La forma y el contenido de la democracia

La forma y el contenido de la democracia
"Pero si la democracia como forma ha fracasado, es, más que nada, porque no nos ha sabido proporcionar una vida verdaderamente democrática en su contenido.No caigamos en las exageraciones extremas, que traducen su odio por la superstición sufragista, en desprecio hacia todo lo democrático. La aspiración a una vida democrática, libre y apacible será siempre el punto de mira de la ciencia política, por encima de toda moda.No prevalecerán los intentos de negar derechos individuales, ganados con siglos de sacrificio. Lo que ocurre es que la ciencia tendrá que buscar, mediante construcciones de "contenido", el resultado democrático que una "forma" no ha sabido depararle. Ya sabemos que no hay que ir por el camino equivocado;busquemos, pues, otro camino"
José Antonio Primo de Rivera 16 de enero de 1931

UNIDAD FALANGISTA ¿PARA QUÉ?, ¿CON QUIEN? Y ¿POR QUÉ?



UNIDAD EN LA SOLIDARIDAD UNIDAD PARA TRIUNFAR Y UNIDAD PARA FRACASAR.


UNIDAD EN LA SOLIDARIDAD.

Es natural que desde hace muchos años se venga oyendo hablar continuamente de la unidad de los falangistas aunque solo la deseemos con el fin pragmático de parecer consecuentes con nosotros mismos y ante la opinión pública.

Tal parece que predicar la unidad entre las tierras y los hombres de España no sería posible en las actuales circunstancias con dos o tres siglas diferentes atribuyéndose el legado ideológico de José Antonio. Es, además, el tema recurrente de quienes, desde las antípodas ideológicas, pretenden entablar conversación con nosotros: “Lo que teníamos que hacer es unirnos todos”, queriendo decir con ello “luchar conjuntamente contra nuestros enemigos” pero nunca “solucionar conjuntamente los problemas de España” ya que entonces las discrepancias pero, sobre todo los intereses, pondrían punto final a la tan recurrente unidad.

Debemos diferenciar la Unidad de España, algo irrevocable y necesario, de la pluralidad de asociaciones falangistas que es perfectamente compatible con el proyecto que algunos defendemos para España.

Quienes estamos dentro y conocemos someramente la problemática de las organizaciones falangistas, somos conscientes de la existencia de varias formas diferentes de unidad; y de cómo unas, que casi se han conseguido, son estrictamente necesarias y otras nos llevarían sin duda a la extinción definitiva.

Por que hay una unidad para el triunfo y varias unidades para el desastre más completo. Una unidad para conquistar el futuro siendo fieles a nuestros valores, otra para vivir solo del pasado cosechando el rechazo de la sociedad y otra para, renunciando a nuestro espíritu, mimetizarnos con el enemigo triunfante de manera interesada con la finalidad de sentar en un escaño a una escasa colección de individuos de más que dudosa honestidad.

La primera es la unidad cimentada en el José Antonio de 1936 frente a la basada en lo que un José Antonio consecuente predicaría hoy, según la lógica nos indica.

La segunda obedece a las manipulaciones políticas de los enemigos de Falange. Piensa si tu te unirías con una sección del CNI o de la CIA por poner un ejemplo.

La unidad falangista en su estado idealizado de perfección y actualización es el mayor bien político que podríamos desear pero no debemos cegarnos para no ver la realidad que tenemos ante nosotros.

Hoy vivimos días con algo de una unidad espontánea, ejemplar e incluso triunfante, basada en la solidaridad ante la injusticia cometida con los camaradas de cualquier organización de españoles o de falangistas. Y este es el tipo de unidad que verdaderamente nos eleva y nos devuelve la dignidad perdida ante la sociedad española y ante Dios.

Esta es la unidad que casi se ha conseguido y la que deberíamos preservar: unidad de acción ante lo fundamental. Dicha unidad de acción en cuestiones puntuales no implica la fusión de unas siglas que predican conceptos ideológicos no solo diferentes sino incluso contrapuestos.


UNIDAD PARA EL FRACASO.


Pero hay más unidades y algunas resultan verdaderamente peligrosas cuando se trata de unificar a los actuales grupos falangistas:

  • La unidad en el odio. Principalmente hacia un “enemigo” que llega a ser necesario para autojustificar la existencia propia cuando se carece de la formación política necesaria para afirmarse sobre los valores positivos de nuestro legado. Lo practican los grupos fundados para actuar “contra algo” o “contra alguien”.
  • La unidad en el fanatismo religioso (del que carecían nuestros fundadores). Dando la razón la quienes nos definen como “ultras” o “extremistas”. Por experiencia sé que se trata de una de las actitudes que provocan mayor rechazo social. Se puede ser igual de herético por defecto como por exceso.
  • La unidad en la traición vendida a los políticos o a las cloacas del Sistema. Es una posibilidad que siempre puede estar ahí.
  • La unidad en la renuncia a nuestro espíritu, a lo espiritual y a nuestra ética. Para amoldarnos a unas “modas” o a unos “vicios” que siempre son pasajeras unas y perjudiciales los otros propios de unos extremos que comparten la ausencia de fe con nuestros rivales políticos
  • La unidad en la renuncia al progreso con el fin de limitarnos solo a repetir literalmente el pasado en lugar de usarlo como un punto de apoyo. Algo plenamente justificable en los camaradas de más edad pero que no sirve para la juventud.
  • La unidad en el club privado de amigos. El “amiguismo” en los cargos que ha corrompido muchos grupos y desecho toda ilusión de progreso en las bases desde la transición.
  • La unidad para continuar arrastrando las mismas carencias organizativas. El error arrastrado a través del tiempo en casi todos los grupos de nombrar los cargos de “arriba a abajo”, en lugar de “abajo hacia arriba”, ha demostrado reiteradamente ser un procedimiento ineficaz originador de todos los problemas internos, de todas las disensiones.
  • La unidad en el electoralismo liberal. Sospechosa rendición de nuestra cultura ante el enemigo relacionada con los párrafos anteriores.
  • La unidad entre incompatibles. Es pretender unir, en un simplismo esterilizador, conceptos antagónicos por razones estratégicas haciendo caso omiso de los puntos programáticos. Reiteradamente se ha demostrado como un esfuerzo improductivo.

Cabe pensar que de llevarse a cabo una unidad entre grupos falangistas, ésta sería para recrear alguno de los casos mencionados. Probablemente una unidad en el pasado que renuncia al progreso o la renuncia a nuestro espíritu, puesto que la unidad verdaderamente productiva necesitaría de un grupo de mandos altamente capacitados y motivados ocupando los puestos superiores. O bien una nueva estructuración de la organización bajo la forma de una democracia orgánica que funcionaría de “abajo hacia arriba” en lugar de “arriba hacia abajo”.

Es preferible ésto último por muchas razones pero, sobre todo, por ser consecuente con el modelo que queremos para España y el más comprensible para el pueblo español en general. Puesto que en la mayoría de las organizaciones falangistas siempre se ha practicado la esquizofrenia ideológica provocada por el hecho de predicar a los españoles lo contrario de lo que practicamos dentro de nuestras organizaciones, siendo esta la causa de haber caído en una marginación social que no se merece el legado ideológico de José Antonio Primo de Rivera.
(Ejm: ¡No nos entienden! ¡Falange no quiere una dictadura! Pero lo que sí entienden es que nuestra organización sí que lo es).

Hoy nadie que posea cierto nivel cultural se sacrifica si su opinión no es tenida en cuenta o, como mínimo, escuchada.

La participación activa en diferentes asambleas anuales es algo que podría llegar a gustar a la militancia, esa militancia tan despreciada muchas veces y en muchos grupos por “líderes” expertos en exprimir afiliados como si fuesen naranjas para luego tirar la cáscara cuando ya no queda nada. Ésta es la actitud propia de “camaradas” que más parecen financiados por alguna cloaca y que ha desprestigiado nuestras organizaciones quemando a la casi totalidad de nuestro entorno de simpatizantes ( y ahora ¿que pasa que no viene nadie a defender a España? ¡Qué más da!, ¡como yo también estoy quemado...!).

Basta que levantemos algo la cabeza para que inmediatamente sintamos la necesidad de desperdiciar el trabajo realizado tirándolo todo a la basura como si algunas organizaciones “patrióticas” hubiesen degenerado en aquellas “estructuras del mal” de las que hablaba Juan Pablo II.

La experiencia nos demuestra que, en algunos casos, la unidad entre diferentes grupos no solo no ha servido para aumentar los efectivos sino que encima los ha disminuido. Y es que es muy posible que 2+2 ya no sean 4 y ni siquiera 3. Es más, podría ser hasta 1 o incluso 0.

Aún en caso de éxito con grupos tan reducidos como los actuales no hay mucha diferencia en ser 2 o ser 4. Mientras que la diversificación en la acción política podría dar resultados más satisfactorios siempre que continúe existiendo la “unidad en la solidaridad” y el apoyo militante en determinadas acciones de interés general. Una “España en Marcha”, posiblemente sin nombre ni candidaturas pero de existencia real en la calle.

Quienes, por nuestra edad, tenemos más experiencia y hemos conocido anteriores “unidades” no deberíamos dejarnos llevar por cantos de sirenas. Es nuestra obligación advertir a los más jóvenes de los peligros de las falsas ilusiones sin cimientos sólidos que pueden acabar en frustración.

UNIDAD PARA TRIUNFAR.

El futuro no se gana solo repitiendo lo que funcionaba en 1935 o en 1975 sino evolucionando en la línea correcta y consecuente con nuestros valores.

Y nuestros valores dicen que los cargos son un servicio y no una propiedad.

Y la sensatez nos dice que cuando algo provoca el rechazo incluso de los propios es que no está bien construido o reconstruido.

La unión de FE con las JONS fue problemática pero claramente positiva porque existía un jefe carismático con una personalidad arrolladora, que además era un intelectual sobresaliente, buen orador en la época de la radio y los grandes mítines, y, sobre todo, sabía en que puesto debía colocar a cada uno según sus capacidades.

Si existiese un jefe así, capaz de aglutinar los sentimientos espirituales y nacionales de unos con los sociales de otros, e ilusionando a todos, nadie pondría reparos a la unidad falangista e incluso algunos dejaríamos de hablar reiteradamente de democracia orgánica interna para las organizaciones falangistas, aparcando nuestro embrionario proyecto. Pero no es el caso ni parece que lo pueda ser a corto plazo, y, aunque lo fuera, siempre sería una opción superior organizarse sólidamente, jerárquicamente, pero en democracia orgánica, independientemente del carisma del jefe, ya que muchas veces es más útil una mentalidad organizativa que alguien que solo sepa hablar, y no muy bien, que es lo que viene ocurriendo en alguna organización.

Como intuía Sigfredo Hillers de Luque, cuando se produce el anquilosamiento ideológico, organizativo y moral de un proyecto político, puede ser positivo que existan varias organizaciones con diferentes enfoques hasta que uno de esos enfoques consiga calar en la sociedad.

Cuando una corriente de opinión cala en una sociedad se produce una explosión de grupos, siglas, asociaciones, webs, sindicatos etc..., parecidos pero con diferentes puntos de vista, a escala nacional como si una nueva primavera hubiese llegado para enriquecernos con sus diferentes matices hasta que, por motivos estratégicos, vuelvan a converger todos en torno al grupo más acertado para con las expectativas de la sociedad. Y es que existe una unidad que es compatible con la pluralidad como existe un centralismo que es, en verdad, descentralizador.

Los fundadores de FE y JONS se unieron pero también nos advirtieron contra los peligros de las unidades equivocadas cuando éstas se realizan con grupos de diferente espíritu o con organizaciones corrompidas.

Seamos camaradas ante las dificultades, sigámos ayudándonos en lugar de poner zancadillas y después que Dios reparta suerte y ¡que gane el que de verdad sea mejor!

Fernando Uruñuela Calvo
FED-JONS




1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo en el texto, a pesar de que tenemos puntos de vista diferentes sobre Nacional-Sindicalismo, salvo con el exceso de culto a la personalidad del fundador de FE e incluso a la de Hillers.
    La unidad de los grupos inscritos en el régistro de partidos políticos con la denominación Falange o Falangista es imposible. Todos tienen unos estatutos prevaricados para mantenerse el "jefe" eternamente en su "jefetura", o por lo menos hasta que le de la gana. Carecen de democracia interna directa y sindical o democracia organica.
    Por otro lado está unidad es una utopía porque no se puede evitar que se registre un partido con la denominación Falange o Falangista independientemente de la ideología que tenga.

    Por eso personalmente prefiero la denominación Nacional-Sindicalista. Te deseo los mayores logros en tu proyecto y con este termino mis comentarios en tu blog porque tenemos demasiadas diferencias que pueden herir sensibilidades.

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