. 7).
En 1955 publicó la novela A instancia de parte con la que ganó el Premio Cid y que volvería a ser reeditada con el texto revisado por su autora en 1990. En ella confluyen unos matrimonios rotos donde el máximo beneficiario será el hombre que sabe será siempre el ganador e intentará sacar por ello la máxima rentabilidad que las circunstancias le permiten.
Como consecuencia de la campaña creada por la abogada, en el mes de julio de 1956 en el Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Madrid se emitió una sentencia en la que el magistrado resolvió que la esposa siguiera viviendo en el domicilio conyugal debiendo abandonarlo el marido. Esta sentencia animó a muchas mujeres que se dirigieron a la prensa exponiendo su precaria situación en la que quedaron después de una sentencia contraria a ellas.
Una de estas cartas fue firmada por una mujer que no sólo quedó sin hogar sino que cuando fue a pedir trabajo le dijeron que su marido tenía el deber de mantenerla y que por ese motivo no se lo daban. A los pocos días, Mercedes le contesta desde las columnas del Abc con un largo escrito que finalizaba así:
Cuando la ley sea más cristiana que romana –es decir, pagana–, entonces sí, entonces, mi admirada y admirable doña Emilia Cabello y Rodrigo, esposa española, depositada en casa extraña, viviendo de la caridad ajena, podrá hablarse «de una ley injusta» y «de una ley posterior equitativa».
Mientras este paso no se dé, las circunstancias no habrán cambiado, y las mujeres españolas continuarán como hasta hoy, y los ejemplos como el suyo se multiplicarán.» (ABC, Madrid, 27 julio 1956, pág. 22.)
Escribe mucho sobre temas muy diversos relacionados con la mujer.
Le preocupan, sobre todo y principalmente, los padres adoptantes que opinan sobre la destrucción de las partidas literales de nacimiento y bautismo de los hijos adoptivos.
Se interesa por esta materia y pide a los juristas que expongan sus puntos de vista, pero considerando más el aspecto humano de la cuestión que el simple problema legal. Para ella lo más importante aún es que los legisladores, teniendo en cuenta este aspecto humano, rectificaran las disposiciones que estaban en vigor en aquel momento y las adaptaran a las realidades actuales. Este nuevo planteamiento que hace sobre los hijos adoptivos vuelve a producir una serie de cartas en la prensa tanto de juristas como de padres adoptantes.
Al final, el abogado Joaquín Arce conocedor de los problemas relacionados con la adopción por su contacto diario con el tema a través de su conexión tanto con los adoptantes como con los adoptivos, envía un valioso trabajo que Mercedes reproduce en el ABC, y del que recogemos solamente sus expresiones finales:
Los niños –no lo olvidemos– admiten la verdad, cualquiera que se ésta, mejor que el engaño o la simulación, reaccionando ante ella con gran capacidad.
Si estamos persuadidos, como debemos estarlo, que la paternidad adoptiva es verdadera paternidad que crea en gran medida la personalidad del hijo, modela su temperamento e imprime su propio sello dada la gran capacidad mimética receptiva del niño y todo eso lo hace mediante la entrega del amor, máxima oferta de que es capaz el hombre: si estamos convencidos de esto –repito– no debe constituir problema que el menor conozca que su origen tiene una causa distinta a la de su vida.
(ABC, Madrid, 25 mayo 1959, pág. 43.)
Separada de su marido Eduardo Llosent contrae segundas nupcias en 1962 con José María G. de Careaga y Urquijo que fue alcalde de Bilbao y que falleció el 4 de enero de 1971.
En 1972 publica la novela histórica La hija de don Juan de Austria, con prólogo de Julio Caro Baroja, y con la que al año siguiente ganó el Premio Fastenrath de la Real Academia Española; interviniendo como jurado: José María Pemán, Pedro Laín Entralgo y Gerardo Diego.
Esta obra fue recibida por la crítica como una definitiva contribución al estudio del siglo XVI español.
Años más tarde fue objeto de una polémica entre su autora y Antonio Gala porque le acusaba de plagio, en relación con un guión de éste para un programa de Televisión. Mercedes pedía que al menos Gala admitiera que había hecho una adaptación. De esta novela hizo una excelente crítica el Premio Nacional de Literatura 1949, Pedro Rocamora, quien, entre otras cosas, escribió:
«Y esto es lo que ha hecho Mercedes Fórmica. De un tema casi folletinesco ha sabido construir un trabajo de investigación. El lector se halla ante un texto tratado con absoluto rigor documental. No hay en él lugar para lo fantástico. Pero no importa. Porque Mercedes Fórmica ha sabido reflejar el contraluz de unos años en los que la realidad se funde con la fantasía. En ese momento España conserva todo su lastre medieval, a la vez que se está forjando el estilo de vida del renacimiento.
Lo que ha hecho Mercedes Fórmica, con ánimo resuelto, es adentrarse en el transfondo del reinado de Felipe II para mostrarnos el perfil de un personaje que amó ilusionadamente y al que el rigor del Monarca cortó las alas de su pasión de mujer. La España de Felipe II fue inquisitorial, despiadada, dura y a la vez imaginativa y soñadora. En ella la vida de Ana de Austria equivale al conflicto psicológico de una mujer marcada por un trágico destino. Vivió en una época cargada de contradicciones. En una España de frailes, de brujas y de santos, de ascetas y de barraganas, de fe y de hipocresía, de religiosidad y de lujuria…»
Le seguiría otra novela histórica publicada en 1979, titulada María de Mendoza. Solución a un enigma amoroso.
En 1987 publicó La infancia que con la novela Collar de Ámbar publicada en 1989 termina su obra literaria. Sin embargo, ella seguía con sus colaboraciones en la prensa. Este mismo año publica un largo artículo titulado La situación jurídica de la mujer española; y más tarde acudió a los cursos de la Complutense en El Escorial para relatar su lucha por los derechos de la mujer.
Todavía escribiría un artículo que tituló La propiedad limitada, cuando se enteró que una pobre viuda de 82 años le había quedado de paga 2.083 pesetas en 1998; y La hermana desconocida de la princesa de Éboli.
Tampoco hemos de olvidar la trilogía de sus memorias que comenzó a publicar en 1982 con el título Visto y vivido; siguiendo un segundo tomo, Escucho el silencio, que se publica en 1984; para finalizar con el tercero titulado, Espejo roto y espejuelos, editado en 1998.
Mercedes Fórmica falleció en Málaga el 22 de abril de 2002, víctima de la enfermedad de Alzheimer.
Esta escritora y abogada ejerció siempre su profesión enfrentándose a la situación jurídica de la mujer en España, aunque las feministas la ignoraron, y la ignoran, porque fue falangista poniéndole además el sello de fascista sin que nadie se molestara en averiguar si lo era o no. Que también escribió que José Antonio era un hombre de Derecho, no un hombre de derechas; y que ante la muerte que ya presentía no muy lejana, dijo que tenía fe y que para ella la religión le había aportado la esperanza y la explicación del objetivo de su vida.
Mónica Plaza de Prado, una precursora de la presencia de la mujer en la Política.
Ya en la política nacional, fue Regidora Nacional de Trabajo de la Sección Femenina de FET y de las JONS, y tuvo una estrecha relación con la fundadora de esta organización, Pilar Primo de Rivera.
También fue Consejera Nacional del Movimiento y Procuradora en Cortes, desde 1967 hasta 1977.
Una de sus gestiones más importantes en Palencia fue la construcción de la actual “Escuela Castilla”, que nació promovida por ella como Centro de Formación de Instructoras Rurales de la Sección Femenina.
Dedicó toda su vida a la Sección Femenina, siendo un claro ejemplo de la mujer Falangista, que con un esfuerzo sin desmayo trabajó por la promoción de la mujer.
El 22 de julio de 1969, se abstuvo en las Cortes, en la votación para la Ley de Sucesión.
Con entusiasta y dedicación, Mónica y las mujeres de la Sección Femenina consiguieron un cambio real, profundo y legal del status de la mujer, partiendo de cero, sin ninguna demagogia como sucede actualmente, que se omite deliberadamente y se tergiversa la gran labor de la Sección Femenina en general y de Mónica Plaza en particular.
Falleció el 12 de diciembre de 2010 en Venta de Baños, Palencia, a los 94 años de edad.
Carmen Werner Bolin (1906-2000).
La bondad de esta mujer, su trabajo altruista y desinteresado por los demás, queda de manifiesto por su labor en el Auxilio Social, donde atendió y cuidó personalmente a los hijos de los asesinos de su padre Leopoldo y sus hermanos a manos de los milicianos.
Carmen Werner Bolín nació en Málaga el 23 de febrero de 1906. Hija de Leopoldo Werner Martínez del Campo, VIII Conde de San Isidro, nacido el 18 de septiembre de 1897 en Málaga, que fue asesinado por los rojos después del Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936 y de Carmen Bolín de la Cámara (1871-1946).
Militante falangista co-fundadora de la Sección Femenina en Málaga, organización en la que desempeñó diferentes puestos de Servicio.
Casada el 28 de mayo de 1941, en la Iglesia del Sagrario de Málaga, con Enrique Durán Arregui (1901-1954). Escribió algunos textos de educación. Estaba en posesión de la “Y” de Fundadora de la Sección Femenina.
El 29 de mayo de 1942, en el Castillo de la Mota de Medina del Campo, Valladolid, el Caudillo de España Francisco Franco, por su actuación meritísima, le otorgó la “Y” de Oro Individual.
José Antonio y la Sección Femenina.
La galantería no era otra cosa que una estafa para la mujer. Se la sobornaba con unos cuantos piropos, para arrinconarla en una privación de todas las consideraciones serias.
Tampoco somos feministas.
Pero por lo mismo que no somos ni galantes ni feministas, he aquí que es, sin duda, nuestro movimiento aquel que en cierto aspecto esencial asume mejor un sentido femenino de la existencia. No esperaríais, sin duda, esta declaración de boca de quien manda –inferior en esto a cuantos le obedecen– tantas filas magníficas de muchachos varoniles.
Los movimientos espirituales del individuo o de la multitud responden siempre a una de estas dos palancas: el egoísmo y la abnegación.
La Falange también es así.
Ved, mujeres, cómo hemos hecho virtud capital de una virtud, la abnegación, que es, sobre todo, vuestra. Ojalá lleguemos en ella a tanta altura, ojalá lleguemos a ser en esto tan femeninos, que algún día podáis de veras consideramos ¡hombres!
José Antonio: Discurso en Don Benito 28-04-1935 (Arriba, núm. 7, 2 de mayo de 1935).
Nosotros no queremos que triunfe un partido ni una clase sobre los demás; queremos que triunfe España como una unidad, con una empresa futura que realizar en la que se fundan todas las voluntades individuales.
Esto hemos de conseguirlo aun a costa de los mayores sacrificios, pues es mil veces preferible caer en servicio de tal empresa que llevar una vida lánguida, falta de ideal, sin otra meta ni ambición que llegar al día de mañana.
La vida sólo merece vivirse cuando en ella se realiza, o al menos se intenta, una obra gigante, y nosotros no comprendemos otra mejor que la de crear la nueva España".
(Palabras pronunciadas por José Antonio en Don Benito, después del mitin, a unas camaradas).
La Sección Femenina del SEU.
El 2 de noviembre, fundada Falange Española, cinco mujeres acudieron a inscribirse, pero fueron rechazadas al ser mujeres y muy jóvenes. En un primer momento no parecía que tuviesen cabida en el Movimiento recién nacido, antipartido y concebido para una lucha tensa, pero se las instó para que se afiliaran al recién nacido SEU, Sindicato Español Universitario.
Pilar, Inés y Dolores así lo hicieron, militando de esta manera en el SEU, por disposición de José Antonio Primo de Rivera, siendo así las primeras mujeres falangistas.
El nacimiento de la Sección Femenina como tal, fue en junio de 1934, cuando empezó la persecución contra la Falange y se tomó la decisión de crear, todavía dentro del SEU, una Sección de mujeres con un cometido específico: realizar las labores de propaganda, con menos riesgos que
asumían los muchachos, porque aún existía, por aquellos años, cierto respeto a la condición femenina. De todas formas, estas mujeres, realizaron antes y durante la Cruzada, acciones verdaderamente heroicas.
En diciembre de 1934, en vista de la importancia que iba teniendo la Sección Femenina, se acordó reorganizarla independizándola del SEU y pasando a depender directamente de la Secretaria General de la Falange, como las demás Secciones del Movimiento, aunque siempre hubo una
vinculación con el SEU, no sólo porque la Sección Femenina nació en su seno, sino porque en entendimiento y acción siempre fueron y estuvieron unidos. Este vínculo con el SEU lo expresó Pilar Primo de Rivera en el discurso que dio al recibir la beca de Colegial de Honor en el Colegio
Mayor “José Antonio” de Madrid:
dejado para siempre unos hilos subterráneos que nos unen en todas las coyunturas”.
Desde la creación del Sindicato Español Universitario, SEU, el 21 de noviembre de 1933, la mujer formó parte de él, al entrar y participar activamente, desde sus comienzos, algunas chicas como:
- Clotilde Salazar Salvador, hermana del que sería Jefe Nacional del SEU, Alejandro Salazar, asesinado posteriormente por los rojos en Paracuellos del Jarama.
- Justina Rodríguez de Viguri, primera mujer afiliada a las JONS, perteneciente al Sindicato Femenino de las JONS creado en el curso 1933/34 en la Facultad de Filosofía. Cuando el 12 de febrero de 1934 se acordó la unificación entre JONS y FE, se inscribió en FE de las JONS
junto a otras dos Jonsistas: Carmen Rico y María Dolores Galvarriato.
Justina fue la primera Delegada de la Sección Femenina del SEU, redactó el reglamento propio del SEU Femenino y fue Jefe de la Primera Escuela de Mandos de la Sección Femenina de Málaga.
- Mercedes Fórmica Corsi, gran abogada y defensora de los derechos femeninos toda su vida, fue en su tiempo una de las tres únicas abogadas de Madrid, Fue Delegada Nacional del SEU Femenino en 1936 y miembro de la Dirección de la Falange. Llegó a ser una gran escritora en periódicos y revistas e, igualmente, publicó muchos libros, destacando: A instancia de parte; Monte de Sancha; La hija de Juan de Austria; Escucho el silencio; y Visto y vivido.
Otras mujeres, que también destacaron y que muchas fueron Mandos de la Sección Femenina, muy unidas, de todas formas al SEU, fueron:
camaradas que se encontraban con grandes dificultades para ejercer sus carreras.
Para ello disponía de varios medios que se complementaban entre sí:
1º Instituciones:
2º Organismos:
3º Actividades formativas:
iniciaron multitud de actores y actrices, luego muy conocidos, aunque una gran mayoría ocultó en la transición su pertenencia al TEU, que los formó como actores y personas. Cosas del chaqueterismo que estuvo en boga.
4º También proporcionaba mandos o profesorado a la Sección Femenina, además de ayudar a la incorporación de las camaradas a Círculos Culturales Universitarios, que a veces era algo difícil de conseguir.
Además realizó una campaña de extensión cultural en zonas rurales dirigida por Chely Valcarce, regidora del SEU, consistente en organizar durante el verano un mes de enseñanzas generales a semejanza de lo que hacían las Cátedras Ambulantes, consiguiéndose realizar unos cuarenta cursos.
La estructura de la Sección Femenina del SEU estaba formada: a nivel nacional, por una Regidora Central del SEU, dependiente directamente del Jefe Nacional del Sindicato, quien la nombraba a propuesta de la Delegada Nacional de la Sección Femenina, Pilar Primo de Rivera. En los Distritos existía una Regidora de Distrito, propuesta por la Regidora Central y que necesitaba del conforme del Jefe de Distrito. En los primeros años, esta Regidora tenía el nombre de Delegada, con su correspondencia en todos los Distritos. La organización interna de la Jefatura seguía las pautas de evolución de la estructura de funcionamiento del SEU, y era considerablemente más sencilla que la de la organización puramente masculina.
Fueron miles y miles las mujeres que, anónimamente, entregaron todo su trabajo y esfuerzo por ayudar a sus semejantes en todo tipo de actividades. Por poner un ejemplo de todas ellas, podemos nombrar a Sara Barranco Soro, que fue también una mujer adelantada para su tiempo, escritora, poetisa, periodista, actriz de teatro y cine, con el pseudónimo Sarah Demaris, que ayudó muchísimo en el SEU, donde desempeñó puestos de Servicio, al igual que en la Sección Femenina. Realizó
importantes acciones durante la Cruzada, como por ejemplo el organizar un viaje a la Roma de Mussolini. En verano de 1937 fue la Directora de la Expedición de la Sección Femenina a Roma, para realizar diferentes entrevistas con el fin de recabar ayuda de todo tipo para nuestra Nación
en guerra. El colofón del viaje fue una audiencia con Benito Mussolini, que había invitado a dicha expedición a pasar unos días en Italia y a recibir noticias directas y vividas de la Cruzada Española. A dicha expedición, que salió de Sevilla, se unieron Adriano del Valle, Ernesto Jiménez Caballero, Manuel Díaz Crespo y César González Ruano entre otros muchos personajes, poetas y escritores relevantes. Fueron días de alegría, en lo que todo fue hablar de España y de proyectos preciosos.
Todos iban triunfales en el viaje, y Adriano del Valle iba, en palabras de César González Ruano:
El 5 de abril de 1965 se firmó el Decreto de supresión del SEU. Su desaparición no fue seguida de ningún intento de establecer una Asociación Universitaria.
Después de la muerte de Franco aparecieron una gran pluralidad de sindicatos y fuerzas políticas hostiles que llevaron a la desaparición de la Sección Femenina en 1977. Entonces se creó la Asociación “Nueva Andadura”, que intentó salvaguardar los valores de la Sección Femenina
con gran dignidad. Esta Asociación desapareció definitivamente en 2008.
Cuéntame...Lo que no nos cuentan.
La Discriminación de la Mujer en el Estado Nacional.
Pío Moa: Años de hierro
"El número y proporción de chicas en la enseñanza creció más rápidamente que la de chicos. En los años cuarenta la enseñanza primaria integraba a más niñas que niños, debido probablemente a que los últimos eran puestos a trabajar antes, problema que no se evitó hasta que pudo aplicarse la prohibición de trabajar antes de los catorce años. Además el número de alumnos por maestro bajó de setenta y cuatro en 1933, último año del gobierno republicano-socialista, a cuarenta y siete en 1941, a cuarenta en 1951, y a treinta el último año del régimen".
Pío Moa: Extractos de Franco para antifranquistas
"El número de alumnas de enseñanza media aumentó de 34.000 en 1934 a 57.000 en 1941 (el peor año del franquismo), a 75.000 en 1950 (el doble que en la II República), y a 568.000 en 1973. La proporción con respecto a los varones también aumentó desde poco más de un cuarto del total en la República a más de un tercio en 1941, y al 44% en 1973. La progresión femenina en la universidad siguió un ritmo parecido"
Pío Moa: Extractos de Franco para antifranquistas
"Bajo el franquismo los matrimonios podían separarse pero el divorcio estaba vedado a los católicos salvo que apostatasen de la fe (pocos lo hicieron)"
Pío Moa: Extractos de Franco para antifranquistas.
Sin embargo es rigurosamente cierto que la progresión de las mujeres en la conducción fue obstaculizada por taxistas y tipos que les decían "Mujer tenías que ser" o "Mujer al volante es peligro constante".
Rosas Azules olvidadas e ignoradas.
"Mucho se habla de la Memoria Histórica. Quienes la defienden pretenden (entre otras cosas) la recuperación de los restos de caídos del bando republicano, pero habría mucho de qué hablar y buscar, porque los desaparecidos se cuentan por miles también en el azul y ello lo único que provoca es resentimiento, no permitiendo pasar página de una parte negra de la Historia de España.
Este artículo es un pequeño homenaje ilustrativo para que las personas ajenas al estudio de la Guerra Civil Española puedan también conocer los logros y en muchos casos el final desenlace de muchas de ellas, porque hoy solo hablaré de mujeres. Esas rosas azules que dieron su vida por defender a su Patria y a sus semejantes. Heroínas que no solo fueron olvidadas conscientemente, sino que nunca fueron reconocidas.
Nos centraremos primero en las que hicieron una labor más destacada y que tuvieron “la suerte” de no ser asesinadas; a las demás no les dio tiempo…"
María de la Paz Martinez-Unciti (Madrid 1917 – 31 de octubre de 1936).
Maria Dolores Moyano y Esteban (Madrid 1902 – 7 de septiembre de 1936) fue maltratada y asesinada en la “curva de la muerte” de la Dehesa de la Villa Madrileña.
La familia Soria Viejo. Carmen (16 años), Matilde (22 años) y Angelita (26 años), detenidas y asesinadas en Paracuellos del Jarama.
Josefina Aramburu y Santa Olalla (Cádiz 5 de febrero de 1899 – Madrid 16 de agosto de 1936), acusada por actividad y espíritu falangista, así como por su estrecha amistad con los Primo de Rivera. Estuvo presa en una checa y ese mismo dia la fusilaron en el Cementerio de Chamartin de la Rosa porque no quiso dar los nombres ni las direcciones de los afiliados a Falange ni a la Sección Femenina.
Maria Luisa Terry de la Vega (Puerto Real – fallecida en Madrid, septiembre de 1937). Asistió a José Antonio y otros falangistas al ser detenidos en 1933. Murió por la metralla de un cañón en el Hospital de Griñón, cuando en pleno bombardeo salió a buscar un tintero para escribir una carta de un soldado herido que agonizaba.
Las “desaparecidas”: María del Pilar Castro, Carmen Cabezuelo, Gregoria García y Esperanza Sancho.
Concepción Garrido Abello ,asesinada en Madrid el 5 de noviembre de 1936.
Olvido Serrano, natural de Bilbao, fue asesinada junto a su hijo.
Marina Moreno Tena (Huesca 1918 – 16 de agosto de 1936). Fusilada en una emboscada por los milicianos en la carretera de Almudevar, cuando pusieron un cadáver de un falangista en la carretera y al bajar a recogerlo junto a otras compañeras, perdió la vida.
Rosa Brios Gómez (Alcañiz, Teruel 1906 – Alcañiz 1937). Colaboraba con el movimiento nacional-sindicalista bordando camisas, insignias y banderas. Era telefonista. Participó en un mitin que le costó la vida. Estuvo en diversas prisiones, hasta ser asesinada por los milicianos que se la llevaron al cementerio donde le quitaron la vida.
Vicenta Chabás Riera (Denia, Alicante 20 de septiembre de 1900 – Paterna, Valencia 6 de octubre de 1936).
Maria Inmaculada Chabás Riera (Denia, Alicante 9 de diciembre de 1904 – Paterna Valencia 6 de octubre de 1936). Tras dos meses de prisión, los milicianos llevaron a las dos hermanas al picadero de Paterna donde fueron asesinadas, junto a Margarita, Casilda Castellví, al grito de ¡¡Arriba España!!
Carmen Tronchoni. |
Sagrario Muro Álvarez (Toledo 1919 – Toledo 18 de septiembre de 1936). Era delegada de Sección Femenina y militó en Acción Católica. Caminando por la calle con su madre y su tia Sagrario, fueron reconocidas por un grupo de milicianos que les propinó una brutal paliza y posteriormente e la cuneta les dieron el tiro de gracia.
María del Dulce Suárez Granada (Infiesto, Asturias 1901 – Ribadesella 6 de septiembre de 1936). El 2 de agosto de 1936, fue detenida en su casa y recluida en la cárcel de Infiesto, donde estuvo un mes sufriendo toda clase de malos tratos. El 6 de septiembre se la llevaron a la playa de Ribadesella donde arrojaron su cuerpo con vida al mar, mientras disparaban contra el.
Algunas desaparecidas en zona republicana en el norte de España: Rosario Vázquez Llaneza, Luz Madera Peña, La familia Fernández: Elena, Josefa, Rosa y Sagrario.
El delito de todas las mencionadas y las muchísimas que no hemos nombrado era ser falangistas, fieles a sus ideas, ayudar a los presos y a su causa, católicas y negarse a traicionar a sus camaradas.
Nadie las recuerda, no son personas anónimas, todas tenían nombres y apellidos, una familia, una vida y unas creencias; pero han sido silenciadas. La ignorancia no exime de la deuda que tenemos con ellas.
Probablemente sea el artículo más difícil que he escrito nunca; primero por su enorme complejidad, por lo extenso que podría ser, lo mucho que he tenido que sintetizar y en último lugar por mi admiración y vinculación hacia ellas y las causas que defendieron.
Luceros azules que brillarán por toda la Eternidad.
Clara Campoamor huyó de la España republicana
Por Jorge Vilches.
La escritora y política tenía miedo de que los hombres y mujeres del Frente Popular la asesinasen.
En esa construcción del relato sobre la historia inmediata de España a la que se están dedicando las izquierdas con gran empeño en la última década resalta el episodio de Clara Campoamor.
Lo que callan es que Clara Campoamor tuvo que huir de Madrid por temor a que las checas que habían formado los hombres y mujeres del Frente Popular acabaran asesinándola. No en vano, los supuestos defensores de la cultura popular ya habían fusilado, entre otros muchos, al genial dramaturgo Pedro Muñoz Seca.
El Partido Radical de Lerroux, en el que militaba, la expulsó en septiembre de 1934 al censurar que Campoamor no hubiera colocado en cargos a republicanos radicales durante su mandato en la Dirección de Beneficencia. Era una concepción de la política, las instituciones y el servicio público ajenas al entender de Campoamor. Ella, según escribió después, había hecho más por la preparación y asistencia social de la mujer que «cualquiera de las Agrupaciones republicanas existentes –escribió–, consumidas en luchas intestinas, agotadas en Asambleas tumultuarias».
Dejó el partido de Lerroux y cometió el error de acercarse a Izquierda Republicana (IR). «Amo la política», dijo, porque creía en la necesidad de mejorar la vida de la gente. Tenía esperanza en la República como una forma de gobierno austera, liberal y racional que sacara a España del atraso, escribió Campoamor a Lerroux en febrero de 1935.
Quejas por su presencia
Campoamor se presentó en una asamblea de IR en julio de ese año. Casares Quiroga fue quien firmó su petición de ingreso. Los tres meses siguientes se fueron acumulando quejas particulares y colectivas por la presencia de Campoamor. La situación fue tan tensa que Francisco Barnés, un donnadie que presidía la Junta provincial de IR, la invitó a abandonar la agrupación.
Las 13 Rosas, Mito de la Izquierda que gusta a toda la Casta Política.
Las 13 rosas, nombre con el que se conoce a 13 jóvenes fusiladas el 5 de agosto de 1939 tras ser condenadas por un tribunal, son una clara muestra de la “corrección política” impuesta desde la izquierda.
La misma placa que colocó el Ayuntamiento de Madrid en 1988 en el lugar en el que fueron fusiladas ya deja clara la fábula montada desde la izquierda radical que ha calado en la sociedad. En dicha placa se puede leer que “dieron su vida por la libertad y la democracia”, una mentira que demostraremos en esta entrada de blog.
Pertenecían, en su mayor parte, a las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU) la rama juvenil del comunismo en España que aspiraba a implantar en nuestro país un régimen tan libre y demócrata como lo era el de Stalin en la URSS, país desde el que se financiaban y al que había escapado, tras la Guerra Civil, su máximo dirigente: Santiago Carrillo.
Las JSU, a las que pertenecían la mayoría de las 13 rosas, habían tenido una destacada participación en la represión republicana en Madrid durante la Guerra Civil. No en vano, esta organización política controlaba y dirigía directamente cinco checas donde se torturó y asesinó a cientos de personas.
Está perfectamente documentado en los papeles del PCE que bajo control de su organización juvenil se encontraban las checas de Mendizabal 24, la de la calle Rimundo Lulio, la de Santa Isabel 46, la del Convento de las Pastoras de Chamartín y la de la calle Granda 4.
Además, participaron en la acción represiva de varias otras cárceles de partidos políticos y tuvieron un papel destacado en las sacas cometidas para asesinar a miles de presos sin mediar juicio alguno.
Quienes las presentan como garantes de la democracia suelen olvidar, entre otros, este detalle: a ellas se les juzgó, pero ellas participaron en una organización que asesinó sin juicio a miles de personas y que, en el momento de ser detenidas, se había convertido en un grupo terrorista dirigido por José Pena, Severino Rodríguez y Federico Bascuñana.
Las 13 rosas fueron condenadas a muerte, pero no estaba prevista su ejecución hasta que el 29 de julio de 1939 un comando de las JSU asesinó al comandante Isaac Gabaldón, a su hija Pilar de 16 años –hubiera cumplido 17 unos días después- y al chofer que conducía el vehículo, Luis Díaz Madrigal. La acción terrorista decidió a la autoridad judicial a la ejecución de las sentencias de muerte que se encontraban paralizadas. Entre las casi 70 sentencias se encontraban las de las 13 rosas.
Varias de ellas eran destacadas dirigentes y activistas del grupo terrorista constituido por las JSU:
Ana López Gallego era la responsable de la rama femenina de las JSU. Recibía órdenes directamente de Manuel González Gutiérrez y había tenido una destacada participación en la organización del atentado frustrado que pretendían realizar durante el Desfile de la Victoria y que tenía como objetivo el asesinato de “la mayor cantidad de público asistente”, como declaró ante el juzgado la propia terrorista. Su cometido era el trasporte del explosivo, para ello se valía de jóvenes militantes de entre 15 y 17 años que por su edad, no levantaban sospechas.
Joaquina López Laffite fue la secretaria general del Comité Provincial de las JSU. Su casa se usaba para celebrar las reuniones de dicho comité y en ella se planificaron varios de los atentados que prepararon desde la organización juvenil comunista. Había organizado una red, en la que participaban varias de las 13 rosas, que preparaba a jóvenes comunistas para que intimaran con falangistas a los que sacaban información para señalar las víctimas de sus atentados.
Carmen Barrero Aguado era miembro del Comité Nacional de la organización y una de las personas de mayor responsabilidad en la toma de decisiones junto a Pena, Rodríguez y Bascuñana.
Pilar Bueno Ibañez era la mano derecha de López Laffite en el Comité Provincial y el enlace de ésta con Barrero.
Dionisia Manzanero Salas era la responsable de mantener el contacto entre las diversas ramas del grupo terrorista y rendir cuentas ante Bascuñana, dirigente encargado de los comandos terroristas que perpetraban los atentados.
Ante estos datos sorprende que políticos, partidos y personalidades de diversos ámbitos sigan brindando homenajes a quienes siempre fueron terroristas, aún tras resultar derrotados en una guerra.
No solamente los actuales dirigentes de las Juventudes Comunistas, desde Podemos a representantes de Ciudadanos no tienen ningún empacho en mostrar su admiración por estas 13 mujeres condenadas a muerte, pero que callan sin ningún rubor ante los miles de asesinatos cometidos por ellas y sus asociados durante la Guerra Civil.
Esta forma de actuar no ha pasado desapercibida entre los usuarios de redes sociales, especialmente Twitter, que han afeado su conducta a quienes muestran esta “memoria histórica” selectiva vendida a la corrección política impuesta desde los sectores de la izquierda.
Primo de Rivera, artífice del voto de la mujer.
Las españolas lucharon con uñas y dientes por su derecho al sufragio administraciones e instituciones y, “por primera vez”, se planteó la necesidad de pensar en ellas para captar su voto
Jorge Vilches
En aquel entonces el asociacionismo feminista era débil, aunque contaba con grupos laboriosos como la «Cruzada de Mujeres Españolas», de Carmen de Burgos, la «Unión del Feminismo Español», de Celsia Regis, la «Federación de Mujeres Universitarias», de Clara Campoamor, o el «Lyceum Club», de María de Maeztu. Estas asociaciones pedían el voto para la mujer y la reforma del Código Penal.
Los socialistas veían en el voto femenino una ventaja para los conservadores. El catolicismo social lo defendió y «El Debate» inició en 1918 una campaña para que se estableciera.
Sin presión social, la dictadura de Primo de Rivera estableció el voto administrativo de las mujeres en el Estatuto Municipal de 1924 y el voto político de las solteras mayores de edad. El decreto-ley fue iniciativa de Calvo Sotelo –asesinado por socialistas en 1936–, y Gil Robles –quien fue luego líder de la CEDA–. Las casadas quedaron excluidas para «no crear disensiones en el matrimonio a causa de la política».
El reconocimiento del voto tenía el objetivo de reforzar el apoyo social a un régimen que se presentaba como modernizador, y hacerse eco de las reformas sufragistas europeas.
El nuevo censo electoral incorporó a 1.729.793 mujeres entre los casi siete millones de votantes.
La elección de ayuntamientos en 1925 permitió que se nombraran concejalas en Bilbao, Toledo, San Sebastián, Barcelona, Vigo y Segovia, así como en pueblos pequeños. Destacó la elección de seis concejalas –tres titulares y tres suplentes– en Madrid.
La primera alcaldesa de España fue María Pérez Moya, del pueblo de Contretondeta (Alicante) y Carmen Resines la primera teniente de alcalde, en San Sebastián. Todos estos puestos fueron por designación gubernamental, ya que las elecciones municipales no llegaron a celebrarse.
La dictadura de Primo de Rivera se empeñó en la inclusión de las mujeres en la vida política, cultural y laboral.
Así impulsó la primera candidatura de una mujer, Concha Espina, a la Academia de la Lengua, que fue rechazada por los académicos, quienes prefirieron a Pérez de Ayala, opositor al régimen.
Otro tanto ocurrió con la Organización Nacional Corporativa, en cuyos órganos de dirección se incluyeron mujeres, entre otras a la socialista Victoria Kent.
En cuanto a las diputaciones, sólo aparece el nombre de Catalina Alastuey como vocal suplente por la sección de Asociaciones Culturales y de Profesiones Intelectualesen el Consejo Administrativo de Navarra.
Aunque en principio los nombramientos eran hechos por designación gubernamental delegada en los gobernadores civiles, se pretendía celebrar comicios pronto, lo que hacía activar el movimiento feminista. De ahí que las organizaciones tanto de izquierdas como de derechas se lanzaron a conquistar el voto de las mujeres para las elecciones de 1925. Sin embargo, estas elecciones no llegaron a celebrarse, de ahí que las mujeres tuvieron derecho al voto, pero no pudieron ejercerlo.
En 1926 se convocó un plebiscito el 11 de septiembre de 1926 y en él participaron todos los españoles mayores de 18 años, sin distinción de sexo. Por tanto, votaron.
Primo de Rivera dio un paso más al crear la Asamblea Nacional.
La Asamblea fue creada por Real Decreto-Ley de 12 de septiembre, con sede en el Congreso de los Diputados. Estaba concebido con
La labor de mayor envergadura de cuantas realizó la Asamblea fue el anteproyecto de Constitución que encargó Primo de Rivera, con la cual pretendía dar un mayor carácter autoritario a su régimen, pero que no prosperó.
siguiente:
“El número de miembros que han de componer la Asamblea ha de ser en todo momento mayor de trescientos veinticinco y menor de trescientos setenta y cinco. A ella podrá pertenecer, indistintamente, varones y hembras, solteras y viudas o casadas, éstas debidamente autorizadas por sus maridos, y siempre que los mismos no pertenezcan a la
Asamblea. Los miembros de la Asamblea deberán de ser todos españoles y mayores de veinticinco años y no haber sufrido condena, y tendrán tratamiento de Señoría”.
Natividad DOMÍNGUEZ DE ROGER. Profesora de Escuela de Comercio. Actividades.
Micaela DÍAZ RABANEDA. Catedrática de Escuela Normal. Jefe Superior de Administración Civil. Actividades. Concejal Suplente de Madrid.
María de MAEZTU Y WITNEY. Directora de la Residencia de Estudiantes Femenina. Actividades
María de ECHARRI. Inspectora de Trabajo. Concejal de Madrid.
Concepción LORING Y HEREDIA. Actividades
Carmen CUESTA DEL MURO Lda. en Derecho. Actividades. Secretaria de la Asamblea Nacional.
Isidra QUESADA Y G. DE LOS RÍOS. Estado. Dama de la Reina.
Blanca de los RÍOS DE LAMPEREZ. Escritora. Actividades.
María LÓPEZ DE SAGREDO Y ANDRÉS. Actividades. Concejal de Barcelona, Vocal del Tribunal para niñas. Miembro de la Junta Provincial de Protección a la Infancia.
Teresa LUZZATTI QUIÑONES. Enseñanza Profesional. Actividades.
Josefina OLORIZ ARCELUS. Prof. Auxiliar de Letras de la Escuela Normal de Guipúzcoa. Actividades. Concejal de San Sebastián.
María LÓPEZ MONLEÓN. Presidenta de la Escuela Superior de Propagandistas.
Trinidad VON SCHOLTZ- HERMENSDORFF. Estado. Dama de la Reina
España (1700-1975), Ministerio de Cultura, Madrid, 1982, p. 248.
Las primeras mujeres en los ayuntamientos.
Aunque la mayor relevancia política la tienen las mujeres que pertenecieron a la Asamblea Nacional, no son menos importantes, al menos en sus municipios, las mujeres que ocuparon concejalías o, incluso, alcaldías. Pese a la mentalidad de la época, en algunos casos estas mujeres tuvieron el suficiente prestigio como para ganarse el respeto social para ser aceptadas en estos cargos.
Desde 1924 ya hay mujeres alcaldesas.
Matilde PÉREZ MOLLA. Viuda. Cuatretondeta. Alicante. 1924-1929
Concepción PÉREZ IGLESIAS. Viuda. Maestra. Portas. Pontevedra. 1925-1930
Cruz PALOMERA LAMBERTA. Bárcena. Santander.
Benita MENDALIO. Maestra. Bolaños de Campos. Valladolid. 1926-1930
Dolores CODINA. Talladell. Lérida. 1924-1931
Petra MONTORO ROMERO. Sorihuela de Guadalimar. Jaén 1925.
Primeras Alcaldesas en España. FUENTE: AA.VV., Mujer y Sociedad en España (1700-1975), Ministerio de Cultura, Madrid, 1982, p. 251.
Vizcondesa de Llanteno. Madrid. 1924.
Elisa Calonge Poge. Madrid. 1924.
Celsia Regis. Madrid. 1925.
Mercedes Quintanilla. Madrid. 1925.
Dolores Perales Glez.-Bravo. Madrid. 1925.
Victoria Quílez. Zuera (Zaragoza). 1926.
Elvira Conde. Zuera (Zaragoza). 1926
Viuda de Ibarra. Bilbao. 1926.
René Castellón. Bilbao. 1926.
Micaela de Isla Vallecilla. Herce (Logroño). 1926.
Mª Nieves Sainz de Heredia. Madrid. 1927.
Micaela Díaz Rabaneda. Madrid. 1927.
Ángela González Fiori. Madrid. 1927.
Elvira Méndez de la Torre. Toledo. 1927.
Concepción Pérez Baturones. San Sebastián. 1928.
Carmen Resines. San Sebastián. 1928.
María López de Sagredo. Barcelona. 1930.
Primeras Concejalas. FUENTE: AA.VV., Mujer y Sociedad en España (1700-1975), Ministerio de Cultura, Madrid, 1982, p. 249 26
Los concejales del Ayuntamiento de Madrid aparecen publicados en el diario ABC del 20 de diciembre de 192727 anunciados de la siguiente forma:
“Concejales titulares, interinos, del Ayuntamiento de Madrid, designados por el gobernador civil de la provincia en virtud de Real orden de 9 de Diciembre de 1927”.
De un total de 64 concejales, cinco son mujeres. Los concejales aparecen ordenados numéricamente y las mujeres son las siguientes: la número 22 era la señorita María de Echarri Martínez; en el 31 está la señorita Ángela García Loygorri; en el 53 la señorita
María de Perales González Bravo; en el 55 la señorita Mercedes Quintanilla.
Partido del régimen.
La Unión Patriótica, el partido del régimen, animó a las mujeres a participar en el plebiscito sobre la dictadura, convocado para los días 11, 12 y 13 de septiembre de 1926, y a formar las mesas electorales.
En este referéndum votaron las mujeres, de las cuales participó un 40% de las censadas.
Los diarios «El Sol» y «El Socialista» culparon al sufragio femenino de la victoria del «sí», lo que era un preludio de lo que ocurrió en 1933, cuando las izquierdas las culparon de la victoria electoral de la derecha.
La dictadura convocó en 1927 la Asamblea Nacional Consultiva, un remedo de Cortes, a la que fueron designadas trece mujeres. Allí estuvieron, entre otras, Micaela Díaz, concejala de Madrid, catedrática y jefa superior de administración civil; María de Maeztu, directora de la Residencia de Estudiantes Femenina; María de Echarri, inspectora de Trabajo; y Concepción Loring, la primera mujer en hablar en el Parlamento español, el 23 de noviembre de ese año.
El anteproyecto de Constitución presentado en mayo de 1929 establecía en su artículo 58.3 el sufragio universal masculino y femenino, y el art. 55 la capacidad de ser diputado a ambos sexos.
Sin embargo, la dimisión de Primo de Rivera truncó esta equiparación.
El gobierno Berenguer excluyó a las mujeres del censo electoral para las elecciones municipales del 12 de abril de 1931.
Lo que demuestra lo importante del sufragio femenino en el curso de la Historia de nuestro país es que, por ejemplo, resulta probable que si las mujeres hubieran participado en dichos comicios la conclusión no habría sido la misma, y quizá la República no hubiera llegado.
Pioneros Católicos del Voto Femenino silenciados por las feministas de hoy.
Javier Lozano / ReL 8 marzo 2017
Este miércoles 8 de marzo se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Mujer. Sin embargo, esta jornada se ha acabado convirtiendo, en términos generales, en una manifestación feminista acaparada por la izquierda.
Y mientras se conmemora en este día gracias a la comunista alemana Clara Zetkin, que en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en 1910 propuso el 8-M como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, se desconoce y se oculta el importante papel que desempeñaron distintos católicos y católicas para reivindicar los derechos a las mujeres y su derecho al voto.
Los católicos, olvidados en la conquista del sufragio femenino
De hecho, algunos de estos católicos fueron precursores y llegaron mucho más lejos en busca de la igualdad de la mujer que una parte importante de la izquierda que ahora se apropia esta lucha, aunque esto sea algo que ni se celebre este miércoles ni se conmemore.
Precisamente ahora se cumplen cien años de un hecho importante que abriría el camino al voto femenino y que tenía a un católico como protagonista. En 1917 en Italia, el ahora siervo de Dios, Luigi Sturzo, curiosamente un sacerdote, ya escribía a favor del voto femenino cuando nadie lo hacía.
El sacerdote Luigi Sturzo es uno de los padres de la "democracia cristiana" y luchó incansablemente por los derechos de las mujeres. |
El sacerdote Sturzo.
Este sacerdote ordenado en 1894 fue también político, alcalde de 1905-1920 y secretario general de la Acción Católica. Pero sobre todo es conocido por ser uno de los fundadores de la democracia cristiana. En 1919 co-fundó el Partido Popular Italiano que tuvo un éxito inmediato consiguiendo 101 escaños.
En 1919, Sturzo llevaba en el programa electoral de su partido la aprobación del voto femenino en un proceso que se vio truncado con la llegada del fascismo, lo que le obligó a exiliarse en 1924.
Según recoge el Osservatore Romano, convencido de que la ampliación de la participación de las mujeres en el ámbito público no dañaría a la familia, Sturzo no solo consideraba el voto administrativo y político como
Las tesis de Sturzo contaban con el apoyo de la Santa Sede, que nunca contradijo a Sturzo y sí realizó gestos que apoyaban la participación de la mujer en la vida política.
Hasta Simone de Beauvoir, atea y feminista, reconoció el papel de los católicos a favor del sufragio femenino
Esta escritora y filósofa existencialista que fue pareja de Jean Paul Sartre decía en su conocida obra, El segundo sexo:
Los importantes gestos de la Santa Sede.
Simone de Beauvoir se refiere a la audiencia y posterior discurso que Benedicto XV pronunció el 22 de octubre de 1919 a la Unión de Mujeres Católicas Italianas en las que las habló de su importante apostolado en la vida social “fuera de casa”. Y aunque no citó directamente el voto femenino todos los comentaristas dieron por hecho el apoyo a través de la política de gestos al sufragio femenino, puesto que era además un tema de debate en Italia.
Sobre esto mismo, la profesora de la Universidad del País Vasco y experta en feminismo, Nerea Aresti, escribe en su libro Los argumentos de la exclusión. Mujeres y liberalismo en la España contemporánea que
De Dorothy Day a Hildegard Burjan.
Por poner otros dos ejemplos. Cabe destacar que la que fuera feminista estadounidense Dorothy Day
Hildegard Burjan fue una pionera en Austria y ahora es beata |
El segundo ejemplo se produjo en Austria. La primera mujer que formó parte del Concejo municipal de Viena en 1919 y un año después también la primera en ser diputada nacional de Austria justo tras conseguir el sufragio universal es la ahora beata Hildegard Burjan, beatificada por el cardenal Amato en 2012.
También en España hubo católicos que fueron precursores del voto femenino. Se trata de un hombre y de una mujer cuyos nombres no son reconocidos en esta causa pero que abrieron camino, no sin dificultades.
El ministro católico español que presentó el proyecto de ley
Uno de los más activos fue Manuel de Burgos y Mazo, político y escritor que fue ministro de varias carteras durante el reinado de Alfonso XIII. Este católico convencido quería implantar en España una democracia cristiana y su obra más ambiciosa fue El problema social y la democracia cristiana en la que consideraba que sólo la doctrina social católica podía resolver los problemas sociales y la crisis de España.
En noviembre de 1919, siendo ministro de Gobernación, Manuel de Burgos presentó un proyecto de ley electoral que pretendía extender el derecho de voto a las mujeres mayores de edad. En el preámbulo se hacía eco de las conquistas que poco a poco se estaban produciendo en otros países puesto que, explicaba, se había demostrado que las mujeres tenía igual aptitud que los hombres en muchos aspectos de la vida pública.
El diario ABC, en su edición del 21 de septiembre de 1919 aplaudía el proyecto de Manuel de Burgos La prensa conservadora apoyaba el sufragio femenino. |
María de Echarri, una feminista católica.
María Echarri consiguió que se aprobaran leyes que ayudaban a las mujeres El logro de la ley de la silla |
Activista, política y periodista defendió a la clase humilde y a las mujeres desde un feminismo católico. Fue secretaria general del Sindicato Católico Femenino, que tuvo miles de afiliadas.
Desde sus artículos periodísticos y desde la política intentó conseguir el sufragio femenino.
Como curiosidad, uno de sus grandes logros fue la aprobación de la conocida como ley de la silla, aprobada en febrero de 1912 y que supuso toda una revolución en la legislación laboral. Esta normativa protegía a las mujeres que tenían que trabajar de pie y que podían padecer problemas en los ovarios y la matriz, abortos y partos prematuros. Para ello, los dueños de las empresas o tiendas debían proporcionar una silla a las mujeres para que pudieran descansar.